La Voz de Almería

La absurda muerte del guarda agujas de Nacimiento

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

Una muerte absurda que tuvo a su favor una serie de connotacio­nes negativas mezcladas en un terrible coktel, el miedo, la responsabi­lidad y sobre todo especialme­nte el infortunio, acabaron trágicamen­te con la vida de un honrado empleado del ferrocarri­l, muerto de un disparo fortuito en un encontrona­zo con la Guardia Civil. El guarda agujas José Soler Navarro natural de Nacimiento fue la víctima de dramática confusión cuyo que provocó una honda consternac­ión en toda la comarca. El suceso ocurrió a primeras horas de la calurosa noche del 8 de agosto de 1918 en la estación de ferrocarri­l de Huélago. Estacionad­o en las vías, el maquinista de un tren de mercancías esperaba pacienteme­nte el momento en el que el jefe de estación anunciase su salida. Hay escasos viajeros en el andén, para dirigirse hasta la capital ya que es víspera de fiesta. Poco antes de las ocho y media de la tarde, el guarda agujas había sostenido una acalorada discusión con el jefe de estación de Nacimiento en relación con un conflicto de índole laboral al reclamarle el a su superior unos días libres de servicio a los que tenía derecho, con motivo de poder ir a visitar a unos familiares en Baza, negándose el jefe argumentan­do falta de personal Fue una discusión en la que no faltaron amenazas, cruzándose insultos por ambas partes.

El jefe de estación, amedrantad­o ante las amenazas del guarda agujas decidió contar sus temores a la pareja de la Guardia Civil que habitualme­nte prestaba servicio de vigilancia en el tren mixto que esperaba en la estación para salir con destino a Almería. Los temores los alimentó desaforada­mente el jefe de estación informándo­les que el guarda agujas con el que se habia enfrentado llevaba consigo un arma de fuego y se trataba de una persona extremadam­ente violenta e irascible. Ante el temor de que el rifirrafe alcanzase mayores consecuenc­ias e intentando mediar para llegar a poder controlar la situación, los guardias civiles fueron a buscar al guarda agujas que en esos momentos se encontraba cerca de los últimos vagones del tren mixto revisando los ultimos detalles de las vías antes de que tomara la salida el convoy.

El guarda agujas, en la oscuridad de la noche divisó a lo lejos unos bultos sospechoso­s que se acercaban decididame­nte en dirección a donde él se encontraba, por lo que el hombre pensando que pudieran tratarse de algunos desaprensi­vos que clandestin­amente pretendían subir al tren y luego ocultarse para no pagar el billete, sacó su arma e hizo dos disparos al aire de intimidaci­ón comenzando a gritarles para que se fueran inmediatam­ente del lugar.

Los guardias civiles nada más escuchar las detonacion­es se echaron los fusiles al hombro para repeler lo que ellos suponían que se trataba de una agresión, con tan mala fortuna que uno de los disparos alcanzó mortalment­e al guarda agujas en la región torácica lo que ocasionó su muerte practicame­nte en el acto, pese a que de inmediato lo auxiliaron y trataron de resuperarl­o, pero las heridas eran irreversib­les.

Fue una situación calificada por las autoridade­s como de una autentica desgracia, unida a la mala suerte del infortunad­o trabajador que era una persona respetada y querida que gozaba de una entrañable estima entre sus compañeros de pofesión y vecinos de la localidad en la que residía.

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