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RÍAS BAIXAS Y NORTE DE PORTUGAL
EL CENTRO HISTÓRICO Y LA NATURALEZA FORMAN LA COMBINACIÓN PERFECTA EN UNA CIUDAD QUE SE VIVE EN LA CALLE Y QUE SE HA CONVERTIDO EN UN EJEMPLO
Pontevedra se vive caminando, pisando con mimo cada rincón, cada piedra. Las miradas internacionales hace años que apuntan a su modelo urbano hasta convertirlo en referente de las principales urbes europeas. Se han reconquistado los espacios para los peatones y se han aliado con la naturaleza, el otro puntal de este proyecto urbano que agrada a los vecinos y sin duda, conquista a los que recalan en la Boa Vila. La entrada en el siglo XXI supuso la recuperación del centro histórico para uso y disfrute de los ciudadanos después de una época en la que los vehículos habían ganado espacio.
Pontevedra está ahora en el mapa internacional como una villa ejemplar diseñada para sus vecinos y en especial para los más pequeños. No hay plaza, ni rincón de la ciudad en la que no se escuche la voz de los niños sien- do felices. No es casualidad, el modelo urbano surgió inspirado por el pedagogo italiano Francesco Tonucci y su
Ciudad de los Niños. Se ha convertido en una referencia en París, Hong Kong, Nueva York, Bruselas... la lista es muy extensa. Y en esa lucha por mantener esa Pontevedra armónica entre casco urbano y naturaleza se suma ahora un nuevo proyecto, que se extiende hasta el puente de O Burgo.
La ciudad quiere despedir a los peregrinos y dar más presencia al peatón en un escenario que es más que un puente, es un símbolo urbano, una seña de identidad de la capital del Lérez. Al amparo del río que da de beber a la ciudad, el Concello plantea devolver a los peatones uno de sus corazones, quiere convertir la zona en un área atractiva tanto para los vecinos como para los peregrinos que enfilan el Camino Portugués. Desde el siglo XII el puente ha ido transformándose siglo a siglo hasta que en 1960 se le añadieron dos viseras que permitieron ensanchar el puente, además de construir unos pilares de hormigón para soportar esa estructura.
El proyecto de acondicionamiento busca la transformación de la zona y su puesta en valor. Fuera coches, solo personas. Articulan esta propuesta sobre una maniobra lumínica. Por un lado, una iluminación superficial sobre el pavimento y por otro, la instalación de proyectores que realcen los arcos del puente. La luz será una de las grandes protagonistas del proyecto de reforma de la estructura para convertirlo en una pieza fundamental de la fisonomía urbana. Pero además de la nueva imagen que dé la iluminación, desaparecerán las aceras y todo será un paseo, marcado por unas luces que desde el suelo quieren marcar el camino a propios y extraños. Este diseño no hace más que confirmar la apuesta por vivir de cara al río y en armonía en una ciudad pensada para las personas.
El Concello afronta un proyecto espectacular que convertirá el puente, emblema de la ciudad, en espacio peatonal e iluminado