Lopera, devoto y bético apasionado
MANUEL RUIZ DE LOPERA Y ÁVALOS (1944-2024) Expresidente del Betis
Excéntrico, populista, devoto y, sobre todo, bético. Manuel Ruiz de Lopera perteneció a esa estirpe de empresarios de éxito convertidos en presidentes de clubs de fútbol durante la década de los noventa. Adoraban la televisión y los fichajes multimillonarios. Y por encima de los futbolistas, querían ser los grandes protagonistas de sus equipos a base de extravagancias. Jesús Gil, José María Caneda, Augusto César Lendoiro o Joan Gaspart. Y Lopera. Nadie como él. El andaluz fue el impulsor del mejor Betis de la historia, al ser ganador de una Copa del Rey (2005) y finalista de otra (1997), y lograr una clasificación para la Champions League (2005), la única de su historia. Fue el club de sus amores (el Villamarín llegó a llamarse Ruiz de Lopera entre el 2000 y el 2010), quien más disgustos le dio, hasta que se marchó por la puerta de atrás en el 2010 y con una condena por irregularidades fiscales.
“Le pido a Baltasar, a los otros dos Reyes Magos y al Señor de Sevilla, el Gran Poder, que el Betis esté la próxima temporada en Primera División”. Era 1993 y Lopera ya era un personaje fundamental en la vida futbolística de Sevilla. Todavía no era presidente de su Betis, lo sería a partir de 1996, pero no dudó en encarnar al rey mago y pedir un deseo que se cumpliría. La entidad verdiblanca ya había necesitado de su ayuda de manera mucho más importante un año antes, cuando se vio obligado a convertirse en sociedad anónima para evitar su desaparición. “Reinaldo, mira: necesito aproximadamente... 800 millones de pesetas en 25 minutos. El Betis no puede morir porque sería una alegría para mucha gente. Y yo ese disgusto no se lo puedo dar a la afición del Betis, que para mí es la más grande del mundo. °Ponme una transferencia a la mayor brevedad posible!”, de esta guisa retrató lo sucedido Lopera, con unas grandes dotes actorales, en un vídeo para encumbrar su figura entre el beticismo.
Nació y murió en el barrio del Fontanal de Sevilla, siempre su hogar. Desde allí, Manuel Ruiz de Lopera y ¡valos (Sevilla, 1944) construyó una fortuna vendiendo electrodomésticos, pero también gracias a las rentas que le proporcionaron las propiedades que se quedaba cuando sus clientes no le pagaban. A través de su empresa Farusa consignó los cinco millones de euros de hoy en día con los que rescató al Betis y dio comienzo a una etapa de 18 años repletos de simbolismo.
Entre los hitos de la gestión de Don Manué está el fichaje de Denilson, el más caro del mundo en su momento, por 5.000 millones de pesetas. Pero también los de Finidi, Alfonso, Asunáao o Cuéllar. Pasional, excéntrico y divertido, será recordado también por dar cobijo a un bético que quiso introducir en el estadio un bote de melocotones en almíbar en el que llevaba las cenizas de su padre o por aquel “estábamos en la uvi” que traspasó fronteras tras ganar la Copa del Rey.
Los últimos años de su gestión fueron los más desagradecidos. La afición pidió en repetidas ocasiones que vendiera sus acciones tras el descenso del 2009, y eso terminó haciendo. Tantas veces caricatura de sí mismo, Lopera marcó una época inolvidable en el club de las trece barras, siempre dando gracias a su Jesús del Gran Poder, quien mejor le comprendió siempre.
Una Copa del Rey (2005), y el fichaje de Denilson por 5.000 millones, algunos de sus hitos como presidente