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El pulpo, el rey del San Froilán que todos quieren probar

Los hosteleros de la ciudad sacan a la calle los calderos y el ferial cuenta con cuatro casetas

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Cuando se habla de San Froilán es imposible no hacerlo de pulpo. No existe ninguna fiesta en Galicia que tenga un producto tan enraizado en la tradición popular. Pocos se resisten a probarlo. Acudir a San Froilán es sinónimo de casetas en el ferial, de calderos en las calles, de camareros llevando raciones de pulpo por el aire y de cocineras cortando sobre platos de madera. Lugo se convierte en una gran pulpada, en la que participan familias, compañeros de trabajo, visitantes o simples comensales que no se quieren perder una de las tradicione­s por excelencia del San Froilán.

Para consumirlo, en el ferial hay cuatro casetas con el precio del pulpo estipulado por el Concello. Tienen a su favor que son los lugares tradiciona­les, aunque atrás quedaron los tiempos de las mesas corridas y com- partidas para convertirs­e ahora en restaurant­es ambulantes. Frente a lo clásico, las colas y las raciones pequeñas, los visitantes pueden degustar el pulpo en cualquier restaurant­e y mesón de la ciudad. La mayoría sacan a la calle sus calderos a modo de invitación. Cerca del ferial y de los escenarios de los conciertos existen abundantes locales, como la zona de los vinos (Praza do Campo y Rúa Nova), el entorno de la estación de buses o el barrio de Recatelo. En los días con más afluencia de público, especialme­nte el Domingo das Mozas, puede compensar acercarse a barrios no muy lejanos del centro histórico, como A Milagrosa o Fonte dos Ranchos, y así evitar esperas.

Eso sí, para aquellos que no se atrevan ni a probar un trozo de pulpo, Lugo está sobrado de razones para comer. Lo dice su eslogan gastronómi­co: «...E para comer, Lugo». Hay restaurant­es para todos los bolsillos, gustos y especialid­ades.

Otra opción que bien merece la pena es la de picotear o salir de vinos. La hostelería de Lugo tiene la fama ganada de ofrecer tapas y pinchos con la consumició­n, y aunque hay locales que se esmeran más que otros, es una buena manera de conocer otra cara de la gastronomí­a lucense. Eso sí, en momentos de mucha aglomeraci­ón hay locales que no pueden ofrecer las tapas y los pinchos.

Por otra parte, en Lugo existe tradición de comer dos postres durante estas fiestas: las cañas de crema y las tejas, hechas con miel y almendra. Es recomendab­le comprarlas en las pastelería­s con más solera o pedirlas como sobremesa en los restaurant­es.

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