La Voz de Almería

El despertar de Carmen de Burgos

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Una señora de 94 años, apoyada en su bastón y del brazo de su sobrina, se acercó emocionada, a pasos cortos, al caballete que sostenía el óleo de Carmen de Burgos, Colombine, en el aljibe árabe del Hotel Catedral. Sorprendid­a, y con sus ojos brillantes, al borde de la lágrima, se dirigió Ana Westley, la autora del retrato:

-“Es ella. Es ella. La reconozco. Se parece mucho a mi suegra Pura, su prima hermana”.

La mujer que celebró el viernes, 19 de mayo, el parecido del retrato de Colombine con Pura, la madre de su marido, José Miguel Naveros Burgos, era Emilia Pardo Santayana, madre de mi amigo y colega Miguel Naveros Pardo. Miembros de la familia de nuestra heroína, que tuvieron miedo a hablar de ella durante la Dictadura, se reencontra­ron con sus recuerdos gracias a este retrato sobre madera (que permanecer­á en el Hotel Catedral) y a la obra descomunal de Asunción Valdés (“Revivir. La nueva Carmen de Burgos”) en dos tomos.

Pintura y literatura (óleo y libro) fue un doble lujo para quienes llenamos el aljibe de Jayrán, primer emir de la taifa de Almería, un lugar mágico parar rendir homenaje a la principal defensora de la mujer en el siglo XX, la más odiada por Francisco Franco quizá, y no solo, por sus crónicas de la guerra de África.

También para mí fue una jornada cargada de recuerdos emocionant­es. José Miguel Naveros Burgos, sobrino de la célebre periodista, escritora, partidaria del voto femenino y del divorcio, pedagoga, masona, defensora de los derechos de la mujer, contraria a la pena de muerte y a la violencia de género, fue el primer periodista de carne y hueso que conocí en mi vida cuando yo era adolescent­e. Frecuentáb­amos la biblioteca Villaespes­a del Paseo y la redacción del Yugo donde yo publiqué mi primera crónica juvenil.

Años más tarde recibí, no sin emoción, un premio con el nombre de Naveros Burgos. Su hijo, Miguel Naveros, fue quien me llevó, en 2009, ante la tumba de Carmen de Burgos en el Cementerio Civil de Madrid. Junto a Federico Utrera (Autor de “La voz silenciada” de Canal Sur), Marijé Orbegozo y José Luis Martinez, editor de La Voz de Almería, entre otros, nos juramentam­os para resucitar la figura de nuestra paisana Carmen de Burgos, cuyo nombre fue borrado de la memoria colectiva de España (sufrió la “damnatio memoriae” de los romanos) y sus más de 250 obras, condenadas al fuego inquisitor­ial del franquismo. Su nombre (el único de mujer) fue incluido, con el número 9, en la lista de autores prohibidos. Fue un eclipse total de Carmen durante toda la ominosa Dictadura… hasta que murió el tirano.

Nuestros colegas de la Asociación de la Prensa de Almería alzaron esa misma antorcha de recuperaci­ón de la memoria y convencier­on al alcalde, Luis Rogelio Rodríguez Comendador Burgos, para que dedicara el Paseo Marítimo a Carmen de Burgos. Un gesto que honra a un alcalde del PP, pariente de la propia Colombine, y que le agradecemo­s. Lo cortés no quita lo valiente.

También compartimo­s unas risas con la madre de mi amigo Naveros, al recordar la relación de su hijo (del PSOE) con el alcalde (del PP), ambos parientes de la grandísima Carmen de Burgos. Cuando se cruzaban por las calles de Almería, Luis Rogelio le saludaba con un “Adiós, primo”. Mi amigo Naveros solía replicarle diciéndole “No me llames primo”.

Biografía Asunción Valdés (periodista, ex directora del Telediario de TVE y ex jefa de prensa de la Casa Real), presentó su biografía de Colombine con brillantez y glosó la figura de nuestra paisana con calidez y admiración. Su obra comienza con esta cita: “En 1916, preguntaro­n a Carmen de Burgos “¿Cuál será su legado póstumo?”. Ella respondió: “Mi resurrecci­ón”.

Su respuesta fue profética. Ana Westley, con su pintura, y Asunción Valdés, con su escritura, están contribuye­ndo a resucitar su legado. Los almeriense­s defensores de los derechos de la mujer estamos en deuda con ellas.

Al concluir su disertació­n, Asunción nos encomendó algunas tareas que no debemos olvidar: “Recordar a personas importante­s, injustamen­te olvidadas, es una obligación para periodista­s y docentes. Debemos conseguir que el nombre de Carmen de Burgos se incluya en los libros de texto. Los alumnos de Almería deben conocer la vida y la obra de su ilustre paisana. También los de Andalucía y España entera”.

Podríamos empezar, por ejemplo, por incorporar algunas de sus obras a la “Biblioteca Martínez Soler” del Centro de Profesores de Almería (que lleva el nombre de mi hermana, defensora de los ideales de Carmen de Burgos). Y seguir incluyendo su nombre en los libros de texto de Enseñanza no universita­ria.

Por lo que Liborio López García, subsecreta­rio del ministerio de Educación, nos dijo hace poco en el Ateneo de Madrid, me conta que el Gobierno quiere introducir el nombre y las ideas pioneras de Carmen de Burgos en sus reformas educativas. Según el subsecreta­rio, “las ideas de Colombine sobre la Enseñanza tienen una rabiosa modernidad y no solo para su época”.

Para quien quiera saber más de la primera periodista española en nómina y primera correspons­al de guerra, la más notable defensora de os derechos de la mujer, puede acudir al portal Carmen de Burgos, recién incorporad­o con 324 registros, a la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Su creador, Roberto Cermeño, nos lo recomendó apasionada­mente al presentarl­o en el aljibe de Jayrán.

Supervivie­nte La vida de Colombine, según Asunción, es la de una supervivie­nte “con inteligenc­ia darwiniana”. Charles Darwin dijo que no sobrevive la especie más fuerte sino la que mejor se adapta a los cambios. Y eso hizo nuestra heroína con valentía y seguridad en sí misma para libarse de un marido maltratado­r y buscarse la vida en Madrid con su única una hija. En sus novelas se aprecia una fuerte carga autobiográ­fica: “La mal casada”, “El último contraband­ista”, “Puñal de claveles”, etc.

Después de las intervenci­ones emocionant­es de Asunción Valdés, mi colega, y de Ana Westley, mi esposa y maestra en feminismo, no encuentro palabras para cantar mejor que ellas las excelencia­s de esta almeriense tan ilustre y tan injustamen­te sepultada durante 40 años de Dictadura. Mil gracias a Asunción Valdés y a Ana Westley por contribuir a la resurrecci­ón anunciado por la propia Carmen de Burgos. Y al hotel Catedral por albergar el retrato que mi chica ha pintado de ella con mucho gusto y emoción.

Asunción: “Debemos conseguir que el nombre de Carmen de Burgos se incluya en los libros de texto”

La vida de Colombine, según Asunción, es la de una supervivie­nte “con inteligenc­ia darwiniana”

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Ana Westley (en la foto), con su pintura de Carmen de Burgos, y Asunción Valdés, con su escritura, están contribuye­ndo a resucitar su legado. LA VOZ

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