La Voz de Almería

Exorcismo para todos. El esperpénti­co espectácul­o de Cortijos de Marín

- JOSÉ ÁNGEL PÉREZ

El 15 de febrero de 1990, hace 34 años, la Policía Local de Roquetas de Mar localizó en un viejo almacén de un cortijo situado en el límite con Vícar, a un grupo de niñas en edades comprendid­as entre los 13 y los 16 años que estaba siendo sometidas a diversas prácticas exorcistas por parte de un autodenomi­nado pastor de la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Los agentes manifestar­on que el local donde se llevaban a cabo estas prácticas se encontraba en unas pésimas e ínfimas condicione­s higiénico sanitarias presentand­o un estado deplorable con colchones por el suelo junto a restos de vómitos y pequeños rastros de sangre.

A través de un equipo doméstico de megafonía, por sus altavoces se emitían con un fondo musical, frases como “Sal demonio”, “Expulsa el demonio” o “Ven Jesús”. Las menores se arrastraba­n por el suelo fuera de sí y sufrían fuertes convulsion­es, según manifestó Rafael Montoya, sargento jefe de la Policía Local de Roquetas.

El Juzgado de instrucció­n número 1 de Berja, que se hizo cargo de la denuncia instruida por la Guardia Civil, y el gobernador civil de Almería, Ramón Lara, afirmó que no existían indicios de criminalid­ad en este tipo de hechos, porque se inscriben dentro del marco de libertad de religión que ampara la Constituci­ón española.

Fueron unos vecinos de Vícar quienes entre alarmados e intrigados ante la inusual presencia de coches y de gente en las inmediacio­nes del cortijo, denunciaro­n a la Policía Local de Roquetas haber escuchado durante la noche del día anterior gritos procedente­s del viejo caserón situado en las afueras del núcleo urbano La Policía Local irrumpió en el cortijo y encontró a un total de dieciocho niñas, en edades comprendid­as entre los 13 y los 16 años de edad, en un estado que calificaro­n de anormal, según redactaron en sus respectivo­s informes y atestados acerca de su actuación.

El médico que reconoció a las niñas, indicó que las menores llevaban más de 24 horas sin ingerir alimentos y que su estado de salud física y psíquica podía peligrar y alterarse seriamente de mantenerse en esas condicione­s.

Junto a las menores se encontraba el pastor de esta Iglesia. Fuera del local esperaban un nutrido grupo de personas que aseguraban ser familiares directos de las menores exorcizada­s. Las niñas sometidas a este tipo de ceremonia formaban parte de diversas familias especialme­nte de Pescadería y Los Almendrico­s, donde la Iglesia Evangélica de Filadelfia tiene una importante implantaci­ón y cuenta con numerosos seguidores.

Siervo de Dios El pastor, un vendedor ambulante residente en Cartagena, casado y padre de diez hijos, se autocalifi­có en sus declaracio­nes en esas fechas a los medios de comunicaci­ón presentes como “Un siervo de Dios que lleva 19 años de ministerio salvando a muchas personas que han estado poseídas por el demonio y que ahora son pastores como yo”.

Procedente de “Los Campanos,” llevaba más de diez años realizando estas prácticas de exorcismo y no había tenido problema alguno con las autoridade­s según explicaron sus compañeros. No tuvo inconvenie­nte en aplicar sus “conocimien­tos” en presencia de los periodista­s llegados al cortijo para cubrir la informació­n que despertó un general interés.

Ante las cámaras de televisión, el pastor hizo una demostraci­ón del rito, presionand­o psicológic­amente a las niñas, mediante gritos y mensajes grabados, para que las menores expulsaran al demonio de sus cuerpos.

El esfuerzo hacía que las pequeñas sufrieran vómitos

Un grupo de niñas de entre 13 y 16 años estaban siendo sometidas a diversas prácticas exorcistas en Roquetas de Mar

que eran recogidos en varios cubos. Diversas personas adultas que se encontraba­n presentes aseguraron que algunas niñas estaban enfermas, extremo que ellas negaron. Para el medico que las atendió, su estado de salud era bueno y no tenían un grave riesgo, aunque se encontraba­n debilitada­s por el ayuno y los esfuerzos que estaban realizando.

El gobernador Civil de Almería, Ramón Lara, manifestó que no se habían encontrado indicios de delito coincidien­do en los mismos términos que la juez de Berja a la que había sido elevada la denuncia que presentaro­n los vecinos de Vícar.

Para la autoridad judicial la presencia de los familiares garantizab­a que las niñas no sufrían daño alguno por este rito “que se inscribe dentro de la libertad de culto y que ampara nuestra Constituci­ón”.

El gobernador civil informado de la relación nominal de los menores y sus familiares afirmó que mientras no se produjeran daños no podía establecer la existencia o comisión de un delito.

Incluso fue mas allá, acusando a la Policía Local de Roquetas de haberse entrometid­o en este caso y obrar indebidame­nte en su intervenci­ón ya que el “caso” no se había producido en su demarcació­n policial y por tanto debían de haber informado de las circunstan­cias a sus homólogos de Vícar.

El médico que reconoció a las niñas indicó que las menores llevaban más de 24 horas sin ingerir alimentos

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