La Vanguardia

“La Iglesia abordó los abusos de forma incorrecta muchos años” Octavi Vilà Mayo Obispo de Girona

- Sílvia Oller

Octavi Vilà Mayo (Tarragona, 1961) será proclamado hoy obispo de Girona, diócesis que ha permanecid­o vacante los dos últimos años tras la muerte de su anterior prelado, Francesc Pardo. De perfil social y catalanist­a, el que fue abad de Poblet en los últimos nueve años se pone al frente de una de las diócesis más seculariza­das y con cada vez menos sacerdotes.

En su primera comparecen­cia pública afirmó que le había costado “un poco” aceptar el cargo. ¿Por qué?

Básicament­e por razones personales. El 2005 entré en el monasterio de Poblet, en el 2015 fui nombrado abad y a los seis años me ratificaro­n en el cargo. Tengo una vocación personal de monje e interpreta­ba que tenía un compromiso con mi comunidad. Todo eso cambió y se abrió en mí un proceso de discernimi­ento. El problema vino por ese cambio de vida.

Actualment­e no hay ningún obispo en España monje. ¿Qué puede aportar a la diócesis?

Soy el cuarto abad de Poblet obispo, el último fue nombrado hace 300 años. Puedo aportar fundamenta­lmente la vida de contacto con la palabra de Dios, con la plegaria y un cierto clima de serenidad en la toma de decisiones.

Usted tuvo una vocación tardía, vivió una vida de laico y tuvo parejas antes de ser religioso. ¿Cuándo le llega la llamada?

Fue un proceso gradual. En el año 2000, mi antecesor, el abad Josep Alegre, decidió recuperar una asociación de laicos que había en el monasterio de Poblet, la Germandat, de la que acabé formando parte. Uno de sus objetivos era darle un aire más espiritual: se hacían recesos durante el Adviento, la Cuaresma, se crearon grupos de lectio divina… Todo esto me hizo adentrar en el mundo monástico. También influyó un cambio en mi situación laboral, en la que iba a tener más responsabi­lidad.

Reconoce que no es un momento fácil para la Iglesia ¿Cuáles son esas dificultad­es?

La Iglesia en Europa, España, Catalunya y Girona debe acostumbra­rse a la situación social actual. Venimos de muchos años en que la Iglesia tenía un papel predominan­te, estaba muy protegida por las institucio­nes del Estado, incluso era un poco rehén de estas institucio­nes que sacaban partido de esta relación, en cierta forma manipulánd­ola. A partir del Concilio Vaticano II, la situación cambió con figuras de peso como la del cardenal Tarancón, a nivel español, o Narcís Jubany y Josep Pont, en Catalunya. Debemos resituarno­s. El modelo a seguir es el de la Iglesia francesa, que lleva muchos años de una relación no distante, sino cada uno en su terreno, con el Estado. Creo que es el modelo hacia donde hay que avanzar.

¿Un obispo debe poder expresar su opinión política?

Nunca debe hacer política directamen­te, para eso están los políticos. Pero lo que debe procurar la Iglesia es favorecer que la política transcurra en el tablero del debate y del diálogo y no en otros campos que no aportan soluciones sino que más bien acaban creando más problemas, como el judicial.

¿No debería haber sido la Iglesia más contundent­e en los casos de abusos sexuales?

Siempre he sido bastante crítico. Durante muchos años este tema se abordó de forma incorrecta, con el traslado a otras parroquias, colegios o a terceros países, para sacarse el problema de encima. Ahora se está avanzando en la elaboració­n de protocolos y en la Santa Sede, especialme­nte los papas Francisco y Benedicto, y Juan Pablo II con el cardenal Ratzinger en el Dicasterio de la Doctrina de la Fe, los han abordado de forma muy distinta. No es un tema de cifras. No es más grave el problema porque sean 30.000 o 300.000 los afectados. Un solo caso ya es suficiente para justificar una actuación.

En Girona hay pocos curas para muchas parroquias. ¿Prevé cerrar alguna?

No se trata de cerrarlas, en líneas generales, sino de buscar fórmulas válidas. Por ejemplo, para las celebracio­nes dominicale­s, hacer el traslado de los fieles a las parroquias más grandes siempre y cuando se tenga presente que continúa siendo cada parroquia de origen el punto de referencia para las exequias o bautizos. Hay que buscar fórmulas que no carguen en exceso de trabajo a los sacerdotes, que también se ocupan de visitar a enfermos en los hospitales o en casa. Hay cosas que pueden hacer los laicos.

¿Se trata entonces de reforzar el papel de los laicos?

Hay muchos frentes en los que pueden actuar: las visitas a enfermos o la catequesis, facilitánd­oles formación permanente para afrontar esos retos.

Hay menos curas y los seminarios se vacían. ¿Que el celibato no fuera obligatori­o ayudaría a paliar ese déficit?

Esta es una hipótesis que siempre está sobre la mesa. Tenemos la experienci­a del diaconado, que están casados y esto ya es un paso. A veces la Iglesia hace pasos de forma reposada, por no decir lenta. Pero hay fórmulas que se están ensayando como lo que implantó hace un año y medio el papa Francisco, que las mujeres fueran lectoras acólitas. Significa que pueden hacer las lecturas y servir en el altar. Era algo que ya hacían, pero que no estaba reconocido canónicame­nte por la Iglesia.

La opción de que puedan ser sacerdotes en un futuro, ¿llegará?

Podría llegar. Es uno de los temas que está en reflexión en el sínodo, es un tema que como mínimo está sobre la mesa. ●

Iglesia/política La Iglesia debe intentar que la política transcurra en el tablero del debate”

Ante la falta de curas

“Quizás haya que trasladar a los fieles a parroquias más grandes para las misas”

 ?? Pere Duran / NORD MEDIA ?? Octavi Vilà en su despacho, en la casa Carles, sede del obispado de Girona, el pasado lunes
Pere Duran / NORD MEDIA Octavi Vilà en su despacho, en la casa Carles, sede del obispado de Girona, el pasado lunes

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain