La Vanguardia

Suecia redibuja la seguridad báltica

El nuevo miembro de la OTAN aporta su fuerza naval con submarinos y su geografía con la estratégic­a isla de Gotland

- María - Paz López

Desde el 7 de marzo, Suecia es el 32.º país miembro de la OTAN, un ingreso bienvenido y festejado por la alianza que, sumado a la entrada de la vecina Finlandia en abril del 2023, configura un nuevo escenario defensivo ante Rusia en la región nórdica, con implicacio­nes más allá del propio mar Báltico. “La adhesión de Finlandia y Suecia redibuja de modo fundamenta­l el mapa de seguridad en nuestra zona de Europa; Suecia y Finlandia permitirán un aumento de la profundida­d operativa de la OTAN y unirán de modo más estrecho el Alto Norte, el Atlántico Norte y el Báltico”, dijo el ministro de Exteriores sueco, Tobias Billström, en un encuentro con politólogo­s y periodista­s en la universida­d privada Hertie School of Governance, a finales de la semana pasada en Berlín.

Entre las varias consecuenc­ias de la invasión rusa a gran escala de Ucrania hace poco más de dos años figura una particular­mente indeseada por Vladímir Putin: todos los países ribereños del mar Báltico, excepto Rusia, pertenecen ahora a la Alianza Atlántica. “En el caso de Suecia, nuestra geografía y nuestros activos militares pueden fortalecer significat­ivamente la capacidad de la alianza para llevar a cabo operacione­s en el norte de Europa”, afirmó Billström. Suecia posee 3.218 kilómetros de costa, la mayoría en el Báltico, y cuenta con más de 220.000 islas de variado tamaño, entre ellas la muy estratégic­a isla de Gotland.

“En la región hay muchas complejida­des militares; solo diré que la Armada sueca, que entre sus capacidade­s tiene submarinos, es una contribuci­ón muy importante a la seguridad, la disuasión y la defensa en la región del mar Báltico –argumentó el jefe de la diplomacia sueca–. Naturalmen­te, en caso de emergencia, esto permitirá apoyar a los países bálticos de un modo muy diferente a como era el caso antes de que Suecia se uniera a la OTAN. Este es un gran cambio de importanci­a política para esta región”.

La Armada sueca está compuesta por una flota de buques de guerra y de submarinos especialme­nte concebida para el Báltico, un mar de aguas muy poco profundas (su profundida­d media es de 54 metros, frente a la media mediterrán­ea, que ronda los 1.500 metros), que requiere barcos más bien pequeños. Sus submarinos, adaptados para la vigilancia y capaces de cobijarse en las muchas islas, tienen reputación de ser muy ágiles. Suecia posee también una notable fuerza aérea, con más de un centenar de cazas JAS 39 Gripen de fabricació­n nacional.

La isla de Gotland, de importanci­a estratégic­a clave, está prácticame­nte encarada con el enclave ruso de Kaliningra­do, en la costa opuesta, a 345 kilómetros en línea recta. Eso otorga a la alianza una gran ventaja en la protección de las aguas y el espacio aéreo que se hallan frente a Polonia, Estonia, Letonia y Lituania. Además, Gotland controla la salida del golfo de Finlandia, en cuyo interior se ubica la otra joya rusa del Báltico, el puerto de San Petersburg­o.

Para la OTAN, Gotland es pues una plataforma avanzada –la apodan el portaavion­es gigante– donde amasar efectivos, aviones y material para la acción. Como parte ya de la alianza, esta isla sueca reduce también el riesgo en el vulnerable corredor de Suwalki, tramo de frontera entre Polonia y Lituania que separa Kaliningra­do de Bielorrusi­a, considerad­o el eslabón débil de la OTAN en Europa, pues, de ser tomado por Rusia, dejaría aislados por tierra a los países bálticos. “Trabajarem­os con nuestros aliados para hacer el mejor uso posible de nuestros activos”, aseguró Tobias Billström.

“En la región hay muchas complejida­des militares”, advierte Tobias Billström, ministro de Exteriores

Sin embargo, el ministro de Exteriores pasó de puntillas por el estado actual de Gotland y del Ejército de Tierra. Con el fin de la guerra fría, Suecia desmanteló su guarnición militar en la isla, que se fue convirtien­do en destino turístico de vacaciones. En el 2018 reintroduj­o 370 soldados, cifra alejada de los 25.000 que había en los años noventa. Hace unos días, el primer ministro, Ulf Kristersso­n, confirmó al Financial Times su intención de fortificar la isla.

Suecia se dispone también a reforzar su ejército, que cuenta con la discreta cifra de 38.000 soldados. Tras suprimir el servicio militar obligatori­o en el 2010, lo reinstauró en el 2017, ampliándol­o a mujeres. En los últimos años, el país escandinav­o invierte más en defensa: este año llegará al 2% del PIB, el mínimo que pide la OTAN.

Aparte de ser un país bañado por el Báltico, Suecia es también un país ártico. No se asoma directamen­te al mar de Barents, pero mira al Alto Norte como Finlandia y Noruega –esta sí con litoral ártico–, por lo que sus intereses estratégic­os van más allá de los que inquietan a los países bálticos. En el mar de Barents, Rusia tiene su flota de submarinos nucleares en una base en Múrmansk.

“Rusia está dispuesta a asumir riesgos cada vez más elevados y a aceptar grandes pérdidas; ha cometido errores de cálculo y, paso a paso, se ha ido retirando de acuerdos de control de armamento y de medidas de fomento de la confianza, tanto convencion­ales como nucleares –alertó Tobias Billström–. Por eso nos espera un largo periodo de confrontac­ión con Rusia, y debemos planificar y prepararno­s, tanto desde la UE como desde la OTAN”. Entre tanto, remarcó, “defender la libertad y la soberanía de Ucrania es y seguirá siendo la principal prioridad de la política exterior de Suecia”. ●

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Soldados suecos en un buque observando un dragaminas en
Västervik, en la costa sudeste de Suecia, en el 2021 durante unas maniobras
JOHAN NILSSON / AFP Mar Báttic Soldados suecos en un buque observando un dragaminas en Västervik, en la costa sudeste de Suecia, en el 2021 durante unas maniobras
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