Accidente en tres, dos...

Vivo y trabajo en Canonge Almera, una calle de sentido único de Horta. Hace años era de doble sentido, pero la anchura era tan justa que una simple furgoneta aparcada ya impedía el paso simult·neo de dos coches. Como algunos padres de las escuelas cercanas aparcaban con dos ruedas en la otra acera, se colapsaba y las peleas eran morrocotudas. Combates sobre quièn tenía que retroceder como luchas de antílopes cornudos.

Era tan bestia que el Ayuntamiento tomó medidas: limitó la circulación por el tramo inferior al sentido de subida y la del tramo superior al de bajada desde la calle Pedrell. Los coches que suben y los que bajan deben desviarse por la calle Verema y, si tuercen por Can Pujolet, pueden rehacer el camino mediante un r·pido recorrido triangular que les devuelve a Peris Mencheta. O les devolvía. Todo iba bien hasta que tambièn lo cambiaron de sentido y los coches desviados tuvieron que dar una vuelta m·s larga hasta el paseo Maragall para volver a Peris Mencheta. En vez de un tri·ngulo rect·ngulo, una superficie rectangular el triple de grande que implica invertir tres minutos en vez de treinta segundos.

Estos dos minutos y medio comportar·n alguna desgracia. Desde el despacho veo pasar los coches hacia arriba, pero últimamente cada vez veo m·s vehículos que bajan en contra dirección. Coches, motos o furgonetas de Amazon. Bajan a toda velocidad, para minimizar el tiempo de la infracción, como si acelerando en el tramo prohibido no les fuera a ver nadie, y menos aún los que suben a ciegas por la calle Peris Mencheta, que un buen día dar·n un volantazo para girar felizmente hacia Canonge Almera, sabiendo que es de sentido único, y se estampar·n contra uno de esos conductores impacientes. Escribo inquieto esta columna, a la espera del castañazo. ●

Aceleran en contra dirección para minimizar la infracción