Mueren tres ancianos en Canjáyar en el incendio en una residencia
Este dramático suceso tuvo lugar en la residencia de ancianos de Canjáyar regentada por las Hermanas Mercedarias y la tragedia incluso pudo ser mayor y de más gravedad, ya que a la hora que se declaró el siniestro, a las seis de la tarde, se encontraban en el centro unos cincuenta ancianos que poco tiempo antes habían asistido a la merienda. La tarde del 3 de marzo de 1982 se vivieron momentos de auténtico dramatismo en este centro geriátrico. La profesionalidad de los cuidadores y empleados de la residencia evitó que el pánico y el caos reinante, provocasen más víctimas mortales en unos momentos de desesperación de los ancianos que trataban de escapar del humo que los asfixiaba, y ponerse a salvo durante el desalojo de las instalaciones. Las causas del siniestro, según se pudo determinar una vez concluidas las investigaciones efectuadas por la Guardia Civil, tuvo como elemento determinante una estufa eléctrica situada junto a una mesa de camilla que se encontraanciana ba en el salón de estar de la residencia. Una chispa eléctrica o el recalentamiento del enchufe cercano a la falda de la mesa de camilla desató el incendio cuyas llamas en pocos minutos invadió de una densa cortina de humo todo el salón.
En la extinción del incendio colaboró prácticamente todo el pueblo y de manera fundamental la Guardia Civil cuyos hombres arriesgaron sus vidas para rescatar a los ancianos presas del pánico por las llamas y la profunda humareda que impedía cualquier movimiento.
Una labor destacada tuvo el sargento jefe, comandante de puesto de la Benemérita en Canjáyar que se jugó la vida en el rescate de una de setenta años que se encontraba envuelta en llamas y se retorcía en el suelo desesperada. Los agentes a su mando, junto a las monjas y vecinos fueron sacando en brazos a la mayoría de los residentes, muchos de ellos imposibilitados y en sillas de ruedas. Algunos ancianos y sus rescatadores resultaron intoxicados leves durante las labores de desalojo.
Otro papel importante en estos primeros momentos de desesperación lo protagonizó el médico del pueblo, Miguel Cortés Fuertes que fue uno de los primeros vecinos en acudir en auxilio de las víctimas y organizar todo el operativo de atención médica a los heridos más graves. Este siniestro, por su dramático y siniestro balance de tres víctimas mortales ha marcado sin duda a esta localidad y a todo el valle del Andarax por esas funestas consecuencias.
Como consecuencia de las llamas y por asfixia de humo fallecieron en el acto Manuel Boix Santos de 80 años de edad natural de Elche, Josefa Sánchez Picón de 84 años de edad y Victoria Valverde Valverde de 78 años, estas dos últimas naturales y vecinas de Almería. Además resultaron heridas de carácter grave por quemaduras de primer y segundo grado en diversas partes de sus cuerpos, Dolores Porromeo Alonso y Aurelia Melgarés del Castillo, ambas vecinas de Madrid. Estas mujeres tras ser evacuadas una hora más tarde hasta la residencia sanitaria “Virgen del Mar” de la capital, tras una primera actuación médica en el departamento de Urgencias, dada su delicada situación fueron trasladadas en ambulancias hasta la Unidad de Quemados de la residencia “Virgen de la Arrixaca” de Murcia donde permanecieron durante varios meses hospitalizadas salvando la vida, aunque con secuelas importantes. El suceso nada más conocerse movilizó a las autoridades de la provincia que de inmediato se desplazaron desde la capital hasta Canjayar, entre ellos Javier Campos Amaro en representación del Gobernador Civil de la provincia, el presidente de la Diputación José Fernández Revuelta y el secretario provincial de UCD, Juan José Jiménez entre otros, acompañando al alcalde de Canjayar, José Romera Granados y al resto de la corporación en unos momentos muy dolorosos y tristes para todo el pueblo. Dos años antes, el 17 de mayo de 1980 se había producido el terrible incendio y explosión de la calle Gerona provocado criminalmente y de forma intencionada acabó con la vida de siete personas entre ellas, tres niñas de corta edad y la del autor material del criminal atentado. Todo fue en escasos minutos durante las primeras horas de la madrugada del domingo al lunes del 17 de marzo del año 1980. Tras la virulenta explosión y con las llamas asomándose por balcones y ventanas, dos vecinos de la capital los hermanos Pedro y Rafael Sánchez en esos primeros angustiosos minutos arriesgaron sus vidas desafiando las llamas, al acceder trepando a la vivienda de dos plantas que quedó totalmente destruida para rescatar a las personas que se encontraban en el interior de las casas, antes de que se iniciaran las labores de auxilio por parte de la Policía y bomberos.