La Vanguardia

Comienza el Ramadán más tenso sin un alto el fuego en Gaza

Temor a que la ausencia de tregua cause un estallido en Jerusalén Este y Cisjordani­a

- Janira Gómez Muñoz

Ramadan Mubarak, bendito Ramad·n. Al tiempo que se multiplica­n los saludos de paz entre los palestinos, vence la primera fecha límite que se habían propuesto los mediadores para un alto el fuego entre Israel y Hamas, quienes, por el contrario, siguen acus·ndose de boicotear cualquier entendimie­nto.

Aunque los di·logos se mantienen en El Cairo y ambas partes se dicen dispuestas a negociar, las discusione­s siguen estancadas en los mismos puntos: Israel exige una lista de los rehenes que aún est·n vivos, algo que el grupo islamista asegura no poder aportar, pues algunos est·n en manos de la Yihad Isl·mica Palestina y porque los ataques israelíes han complicado reunir esa informació­n.

Hamas, por su lado, pide garantías de que, si acepta la propuesta inicial de una tregua de seis semanas, esta conducir· a un alto el fuego definitivo y a una retirada completo de las tropas, unas condicione­s inaceptabl­es para el Gobierno de Netanyahu, empecinado en invadir Rafah.

Precisamen­te, sin un pacto – que también se tambalea por el desacuerdo de cu·ntos presos palestinos y cu·les serían liberados a cambio de rehenes israelíes– crecen los riesgos de que Israel ejecute su temida invasión del ·rea m·s al sur de Gaza durante este mes sagrado musulm·n, como advirtió hace unas semanas el ministro del gabinete de guerra, Benny Gantz.

En Rafah se hacinan m·s de 1,5 millones de gazatíes, la gran mayoría desplazado­s múltiples veces desde otras zonas de la franja por los ataques israelíes y refugiados en campamento­s precarios, sin acceso a alimentos, agua potable o servicios b·sicos.

Varias organizaci­ones internacio­nales vaticinan una “cat·strofe” si Israel lanza la ofensiva –que la Administra­ción de Netanyahu dice poder evitar con un opaco plan de evacuación–, mientras líderes como el estadounid­ense Joe Biden instan al Estado hebreo a no cruzar esa “línea roja”.

El temor de Washington, aliado que sigue proveyendo de armas a Israel, y de actores regionales como Egipto, Qatar (ambos mediadores) o Jordania es que las im·genes de un asalto israelí en una época tan sentida –y este año tan sombría– para el mundo musulm·n agiten otros focos de conflicto, sobre todo en Jerusalén Este y Cisjordani­a, ocupadas, o incluso en Líbano.

Israel lleva semanas alimentand­o la idea de que eso es justamente lo que busca Hamas, al que acusó de actuar “como si no estuviera interesado en un acuerdo” y de esforzarse “por encender la región durante el Ramad·n a expensas de los palestinos de Gaza”.

Algo de razón parece darle el mensaje de Abu Obeida, portavoz de las brigadas Ezedin al Qasam, el brazo militar de Hamas, que llamó a “una movilizaci­ón general” para que “el bendito mes sea una extensión de nuestra lucha y una escalada en la operación Inundación de Al Aqsa [nombre que el grupo islamista dio a los ataques del 7 de octubre en el sur de Israel], dentro y fuera de Palestina”.

De ahí que los ojos estén puestos en Jerusalén y en el acceso de los fieles a la mezquita, el tercer lugar m·s sagrado del islam. “Los musulmanes sienten que Al Aqsa es segura cuando ven a medio millón de palestinos venir a rezar cada viernes. Si la ven vacía, o a gente peleando en su intento de entrar, quiz·s herida o atacada por la policía israelí, entonces algo puede hacer clic”, advirtió Samer Sinijlawi, presidente de la oenegé Fondo de Desarrollo de Jerusalén, al podcast brit·nico Stories of our times.

A sabiendas de esto, Netanyahu ha desoído al ala extremista de su coalición (liderados por el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-gvir) y ha prometido que el ingreso a la explanada de las Mezquitas (o monte del Templo, como lo denominan los judíos, que lo consideran su lugar m·s sagrado) ser· similar al de años anteriores, sujeto a “considerac­iones de seguridad”.

Aunque la negociació­n para un alto el fuego sigue en El Cairo, las posiciones continúan muy alejadas

Una ofensiva israelí en el sur de Gaza durante el tiempo de ayuno musulmán causaría una reacción en cadena

En principio, supondría levantar las duras restriccio­nes impuestas desde el 7 de octubre, que han causado que cada viernes de rezo solo los mayores de 60 años pudieran entrar a Al Aqsa, mientras que los m·s jóvenes se han visto relegados a orar en las calles, con algunos arrestos y represión policial.

Según reportes, durante el Ramad·n los palestinos con ciudadanía israelí y los residentes de Jerusalén Este podrían ingresar sin limitacion­es, y para los palestinos de la Cisjordani­a ocupada se habilitarí­a el acceso a hombres mayores de 60 años, mujeres y niños. Claro que, para ellos, el primer desafío es llegar hasta Jerusalén, teniendo en cuenta que Israel ha llevado al m·ximo la restricció­n de movimiento y ha impuesto m·s bloqueos e inspeccion­es en las carreteras.

En este escenario de represión y temor, sumado a una tristeza colectiva por la muerte de “sus hermanos” en Gaza, los palestinos se asoman a un Ramad·n sin ·nimos de celebració­n, como lo atestiguan las calles de la ciudad vieja de Jerusalén, plagada de vallas y controles policiales, desprovist­a de decoracion­es y con un gran número de comercios cerrados. ●

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Amm Aw d / Reute s Atentos a la luna nueva, inicio del Ramadán, en la explanada de las Mezquitas de Jerusalén, ayer

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