Un negocio casero: “Se limpia y se pone otra vez”
La marihuana indoor se ha convertido en el modo de vida de familias con acceso a casas marginales
La producción casera, atomizada en pequeños cultivos, ha castigado a los barrios por los cortes de electricidad
Las fuerzas de seguridad del Estado decomisaron en el año 2021 más de 700.000 plantas de marihuana en la provincia de Almería. El 90 por ciento correspondía a intervenciones desarrolladas por la Guardia Civil.
El grueso de esas plantas eran, en realidad, matas de cáñamo de cannabis instaladas en invernaderos o almacenes, cuyas aprehensiones dispararon el balance hasta niveles desconocidos en España.
Sin embargo, el principal problema del cultivo de marihuana en la provincia de Almería es la evolución durante más de una década de un sistema de producción industrial a pequeña escala, algo así como una red de viviendas interconectadas para permitir el crecimiento de las plantas.
Este modelo, común en otras zonas de país como Cádiz o Granada, ha castigado barrios enteros de la provincia de Almería y ha servido de modo de vida para familiar capaces de acceder al uso de inmuebles en zonas marginales y también narcobloques okupados. En la zona de Roquetas de Mar y Vícar se han detectado en varias ocasiones edificios completos a disposición de los enganches de luz y agua.
Una conversación captada por la Guardia Civil en el marco de la Operación Urdimbre recuerda las fluctuaciones del mercado y los delicados cuidados necesarios para aprovechar las cosechas.
El 28 de agosto de 2021, un acusado relata sus preocupaciones a un desconocido. “Estamos en La Gangosa, rayados vivos... de la mierda que hemos sacado”.
Su interlocutor le anima. “Hay que limpiar la casa y se pone otra vez. Hay que poner bien los aires y ya está, compadre. Si es que ha salido muy mal, compadre. Si es que no lleva nada, dos rubias y dos de polvo. ¿Qué va a salir de ahí? Esta vez no ha salido bien, pues en la próxima”.
Un día después, un familiar le preguntó al encargado de la marihuana por la cosecha fallida. “¿Qué hacemos con el perejil ese?”. El sospechoso contesta. “Yo tirarlo en el contenedor que tenemos”.
La producción indoor de marihuana ha supuesto el gran caballo de batalla para las fuerzas de seguridad durante una década, pero también un problema constante para los barrios por los cortes de luz provocados por los enganches ilegales asociados a la producción clandestina.