La Vanguardia

La pesadilla de Son Moix

El Girona encadena su tercera derrota seguida a domicilio en Mallorca, donde también fue eliminado de la Copa, y desperdici­a la ocasión de acercarse al líder

- Luis Buxeres Barcelona

En la última curva, a punto de encarar la recta de meta, parece que el motor del Girona empieza a dar señales de agotamient­o. Viajaron los de Míchel al Bernabèu hace menos de un mes crecidos, invictos a domicilio, y han encadenado tres derrotas consecutiv­as lejos de Montilivi desde entonces. La última llegó ayer en un estadio que se agiganta como el gran gafe de los gerundense­s. En Son Moix, donde ya cayeron eliminados de la Copa, desperdici­aron una ocasión única para ponerle un poco de salsa a la Liga. Pero, en lugar de recortar distancias con el Madrid, se alejaron un punto m·s tras un ejercicio de impotencia ante un rocoso Mallorca, apenas alumbrado en los últimos minutos cuando se rompió el partido.

No hubo mejor imagen para resumir el fundido a negro del Girona en la primera mitad que la que protagoniz­ó Míchel al filo del descanso. Completame­nte desesperad­o, sin encontrar soluciones, el tècnico madrileño protestó airadament­e al ·rbitro una decisión y de tanto ímpetu que puso en sus gestos resbaló y cayó al suelo. Como premio, vio una amarilla.

No tardó demasiado el Mallorca en demostrar que la histórica clasificac­ión para la final de Copa del Rey iba a ser un acicate m·s para medir fuerzas con el equipo revelación de la Liga, que de resaca iba a haber poca. En el primer córner, Gazzaniga ya empezó a sudar, anticipo de lo que vendría despuès. Pocas pizarras hay en España como la de Javier Aguirre, convertido el balón parado en un arma poderosa en la isla.

Conectó Miguel Gutièrrez con Iv·n Martín, que remató a placer pero muy centrado, sin problemas para Rajkovic, convertida la acción en un oasis en pleno desierto futbolísti­co. Porque todo el peligro anidó en el ·rea del Girona, al que le costaba Dios y ayuda traspasar la línea del centro del campo ante la agobiante y precisa presión mallorquin­ista. Un espect·culo el despliegue físico de los locales apenas unos días despuès de toda una semifinal copera.

Se le acumulaba el trabajo a Gazzaniga, que se asociaba con el larguero para despejar un centro envenenado de Gio Gonz·lez. Muriqi tampoco acertaba con su vaselina cuando m·s de uno ya cantaba el primer gol del partido. No había ideas en el Girona ante un rival superior, que compensaba con actitud y ganas los vacíos de calidad. Encadenaba­n un córner tras otro los de Aguirre, adem·s, hasta que superada la media hora Copete estrenaba el marcador de Son Moix. Fue una carambola. Hubo un rechace, un disparo y un rebote en Larin que cayó a los pies del central con la defensa rival completame­nte desubicada. Su remate fue inapelable. Se retrasó el gol por una posible mano de Larin, pero acabó subiendo al luminoso.

El tanto despertó un poco al equipo de Míchel, pero no estaba la tarde para grandes alardes y apenas un disparo muy desviado de Savio y un remate flojo de Solís fue su botín antes de enfilar los vestuarios.

No fue demasiado alentador el inicio de la segunda mitad, inalterabl­es los par·metros del

Copete, tras una carambola, selló el triunfo del finalista de Copa ante un rival desdibujad­o

El equipo de Míchel empieza a dar señales de cansancio, tanto físico como mental, en la recta de meta

partido. Una llegada de Larin que desvió Juanpe se convirtió en otro córner, que esta vez remató Raíllo demasiado alto. Parecía una pesadilla la tarde para un Girona al que no se le apreciaba chispa alguna para encarar el último tercio de campo, uno de sus puntos fuertes durante toda la temporada.

Un disparo inocente de Solís, que ni de lejos cumplió como sustituto de Yangel Herrera, rompió el partido, que se convirtió en la última media hora en una especie de correcalle­s que permitió apreciar a un Girona un tanto m·s reconocibl­e. La entrada de Portu al campo ayudó en ese sentido. Abierto en canal el duelo, se sucedieron las ocasiones. Savio cabeceó alto y Abdón Prats se cansó de intentar el disparo desde cualquier posición. Portu disparó desviado en una de las ocasiones m·s claras, aunque fue Savio el que de verdad rozó el empate con un disparo que desvió Copete, el hèroe local, a córner. Un postrero disparo de Couto fue la última bala de los de Míchel, que se alejan del Real Madrid y siguen perdiendo fuelle. ●

La irrupción de Portu en la última media hora animó un tanto al Girona, pero no fue suficiente para igualar

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CATI CLADERA / EFE El central Eric Garcia no encuentra explicacio­nes

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