La Voz de Galicia (Ferrol) - La Voz de Galicia (Ferrol) - Especial1

Álvaro Rábade

- Por Álvaro Rábade Romeo, Sacerdote

Los relatos del nacimiento de Jesús son el fundamento de las fiestas de Navidad. Las fiestas más ampliament­e celebradas en la tierra. Tienen dimensión histórica, religiosa, social, cultural, económica. Ninguna fiesta religiosa es conmemorad­a con tal amplitud por personas de distintas culturas y etnias, por personas cristianas y no cristianas (La primera Navidad,

Marcus J. Borg y John Dominic Crossan).

Cuando la comunidad de Jesús se reúne por Navidad, Jesús nace para la vida de los creyentes y para la vida del mundo. Y vuelve a hacer realidad palpable que Dios ha amado tanto al mundo que le ha entregado a su Hijo único, para que el mundo participe de su vida. La fiesta de Navidad entonces se convierte en fiesta de agradecimi­ento, no sólo por el hecho acontecido hace dos mil años en Belén. Se convierte en fiesta de agradecimi­ento porque, este año, este diciembre, Dios se hace hombre para nosotros y para todos los hombres; Dios es, nuevamente, intensamen­te, palpableme­nte Dios con nosotros (Navidad, Dios con nosotros, Josep Lligadas).

Navidad es un cumplimien­to y al mismo tiempo un comienzo (Jean M. Lustiger).

La Navidad es la fecha en la que Dios “hecho hombre” hace su presentaci­ón entre nosotros. Dios se hace niño para poderlo amar más. “Nadie puede amar una cosa a menos que pueda rodearla con sus brazos” (Fulton Seen). Navidad es la fiesta en que no se celebra un acontecimi­ento pasado, que ocurrió una vez y ya pasó, sino algo presente, que es, al mismo tiempo, comienzo de un fabuloso eterno que se nos acerca. Es la fiesta de la eterna juventud. Nos ha nacido un niño, en él se injerta definitiva y triunfalme­nte en este mundo la eterna juventud (Rahner, citado en Todos nacimos en Belén, de Martín Descalzo).

Navidad es epifanía. Es plenitud de los tiempos. Dios se manifestó (Gal 4,4). La manifestac­ión de Dios en un niño que ha nacido para salvarnos, y para que Dios Padre nos manifestar­a su infinito amor. Un niño es debilidad, ¡es el Dios todopodero­so! Niño que llora, que se puede tocar, acariciar, besar… El niño del pesebre, es Dios necesitado de nuestro amor (Benedicto XVI, 2412-2011).

Nunca una historia tan grande empezó por cosa tan pequeña. Un gran acontecimi­ento en un hecho tan pequeño. Empieza una gran historia por gente que no cuenta. Nace Jesús en una casa sin puertas y se pone en los brazos de la pobreza (J. Antonio Pagola).

En la Navidad, no sólo se celebra con gozo el día en que el Hijo de Dios apareció ante nuestros ojos; es adentrarse en la profundida­d de este misterio y vivirlo con admiración y con gratitud (Cardenal Carlos Amigo, Navidad de 2014).

La Navidad es un acontecimi­ento que afecta a todos y que a mí me pide una vivencia profunda de este misterio de Dios que viene a estar con nosotros en pobreza y en sencillez y expresando el gran amor que Dios nos trae a cada uno de nosotros (Pedro Sanchi, sacerdote).

Siempre ha pensado que la Navidad era una buena época: una época amable, benévola, caritativa, placentera; la única época, que yo sepa, del largo calendario del año en la que los hom- bres y mujeres parecen abrir, de común acuerdo, sus corazones cerrados y considerar a las gentes humildes como verdaderos compañeros de viaje (Canción de Navidad, Charles Dickens, pg. 20).

¿Por qué este recién es tan recordado? ¿Qué esconde su nacimiento? Jesús ha nacido para todos, no contra todos. Es un guía en nuestro camino, es un amigo de todos. No viene a quitar nada, viene a dar amor, paz, felicidad (Pablo VI, Nochebuena 1971).

Navidad es de todos: de grandes y de pequeños, de jóvenes y de mayores, de padres y de hijos, y hasta de los que creen como de los que no creen. En ningún día del año se aproxima tanto la humanidad al espíritu de la fraternida­d universal. El mundo se hace más humano en la Navidad (Alonso Escalada).

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