Sacrificios para el arte, generosidad para la defensa
Alarmado por el crecimiento imparable del dèficit y la mala nota que pueden ponerle las agencias de calificación de su deuda, el Gobierno francès ha decretado un primer paquete de recortes presupuestarios que afectan con dureza a las instituciones culturales. Las subvenciones se verán disminuidas en un total de 204,3 millones de euros este año, aproximadamente la mitad de esta cantidad en el capítulo de “creación” y el resto en “patrimonio” (mantenimiento de bienes).
La ciudad de París, siempre muy mimada por el Estado, tendrá que apretarse el cinturón. Las dos óperas de la capital verán rebajada su dotación en seis millones de euros; la Comèdie FranÁaise, en cinco; el Louvre, en tres. El Teatro de la Colina y el Teatro Nacional de la Danza-chaillot pierden 500.000 euros cada uno; la Filarmónica, 250.000. En el resto del país tambièn se obliga a sacrificios, aunque comparativamente menos que en París, por voluntad de reequilibrio.
A la ministra de Cultura, Rachida Dati, le ha sentado fatal el tijeretazo. Procedente de la derecha, fue el fichaje estrella del presidente Macron para el último Gobierno. Su enfado se tradujo en mensajes furiosos al primer ministro, Gabriel Attal, y al titular de Economía, Bruno Le Maire, que trascendieron a la prensa. La ministra, que sueña con ser alcaldesa de París, se lleva tambièn a matar con la actual ocupante del cargo, Anne Hidalgo. El equipo de esta última ha acusado a Dati de ensañarse con la capital para dañar a su rival.
La cura de austeridad no solo obedece a la coyuntura difícil para las arcas del Estado, sino a la necesidad de administrar mejor el dinero dedicado a cultura. El Tribunal de Cuentas, en un informe del 20 de marzo, denunció la poca eficiencia en el uso de 3.000 millones de subvenciones para el sector entre el 2012 y el 2023, ya que “se priorizó la política de gastos más que una lógica de necesidades reales”.
La disciplina presupuestaria se extiende más allá de la cultura, aunque algunas partidas serán preservadas; por ejemplo, las que afectan a la defensa nacional, dado el contexto de la guerra de Ucrania y la amenaza rusa. Macron no cesa de repetir que se va hacia “una economía de guerra”. Un ejemplo es la inversión colosal en el nuevo portaaviones nuclear que sucederá al actual Charles de Gaulle en el 2038. Este coloso de los mares costará 10.000 millones de euros. Eso no se toca. Al arte, en cambio, se le exige sacrificios.