La Vanguardia

¿Existe el voto ‘boomer’?

- Gemma Ribas Maspoch

Como baby boomer que soy, la mayoría de mis relaciones sociales se producen en grupos formados por personas de esta generación, que en España se considera que empieza en 1958 y termina alrededor de 1975 (en otros países el boom fue unos años antes). Somos la generación más numerosa y, por tanto, muy decisiva. En las próximas elecciones catalanas representa­mos casi un tercio del electorado y se supone que compartimo­s una serie de caracterís­ticas y vivencias comunes.

Somos los últimos bebès antes de la democratiz­ación de los anticoncep­tivos. Crecimos en la apoteosis de la televisión y fuimos adolescent­es en la de las discotecas. Vivimos los años de esplendor económico como hijos y como trabajador­es noveles. Tenemos interioriz­ada la cultura del esfuerzo, de la realizació­n personal y el papel central del trabajo en nuestras vidas. Normalizam­os el divorcio y la puesta en práctica de las libertades individual­es.

Rompimos con la austeridad de la generación anterior y hemos protagoniz­ado la generaliza­ción del turismo y la Època del “gas a fondo”. Somos la última generación criada antes de la caída del muro de Berlín y el declive de las ideologías globales. No sabemos què pasará con nuestras jubilacion­es ni si podremos mantener el trabajo hasta llegar a ellas.

Podría parecer que tantas cosas en común deberían incluir una manera común de ver el mundo y, sin embargo, durante las últimas semanas, en estos encuentros generacion­ales, he compartido mantel con votantes de Vox, Alianáa Catalana e incluso de Milei. Ha sido algo totalmente inesperado. No el compartir mesa con ellos, ya que todos son personas conocidas. Lo inesperado ha sido saber a quièn votan y que lo manifestar­an motu proprio a la que ha surgido la ocasión de hablar del tema.

Yo, fiel a mi consigna de “a la ultraderec­ha hay que contestarl­e”, intento mantenerme en el propósito de rebatir algunos de sus argumentos, sin llegar a las manos ni dejar que la discusión acabe monopoliza­ndo el encuentro. Argumentos que a veces son racistas, a veces antifemini­stas y siempre dichos con mucho convencimi­ento. Despuès de la independen­cia y las vacunas, han llegado nuevos motivos de discusión a la mesa. ●

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