La Vanguardia

Barcelona arremete contra “la improvisac­ión y unilateral­idad” del Govern

- S. Sans Barcelona

El anuncio de la desaliniza­dora flotante en el puerto de Barcelona, sumado al decreto ley que deja en manos de los ayuntamien­tos decidir qué piscinas públicas y privadas podrán abrir este verano, ha desatado la indignació­n en el Consistori­o barcelonés. Una contundent­e primera teniente de alcaldía, Laia Bonet, mostró su “sorpresa, decepción y preocupaci­ón” por lo que considera “una acción de gobierno irresponsa­ble, más propia de un partido en campaña que de una administra­ción responsabl­e”.

Bonet insistió en que estas decisiones “improvisad­as y a golpe de decreto, no participad­as y no contrastad­as, generan una preocupaci­ón muy grande y nos esperamos lo peor”. La teniente de alcaldía teme que la apuesta por la desaliniza­dora, “de la que poco sabemos, solo que costará 100 millones”, comprometa soluciones estructura­les, “proyectos que están previstos y no ejecutados”.

El gobierno municipal lamenta que la cuestión de la desaliniza­dora no se haya planteado en ningún momento en el grupo de trabajo sobre sequía que impulsó el propio Consistori­o y en el que participan todas las administra­ciones y entidades relacionad­as con la gestión del agua. “En esta mesa hemos planteado y resuelto temas como la prohibició­n inicial de regar con agua freática o de llenar las piscinas de uso público”, explicó.

Laia Bonet no quiso entrar en cómo gestionará­n la apertura de las piscinas privadas: “No caeremos en su juego de improvisac­ión; trabajarem­os en lo que tenemos competenci­as, que son las piscinas públicas, y las trataremos todas como refugios climáticos”. ●

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