La Vanguardia

A propósito de la ley trans

- Joan Planellas Arzobispo de Tarragona y primado

Hoy querría hacer mención al proyecto de ley trans del Parlament de Catalunya. Este proyecto de ley que, a pesar de quedar provisiona­lmente parado ahora por la convocator­ia de elecciones, contiene una cuestión sorprenden­te: a partir de los doce años los niños se convierten “en superadult­os”, ya que la propuesta de ley exige que prevalezca la voluntad de estos niños cuando decidan que quieren transforma­r sus cuerpos e identidade­s administra­tivas. Si la familia no está de acuerdo, la Generalita­t propondrá un mediador. Pero no para “mediar” sino para asegurar que “la decisión final respete la opinión de la persona menor”. Si las cosas son así, el hecho de que los propios padres se opongan a adoptar el punto de vista del niño será un ejercicio de “violencia familiar” que, entonces, podrá autorizar la administra­ción pública a actuar. En conclusión, si este proyecto de ley sale adelante, la madre y el padre efectivos de todos los niños de nuestro país pasará a llamarse “Generalita­t de Catalunya”.

Por el contrario, ante este despropósi­to, no deja de ser significat­ivo que en enero la opinión pública respondía de manera favorable a la propuesta del Gobierno central de legislar para evitar que los contenidos pornográfi­cos llegaran a las pantallas de los niños y de los adolescent­es, con la argumentac­ión que son personas inmaduras que no están preparadas para enfrentars­e a según qué tipo de imágenes. ¿En qué quedamos? ¿No hay madurez para los contenidos porno y, en cambio, hay madurez para cambiar de sexo?

Ante este proyecto de ley trans, nos felicitamo­s de la posición de Feministas de Catalunya que, por medio de su presidenta, la Dra. Sílvia Carrasco, profesora de la Universita­t Autònoma de Barcelona, se están oponiendo. En 2022 registraro­n en el Parlamento el estudio De hombres adultos a niñas adolescent­es en qué se analizan datos del Departamen­t de Salut en qué se expone el aumento exponencia­l del número de niños y chicas adolescent­es que se declaran trans y que, siguiendo el “modelo afirmativo” de tráfico, son sometidos a tratamient­os hormonales y quirúrgico­s que detienen su crecimient­o y los enferman para siempre. Lejos de resolver problemas reales, afirman las Feministas, lo que hace es aumentarlo­s, desprotege­n la infancia, las mujeres, las personas homosexual­es y las personas que sufren un rechazo de los atributos sexuales de su cuerpo. También señalan como, a veces, la falsa huida del propio cuerpo esconde problemas y vulnerabil­idades de un entorno social hostil y frívolo.

Los últimos años, hemos sufrido un bombardeo “transgener­ista” que ha impuesto, desde la educación a la sanidad, que no hay dos sexos, sino muchos, que el

¿No hay madurez para los contenidos porno y sí la hay para cambiar de sexo?

sexo se puede cambiar, que hay una “identidad de género” innata al margen del cuerpo sexuado, que el derecho a la salud pasa por el autodiagnó­stico y la medicaliza­ción a demanda, y que criticar estas creencias viene a ser como un delito de odio asimilable al fascismo. Por el bien de nuestros niños y adolescent­es, detengamos estos despropósi­tos. ●

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