La Vanguardia

El último aire alemán del Liceu

- JORDI MADDALENO

Michael Boder nació en Darmstadt y cursó estudios en la Hochschule für Musik und Theatre Hamburg para luego especializ­arse en ópera con maestros como Zubin Metha y Riccardo Muti en Florencia.

Con 29 años asumió el cargo de director titular de la ópera de Basilea, y a partir de aquí se fue especializ­ando en el repertorio germánico y ópera del siglo XX y contemporá­nea.

Trabajó y debutó en sus inicios en los teatros de Hamburgo, Munich, Zurich, Berlín, y tuvo una especial relación laboral con Viena, tanto con la Staatsoper, donde llegó a dirigir 183 veces, como con el Theater an der Wien. Precisamen­te en este último teatro estaba trabajando en los ensayos del proyecto musical Freitag, der Dreizehnte, ideado por Boder y dedicado a Arnold Schönberg por el 150.º aniversari­o del nacimiento del compositor, cuya fecha de estreno está prevista el próximo 26 de abril.

Su especial sintonía con el repertorio y la creación lírica de nuevo cuño lo llevó a estrenar obras como Ubu Rex, ópera satírica de Krzysztof Penderecki, estrenada en la Staatsoper de Munich en 1991, la opera cómica Der Riese vom Steinfeld de Friedrich Cerha, ópera de encargo de la Staatsoper de Viena, cuya première en el 2002 tuvo a cantantes como Thomas Hampson o Diana Damrau entre sus protagonis­tas, Phaedra, última ópera de Hans Werner Henze, estrenada en el 2007 en la Staatsoper Unter den Linden de Berlín o la Medea de Aribert Reimann, estrenada en la Staatsoper de Viena en el 2010, con Marlis Petersen en el rol titular.

Michael Boder fue el tercer director musical titular del Liceu desde su última reconstruc­ción. Boder asumió el cargo entre las temporadas 2008 y 2012, después de las titularida­des de Bertrand de Billy (1999-2004) y Sebastian Weigle (2004-2008). Al final de la titularida­d de Boder, fue cuando el actual director musical del Liceu, Josep Pons, empuñó la batuta hasta el día de hoy.

Durante los años de Boder, el Liceu vivió importante­s estrenos, como la ópera de Ligeti, Le Grand Macabre (2011), en la espectacul­ar producción de La Fura dels Baus, con las voces de Barbara Hannigan o el recordado Brian Asawa. Michael Boder también dirigió óperas difíciles de ver y que no se han vuelto a programar en el Liceu como La Kovanchina de Mussorgsky (2007), Tiefland (2008) de E. D’albert, la ópera alemana del clásico de Àngel Guimerà Terra baixa. También estuvo al podio de produccion­es icónicas que se han quedado grabadas en los recuerdos de los liceístas, como Pélleas et Mélisande (2012) de C. Debussy con la estética regie de Bob Wilson; Salomé de Richard Strauss, en la producción de Guy Joosten con el rol debut de Nina Stemme; Lulu de Alban Berg, con la dirección de escena de Olivier Py y el carisma vocal protagonis­ta de Patricia Petibon, o el Parsifal wagneriano firmado por Claus Guth, producción del Liceu que se ha vuelto a ver esta temporada.

Boder combatió desde su posición de director musical con el ERE impuesto al Liceu en los años de la crisis. Defendió a capa y espada la programaci­ón artística del teatro frente a los recortes económicos que dejaron estrenos como la ópera Der Zwerg de Zemlinsky en el tintero, todavía inédita hoy en el repertorio liceísta.

Al finalizar su mandato musical en Barcelona, encabezó el podio del Det Kongelige Teater Copenhagen (Royal Danish Opera), donde estuvo del 2012 al 2016.

Boder continuó dirigiendo óperas y repertorio desde Tokio pasando por Dresde, Londres o Milán, siempre con la mirada puesta en la creación contemporá­nea.

La última ópera que dirigió fue el Parsifal de Wagner este mes de marzo pasado en el Festival de Pascua de la ópera de Budapest.

En Barcelona vivió grandes estrenos y defendió con firmeza la programaci­ón frente a los recortes

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Jordi Belver Michael Boder

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