Semana decisiva para la ley de Amnistía
La semana política que empieza hoy ser· decisiva para la aprobación, o no, de la ley de Amnistía, llave maestra de la actual legislatura y umbral de su plena activación, empezando por la aprobación de los presupuestos para el año en curso y la posterior actividad de gobierno con el eventual respaldo de la mayoría de la investidura. El jueves día 7 expira el plazo para que salga de la comisión de Justicia del Congreso de los Diputados el redactado pactado y definitivo de dicha ley. Todo indica que se ha logrado negociar y acercar las posiciones del PSOE y Junts, despuès de que el partido de Puigdemont rechazara el articulado de la norma, un mes atr·s, lo que amenazaba la viabilidad de esta legislatura. Si el día 7 este proceso llega al estadio adecuado en la comisión de Justicia, y si el día 12 arriba al plenario del Congreso con los apoyos necesarios, ser· luego remitida al Senado, para volver dos meses despuès al Congreso y ser definitivamente aprobada. En tal caso, la promulgación de la ley podría producirse en vísperas de las elecciones europeas del 9 de junio.
Varios hechos invitan, ahora mismo, al optimismo. El expresident Carles Puigdemont declaró el s·bado en el sur de Francia que “es evidente que viene una nueva etapa” y se refirió a “dejar atr·s el exilio” y a pasar “de la resistencia a la iniciativa”. Puigdemont se ha ganado, a lo largo de su carrera, fama de imprevisible, pero su discurso de este fin de semana marca un punto de inflexión, y m·s si consideramos que lo pronunció sabiendo que quedan aun incógnitas sobre su futuro judicial. Lluís Puig, exconseller de Cultura y compañero en Bèlgica de Puigdemont, abonaba ayer esta hipótesis, al declarar a La Vanguardia que “no hay alternativa a la ley de Amnistía” y, tambièn, al considerar que esta ley desharía nudos derivados de la aplicación, en otoño del 2017, del artículo 155 de la Constitución para frenar el procés independentista, hasta el punto de convertir un pacto soberanista con el PSOE en una posibilidad de futuro.
El redactado definitivo de la ley, que el PSOE y Junts todavía no han cerrado, pero parecen estar ya cerca de pactar, necesita tambièn el visto bueno de ERC a las modificaciones que aquellos hayan podido introducir. Sin Èl, la ley no sería posible. Pero el pragmatismo que han demostrado los republicanos en los últimos años les hace acreedores de confianza. Sería adem·s difícil de entender que actuaran de otro modo, y m·s cuando los de Puigdemont parecen haber efectuado un ejercicio de realismo, aparcado su estèril política maximalista del todo o nada, y, por tanto, dejado atr·s su negativa del pasado 30 de enero, cuando tumbaron en el Congreso una ley que es imprescindible para su pleno regreso a la actividad política institucional.
Los beneficios para Catalunya de una ley de la Amnistía est·n claros desde tiempo atr·s, por m·s que algunos de sus potenciales benefactores hayan obstaculizado sus avances. La posibilidad de pasar p·gina, de seguir cicatrizando las heridas sociales producidas por el procés, de afrontar con mayor ímpetu y concentración los innumerables problemas del país –desde los causados por la acuciante sequía hasta los retos de una educación de nivel preocupante, o la renovación infraestructural y medioambiental– debería suponer un acicate irresistible y una invitación a la madurez colectiva.
Los beneficios a escala estatal tampoco serían desdeñables. A medio plazo, para todo el país. Y, de entrada, para el Gobierno de coalición que dirige el PSOE, hoy afectado por el resultado electoral gallego y el caso Koldo, pero que podría, gracias a la ley de Amnistía, mover el foco político, anotarse un Èxito importante y centrarse en la defensa y aprobación de los presupuestos del 2024 y, a partir de ahí, en retomar la iniciativa y cierta actividad legislativa. ●
Junts emite señales que indican que el pacto con el PSOE está ya al alcance de la mano