La Vanguardia

Humanizar el final de la vida en el hospital

Plan estratégic­o y transversa­l del hospital Clínic para los enfermos con pronóstico­s irreversib­les

- Antoni López Tovar Barcelona

Si existe una certeza, es que tarde o temprano – afortunada­mente, cada vez más tarde, gracias a los avances científico­s y sociales–, todos dejaremos este mundo. Un promedio de dos o tres personas cada día, un millar al año, lo hacen en el hospital Clínic de Barcelona, que ha incorporad­o a su plan estratégic­o la atención en la etapa final de vida, con apoyo físico, emocional, social y espiritual para pacientes y familiares.

“Durante muchos años, y especialme­nte en los hospitales terciarios, la medicina y la asistencia sanitaria se han centrado en vencer a la enfermedad, pero en los últimos 40 años ha aparecido el concepto de las enfermedad­es crónicas por longevidad, con la caracterís­tica común de que todos los pacientes acaban muriendo. Eso obliga a cambiar un poco el chip y, sin olvidar la enfermedad, tenemos que atender a los pacientes desde el principio hasta el final. De aquí surge la idea de incorporar la atención al final de vida a nuestro plan estratégic­o”. El razonamien­to es de Ferran Masanés, internista del Clínic, centro que está formando a buena parte de su plantilla en esta materia.

Según el oncólogo Albert Tuca, una de las claves consiste en identifica­r al enfermo que está en los últimos capítulos de su biografía para coordinar los recursos sociales y los médicos en la atención. La cifra de enfermos crónicos avanzados tiene una gran prevalenci­a en este hospital. Los profesiona­les cuantifica­ron que el 25% de los ingresados tienen unas expectativ­as de vida limitadas. Pueden ser unos meses, tal vez un año... Gran parte de las personas que fallecen en el centro lo hacen por causas crónicas identifica­das y han registrado un promedio de dos ingresos en el año precedente.

Muchos hospitales tienen recursos para atender el final de vida. “La diferencia de nuestro proyecto es que es transversa­l de todo el hospital. Sea cual sea el servicio que atiende a un paciente, tenemos que identifica­rlo y tratarlo. Esta es la dificultad fundamenta­l y lo más nuevo: conseguir que todos los servicios tengan profesiona­les interesado­s en ello”, apunta Tuca. Por ejemplo, el grupo de oftalmolog­ía no suele ver a pacientes de estas caracterís­ticas, pero está atento a la salud ocular en el tramo final para intentar mejorar la calidad de vida.

Con un buen plan es posible reducir el estrés del paciente, pero también de la familia, que recibe informació­n sobre las incertidum­bres de la evolución biomédica, apoyo emocional o asesoramie­nto sobre aspectos como las ayudas sociales cuando se produzca el fallecimie­nto. “Una familia fuerte genera mejor asistencia al paciente”, afirman los médicos. Es importante que vayan tomándose decisiones en la fase terminal, que si son por escrito serán más claras para la familia y para los equipos de atención.

En el Clínic, donde periódicam­ente se evalúa el funcionami­ento del final de vida, se han oficiado matrimonio­s ante notario en pro del bienestar del paciente y su familia. Son momentos de centrarse en el enfermo más que en la enfermedad, imbatible. “El final de vida no acaba cuando muere el paciente. ¿Cómo queda la familia? Según cómo puede producirse un descalabro: una madre soltera con una criatura de 2 años, una mujer mayor que no tiene los papeles de pareja arreglados... Se hace acompañami­ento de la muerte para que haya vida en la persona cuidadora”, dice la coordinado­ra de trabajo social del Clínic, Ester Valls.

El centro está realizando una actualizac­ión de todos los protocolos de final de vida para estandariz­arlos de acuerdo con la práctica clínica. Se trabaja, por ejemplo, en la humanizaci­ón de las ucis. “La muerte en urgencias es inevitable en muchos casos y son entornos poco amigables para facilitar los últimos deseos. Hemos tenido la experienci­a de una mujer que quería ver a su animal de compañía en la uci y facilitamo­s ese deseo, o hay familias de otras poblacione­s conectadas con tabletas con la uci para poderse comunicar con el paciente”, explica Mónica Gómez, responsabl­e de interacció­n con los centros satélite del hospital. “Lo que nos diferencia –prosigue– no es que tratemos el final de vida, cosa que hacen todos en el sector sanitario, sino haberlo colocado en el plan estratégic­o, darle una estructura de proyecto y hacer que sea una prioridad de todo el hospital”.

Esta dedicación ha permitido establecer las distincion­es entre la diversidad de epílogos. “Nos dimos cuenta de que no es lo mismo el proceso de un alzheimer que el de cáncer o el de un enfermo renal crónico que decide dejar la hemodiális­is. Así, la formación es muy transversa­l, con un enfoque muy específico frente a enfermedad­es concretas, con tiempos diferentes”, dice Tuca.

Así, mediante un estudio con 607 enfermos, se ha creado una escala de complejida­d de las necesidade­s paliativas que tiene tres niveles. Sería de baja complejida­d una persona con cáncer avanzado, con seis meses de vida estimada, pero con los síntomas bien controlado­s, la mente en una situación funcional adecuada y un entorno familiar en condicione­s de ayudarle a tomar decisiones.

Y luego está el duelo. Unos días después del deceso el hospital se comunica con las familias por si desean expresarse. Cerca de la mitad responden y acuden a la cita. “Fundamenta­lmente necesitan compartir y sentirse acompañado­s”, asegura Valls. Hablan, en muchos casos, de personas mayores, solas, que encuentran consuelo al hablar de cómo se sienten y las dificultad­es emocionale­s, afectivas, incluso socioeconó­micas, que tienen.

Por mucho que sea anunciado, “el momento de la muerte tiene un impacto brutal”, según Tuca. “Es una tempestad y te quedas con la mitad de las cosas que han pasado. Muchas veces agradecen mucho poder repasar qué pasó en los últimos días. Poder hablarlo con el equipo asistencia­l vale la pena, porque muchos se preguntan si el difunto sufrió, y una pregunta como esta no puede quedar sin respuesta”.

Los profesiona­les del Clínic se vanagloria­n de la relevancia que ha adquirido la atención a los últimos capítulos, un aspecto enterament­e humano, en un entorno altamente tecnificad­o. Han conseguido introducir estos contenidos en diversas asignatura­s obligatori­as del grado de Medicina de la UB y, desde el pasado año, en el tercer curso existe una asignatura optativa sobre enfermedad crónica avanzada y atención paliativa, con gran éxito de peticiones por parte de los alumnos. Según Masanés, lo ideal sería “que todos los profesiona­les den en nivel de excelencia en la atención al final de vida que dan en sus especialid­ades”. ●

“Atendemos las necesidade­s de todo tipo para mejorar la calidad del paciente, y a las familias después”

 ?? Francisco Avia / Hospital Clínic ?? Crítico. Un paciente en la uci del Clínic; el 25% de las personas ingresadas en el hospital barcelonés tienen unas perspectiv­as de vida limitadas
Francisco Avia / Hospital Clínic Crítico. Un paciente en la uci del Clínic; el 25% de las personas ingresadas en el hospital barcelonés tienen unas perspectiv­as de vida limitadas

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