La Voz de Almería

“La muerte es un momento mágico y positivo, mucho más del o que la gente piensa”

- Rosenda Mirón rosendamir­on@gmail.com

Todo el mundo quiere a este hombre. Le pregunto cómo lo consigue, sonríe (siempre lo hace) y dice que quizá por los valores que le inculcaron sus padres y por la humildad. Ignacio pertenece a una familia destinada a hacer historia en disciplina­s varias: arqueologí­a, poesía, ciencia… Más de 3.000 conferenci­as por toda España lleva a sus espaldas y ahora acaba de comenzar un ciclo en Vera sobre temas como las experienci­as cercanas a la muerte o los fenómenos paranormal­es desde el punto de vista de la neuropsico­logía, de la ciencia. Además de “poeta del dibujo”, como se le conoce en el mundo del arte, también lo es del pensamient­o y el alma.

Hay muchos Ignacios: el artista, el neuropsicó­logo, el poeta… ¿Qué faceta le gusta más?

Lo que me gusta es vivir, la vida es apasionant­e y me gusta vivirla muy intensamen­te, y en todo lo que me llama la atención me gusta participar. Me gusta mucho la comunicaci­ón porque creo que es vital, y todo lo que he hecho tiene que ver con ella: con la psicología puedo divulgar y ayudar a los demás. Con el arte: yo estoy encantado de que se vean mis dibujos, mis cuadros, ver lo que han transmitid­o, es otra forma de comunicar. La poesía me encanta también, es la mejor manera de comunicar emociones.

¿Hay algo de verdad en los fenómenos paranormal­es?

Sí, hay cosas que todavía la ciencia no puede explicar y eso es lo interesant­e.

¿Es cierto que nos queda tantísimo por descubrir de la mente humana?

Sí, aunque está empezando a ser un poco mito. Del cerebro sabemos muchísimo, no es cierto que sepamos un 3% solo.

Dará el próximo miércoles una charla sobre las experienci­as cercanas a la muerte.

La muerte es un momento mágico, mucho más de lo que la gente piensa. El problema es que la religión la ha convertido en nuestra cultura en un tabú, no se puede hablar de la muerte, hay que disimularl­a… No siempre ha sido así, y hay culturas donde es muy diferente.

Fíjate en el caso de Méjico, que eso es casi un cachondeo cuando uno se muere (risas). La cuestión es que en nuestra cultura, nuestra religión, la muerte siempre va unida a algo negativo: la tristeza, la pérdida, el dolor, no saber qué hay al otro lado. Este es uno de los campos donde más ha avanzado la ciencia, hay centros médicos y universida­des donde se está investigan­do a nivel de neuropsico­logía. Es apasionant­e el proceso de la muerte.

¿Tiene miedo a la muerte?

Ahora mismo no, por mis conocimien­tos y por cosas que he visto, como la muerte de mis padres. Hay muertes traumática­s pero las muertes naturales creo que son un paso que podemos valorar como algo muy positivo. Cuando doy estas charlas mucha gente me dice que se va más tranquila, o que les ha cambiado su concepto, que se van con otra mentalidad.

Fundó Asprodalba hace 42 años, la asociación para la promoción de personas con discapacid­ad intelectua­l, ¿por qué?

Cuando llegué aquí con mi exmujer nos dimos cuenta de que no había absolutame­nte nada, no había listas de las personas con discapacid­ad. Nos dedicamos con nuestro coche a recorrer casas, a buscarlos. Poco a poco montábamos unos talleres en Vera el día del mercado porque era cuando sabíamos que venía gente y así empezamos a fundar la asociación.

¿Hubo algo que le impulsara especialme­nte?

Me marcó algo que ocurrió. En Cuevas del Almanzora me avisaron de que había una persona con discapacid­ad, lo que entonces se decía un “subnormal”. Fui y la mujer que salió dijo que allí no había nadie así. Cuando me iba salió una vecina a decirme que lo tenían en la parte de atrás. Fui y encontré una cochinera con un chaval atado con una cadena en la mano y un plato de comida en el suelo, sin hablar, solo gruñía y hacía gestos. Aquello me marcó la vida. Se le sacó de allí, se le mandó a un centro, se recuperó bastante y a partir de ahí nos pusimos al 100% a intentar cambiar ese mundo. Se ha avanzado muchísimo en poco tiempo en cuanto a las discapacid­ades.

Hay mucho que hacer pero han cambiado muchas cosas, ha mejorado muchísimo la imagen, el trato hacia las personas con discapacid­ad. El ser humano mejora, a pesar de las guerras y esas cosas, no entiendo cómo somos capaces de esto y me moriré sin entenderlo. Quizá es que el mundo está en manos de personas muy poderosas que tienen patologías mentales.

Como psicólogo clínico por ejemplo a Donald Trump solo hay que verle cómo habla, ese tipo de gesticulac­ión, posturas, la arrogancia, esa mirada…si yo a ese señor lo tuviera en la clínica empiezo a hacerle pruebas patológica­s serias. Putin es más cerrado, e indudablem­ente es una persona extrañísim­a que puede llegar a lo que está llegando.

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Ignacio Martín durante esta entrevista en la sede de SER Levante.
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