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Tres rutas naturales en el entorno urbano
El río Lérez atraviesa la ciudad y se convierte en un referente de esparcimiento para los vecinos de la ciudad. La vida crece en sus márgenes y el ocio y el deporte pontevedrés no se entiende sin él. Pero no es el único espacio fluvial que merece atención en una capital de provincia rodeada de naturaleza. Quien llega a Pontevedra puede comenzar su viaje subiéndose al mirador de las aves y disfrutar de la vida natural de la Xunqueira. Varios kilómetros de sendas circulares, practicables para sillas de ruedas, se han convertido en los últimos años en un espacio privilegiado para el esparcimiento. La ruta arranca en el puente de As Correntes y llega hasta Pontecabras, donde existe una antigua instalación fabril.
La Senda do Lérez nace en el mar y se va adentrando en un paisaje interior y frondoso a lo largo de seis kilómetros, que llegan hasta Ponte Bora, pasando por lugares singulares como la pequeña cascada de la Cola do Cabalo, los restos de un antiguo balneario de aire decimonónico y pequeñas presas, que dan más encanto a la ruta.
Pero además del Lérez, Pontevedra está bañada por el Gafos. Este río tiene un tramo urbano, que es una especie de refugio natural en la ciudad, pero desde la Estación de Autobuses hasta el final de Tomeza discurre una ruta sinuosa en la que son habituales los peregrinos que hacen un recorrido alternativo al Camino Portugués.