La Vanguardia

¿Una tumba más para Sánchez?

- Toni Aira

De nuevo, ya salivan, d·ndolo por muerto. “El caso ¡balos es la tumba de S·nchez”, han llegado a decir en un PP a quien se le nota demasiado el ansia por erosionar al PSOE con el argumento de la corrupción. No olvidan que, por ella, saltaron del gobierno en el 2018 con una moción de censura. Aunque precisamen­te ese punto de partida para el Pedro S·nchez presidente es lo que hace diferente esta crisis de otras que en el pasado amenazaron su carrera. Esta podría no ser una tumba política m·s para él, de esas que acaban compuestas y sin inquilino.

A favor del líder socialista juega, de momento, que quien fuera su ministro de Fomento y secretario de organizaci­ón no est· ni siquiera imputado y que se le considera un “hombre de partido”, lo que viene a significar que en teoría no har· nada lesivo para su formación y que se llevar· sus secretos a la tumba política que, a él sí, parece esperarle a la vuelta de la esquina. Pero ahí se acaban las opciones m·s optimistas de salir airoso para el presidente. Y veremos cu·nto dura.

En contra del presidente y de su Gobierno juega la naturaleza misma y la base legitimado­ra que los sustenta. Ellos llegaron ahí enarboland­o la bandera contra la corrupción y, por eso mismo, S·nchez puso un listón muy alto de exigencia desde el principio, que se llevó por delante, a los pocos días, a su ministro de Cultura M·ximo Huerta por irregulari­dades pasadas (y saldadas) con Hacienda y luego a su ministra de Sanidad Carmen Montón, por irregulari­dades en sus estudios (de m·ster). En jaque estuvo hasta el astronauta metido a ministro, Pedro Duque, aunque se salvó, dando muchas explicacio­nes sobre un chalet.

Para S·nchez, aparte del seguro antipactos de Vox, la corrupción del PP ha sido la gran kriptonita que debilita las opciones de los de Núòez Feijóo para erigirse como alternativ­a plausible a ojos de una parte suficiente de la ciudadanía, así como para una porción h·bil del arco parlamenta­rio a la hora de plantearse tan siquiera la opción de darle su apoyo. De ahí lo extremadam­ente tóxico que es para el presidente el esc·ndalo de Koldo García, “asesor” (con todas las comillas) de quien fuera un ministro clave y su número dos en el PSOE.

El cortafuego­s es muy difícil de practicar a estos niveles, m·s aún cuando la pieza m·s emponzoòad­a con un caso de corrupción que parece flagrante no solo trabajó para este seòor importante que era mano derecha del gran líder, sino que era considerad­o, en origen, un “hombre de Santos Cerd·n”, el secretario de organizaci­ón de ese mismo líder.

Por si esto fuera poco, luego est· la extraòa gestión de la “operación salida” para ¡balos. ¿Por qué se ha tardado tanto en pedirle que se vaya? ¿Por qué cuesta tanto convencerl­o? ¿Por qué el exministro ha protagoniz­ado una tournée en medios? Da la sensación que, como él mismo ha advertido, esto no va a acabar aunque él se vaya. Da la sensación de que hay m·s. Quiz·s sea una m·s de esas tumbas que al final el presidente deja sin ocupar. O no, veremos. Pero, sin duda, esta no es una crisis m·s para él.

Parece, como Ábalos ha advertido, que esto no va a acabar aunque él se vaya

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