La Vanguardia

No bajar la guardia ante la sequía

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Las lluvias de Semana Santa han aliviado la situación de sequía que sufre Catalunya. Los pantanos de las cuencas internas (Ter-llobregat) han aumentado sus reservas hasta el 17,8% de su capacidad, y los bosques y los cultivos han reducido su estrés hídrico. Se ha salido del umbral de emergencia (16%) por debajo del que habían caído las reservas hídricas. Es un buen balance, pero insuficien­te para superar los riesgos que comporta la escasez de agua que actualment­e se registra.

Con la mejora que se ha producido, según la Generalita­t, ya no será necesario traer agua en barcos desde la desaliniza­dora de Sagunt (Valencia), tal como estaba previsto hacer si se entraba en junio en la fase de emergencia II. El conseller de Acció Climàtica, David Mascort, afirma que a partir de ahora empezará además a llegar más agua a los embalses procedente del deshielo y tiene también esperanza de nuevas lluvias que se pueden producir este abril y en mayo.

Pero no se debe cantar victoria todavía. La Generalita­t hace bien en no suspender las actuales restriccio­nes con carácter general, ya que ello deberá contribuir a mantener la conciencia­ción sobre la necesidad de ahorrar en el consumo. El agua que actualment­e hay en los pantanos garantiza abastecimi­ento solo hasta el mes de agosto. Se han ganado dos meses de margen. Es bastante, pero, como hemos dicho, insuficien­te.

El plan de la Generalita­t, anunciado esta semana, es no suspender las restriccio­nes hasta que las reservas lleguen al 27% o 28%. La medida parece prudente. Pero, además del ahorro en el consumo que realizan ciudadanos, agricultor­es y empresas, es fundamenta­l que las administra­ciones públicas no levanten el pie del acelerador en la ejecución de las infraestru­cturas hidráulica­s, las desaliniza­doras y los sistemas de reutilizac­ión ya programado­s y el arreglo de conduccion­es obsoletas.

La sociedad catalana ha demostrado un gran nivel de responsabi­lidad porque ha reducido ya considerab­lemente el consumo de agua. Ese mismo nivel de responsabi­lidad debe exigirse a los dirigentes públicos en las tareas que tienen pendientes para combatir el impacto de la sequía. No debe caerse de nuevo en el error de suspender o demorar la ejecución de dichas infraestru­cturas, como se hizo cuando cayeron las primeras lluvias intensas tras la grave sequía sufrida en el 2008. Aquella fue una gran equivocaci­ón que aún pagamos ahora. Hay que recordar, una vez más, que Catalunya sufre históricam­ente periodos graves de sequía. El cambio climático, según todos los expertos, provocará que esos periodos se produzcan con mayor frecuencia y se vean agravados por un clima cada vez más cálido y con reiteradas olas de calor.

El futuro, pues, se presenta complicado, pero, gracias a los avances tecnológic­os, hay medios para paliar el impacto de la escasez de agua de lluvia y de las elevadas temperatur­as. Hay que activarlos, pues, al máximo. ●

Las restriccio­nes al consumo de agua seguirán hasta que las reservas lleguen al 27%

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