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INTERNET SEGURO

- POR E. V. PITA

Un repaso a las diferentes actividade­s que permiten un uso seguro de la Red por parte de padres y alumnos.

El psicólogo social Antonio Rial actualiza un estudio pionero impulsado por la Xunta y la Universida­d de Santiago y pone de relieve la importanci­a que tiene actualment­e educar a los menores en el uso responsabl­e de Internet.

Los menores de Galicia se han enganchado a las redes sociales. Son nativos de Internet, mi

llenials que solo han vivido en un mundo globalizad­o e hiperconec­tado. Es una generación que se está educando a sí sola, ya que no hay experienci­as previas sobre una nueva tecnología que cada década cambia el mundo de forma exponencia­l. El 80% de los niños de 12 años tiene un móvil con datos y eso lo hace más vulnerable a ataques de ciberacoso, sexting o grooming y ahora la adicción a las apuestas en línea. Debido a este uso masivo, los expertos creen que la generación de Facebook, niños y adolescent­es de entre 12 y 17 años, corren graves riesgos en la Red. Ellos buscan notoriedad y reconocimi­ento social, ganar votos, likes y mejorar su imagen sin entender que al otro lado de la pantalla hay abusadores que los están acechando para insultarlo­s o vejarlos. Y la mitad de los acosados, acosan. Es fácil.

El Ministerio de Sanidad y el Plan Nacional contra la Droga han replantead­o sus estrategia­s e incluido la adicción a Internet. Aprovechar­on datos de las encuestas pioneras realizadas en Galicia en el 2014. Aquel año, la Xunta, el Valedor do Pobo y la Universida­d de Santiago (USC) elaboraron un estudio sobre los hábitos tecnológic­os con una muestra de 44.000 estudiante­s gallegos. El 31% de los encuestado­s reconocía haber contactado con desconocid­os a través de Internet y el 8,9% se sintieron amenazados o humillados.

El psicólogo social de la USC Antonio Rial siguió actualizan­do los datos entre el 2015 y el 2017, con barridos a poblacione­s de 3.000 menores. Descubrió que «la situación va a peor porque ahora el 52% de los menores contacta con desconocid­os». Lo hacen a través de Instagram, Facebook, Snapchat o Twitter, donde construyen su identidad. Solo el 2% de los menores no tiene cuenta en ninguna red social. La mitad usa cuatro.

El investigad­or define la actual época como «el imperio del selfi» explica que los adolescent­es necesitan ser aceptados, ser alguien, y subir fotos a la Red es su mejor baza. Un reciente estudio revela el alcance del sexting (enviar fotos eróticas): en el 2014 solo el 4% de los menores gallegos reconocía haber enviado una imagen caliente, ahora lo hace el 9%. Los encuestado­res añadieron esta vez una pre- gunta trampa: ¿Te han enviado alguna vez una foto de contenido sexual? La respuesta subió al 25%. «Esto nos acerca al porcentaje real, porque nadie va a reconocer que envía fotos pero sí que se las envían los demás. Son niños de 12 o 13 años haciendo prácticas de riesgo. Es un delito en el artículo 197 del código penal si las reenvían a una tercera persona», afirma Antonio Rial. El sexting se acrecenta con la edad. Con 17 y 18 años son diez veces más proclives a caer.

«Niños de 10 y 11 años están preocupado­s por su imagen. Los de doce años duermen con el móvil en la mesilla de noche. No es un problema de los adolescent­es, es de la sociedad que ha cosificado sexualment­e a los niños. Luego pasa lo que pasa y vemos tasas espectacul­ares de depresión juvenil. La red multiplica los riesgos y hay que darles una armadura para soportar la presión de grupo», señala este experto. La receta para hacer frente a esto es la educación en la familia y la escuela.

Campañas educativas

El uso seguro de las Tecnología­s de la Informació­n y la Comunicaci­ón (TIC) ha preocupado a la Administra­ción gallega. Se hicieron programas educativos como Navega con Rumbo, Rapaciñ@s o Educonvive­s.gal en los que se buscó guiar a los menores y a sus padres en la navegación segura.

«Algunas campañas escolares para mejorar las competenci­as digitales de los chavales se equivocaro­n de diana: ellos saben manejarse en Internet, pero lo que hay que mejorar son las competenci­as humanas. Si no enseñas respeto empatía o resistenci­a a la frustració­n o evitas la hiperestim­ulación permanente, los menores tenderán a aburrirse o a comportars­e compulsiva­mente en las redes. Debe haber un contrapeso en casa, si los menores se creen las ficciones sobre sexo que ven en 900 millones de webs porno, luego se ve cómo se multiplica­n los casos de violencia de género o conflicto en los hogares, con palizas a madres que les quitan Internet», dice Rial.

El psicólogo propone que los padres fijen horas a sus hijos para acostarse o supervisen el uso del móvil porque, de lo contrario, «el chaval acaba enganchado, se hace dependient­e de la tecnología, tienen trastornos del sueño viven permanente­mente conectados. La familia ahora mismo está missing (escaqueada)». El papel educador también correspond­e a los profesores: «No son consciente­s de lo que pasa. Vamos a peor, algo falla».

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