Malaga Hoy

Campanilla­s Un año después del paso de ‘Gloria’

El encauzamie­nto del río sigue sin afrontarse

- Sebastián Sánchez MÁLAGA

Hace poco menos de un año, el cielo se derrumbó sobre Campanilla­s. La barriada, localizada en la zona oeste de Málaga capital, quedó parcialmen­te anegada tras el desbordami­ento del río Campanilla­s y de algunos arroyos aledaños. La envergadur­a de la catástrofe que dejó a su paso la borrasca Glor ia se tradujo en cerca de un millar de damnificad­os y unos daños millonario­s.

Los coches arrastrado­s, las viviendas anegadas, los muros derruidos fueron la consecuenc­ia irremediab­le de una tromba histórica. A lo l argo de cinco jornadas, sobre el barrio cayeron del orden de 400 litros por metro cuadrado, 50 de ellos justo en la hora en la que las aguas del Campanilla­s superaron las barreras.

Gloria confirmó la debilidad de un entorno urbano cuyo crecimient­o se había asentado sobre suelos inestables, en riesgo continuo. Y puso en evidencia la inacción de aquellas administra­ciones que 15 años atrás habían comprometi­do como necesario el encauzamie­nto del mismo río desbordado.

La Junta de Andalucía llegó a poner negro sobre blanco la trascenden­cia de esta infraestru­ctura, al punto de valorar su desarrollo en 53,6 millones. E incluso el avance del Plan General de Ordenación Urbanístic­a (PGOU) de Málaga, que vio la luz en 2005, señalaba que se trataba de la “obra de mayor importanci­a” en la barriada, arguyendo que las crecidas del río.

El encauzamie­nto prometido sigue sin formar parte de la agenda prioritari­a de las institucio­nes (el Ayuntamien­to lo ha incluido en sus peticiones a los fondos Covid). Sin embargo, el último año ha permitido al menos activar algunas obras de mucha menor envergadur­a con las que incrementa­r las defensas de este territorio.

Al poco de confirmars­e el drama de los vecinos, el Gobierno andaluz anunció una labor de limpieza, dragado y creación de escolleras a lo largo de 800 metros del cauce por valor de 750.000 euros. El Consistori­o, por su parte, según los detalles aportados por la concejala del distrito, Ruth Sarabia, ha llevado a cabo más de 200 actuacione­s valoradas en unos 2,1 millones. Montante que incluye el arreglo de calles, de rotondas, de parques infantiles, de carriles, de arroyos y caminos y otras zonas comunes.

Acciones a las que se sumaron la reparación del CEIP Francisco de Quevedo, “que quedó devastado en el exterior e interior (planta baja)”, y el Centro de Ser vicios Sociales. Sarabia comenta que para estas últimas intervenci­ones, a finales del año pasado, el Ayuntamien­to recibió por parte del Consorcio de Seguros una compensaci­ón por 130.000 euros.

A lo ya materializ­ado, la Administra­ción local quiere sumar a lo largo de este año otras inter venciones con las que reducir el riesgo de inundacion­es futuras, en especial, en la zona de El Brillante. “La idea es meter dos colectores grandes para que no pueda volver a inundarse aunque llueva a mares”, expresa la concejala.

Las tuberías recogerían el agua que baja por calle Adonis, con mucha pendiente, y acaba en Cristobali­na Fernández y El Brillante. “Justo es la zona que se vio más afectada hace un año”, recuerda. La previsión es que la obra sea licitada este mismo año. A esta iniciativa se pretende sumar en los próximos meses el encauzamie­nto del arroyo Rebanadill­a, otro de los que se vio superado por la crecida.

Trabajos que son recibidos con satisfacci­ón por una parte de la vecindad. José Sanmartín, presidente de la Asociación de Vecinos El Roquero, no tiene dudas en afirmar que hoy las circunstan­cias “han cambiado favorablem­ente”. “En calle Fausto tenemos el arroyo Rebanadill­a, que fue el principal causante de las inundacion­es en nuestra zona; se desbordaba año tras año y siempre pedíamos el arreglo”, destaca. Cuando se le pregunta por si aún hoy se mantiene el recuerdo de hace un año, no tiene dudas: “Lo rememoramo­s pero estamos más tranquilos, pero no dejamos de estar preocupado­s por otros vecinos del distrito”.

“Cuando me acuerdo de lo que pasó hace un año se me ponen los pelos de punta”, confiesa Carmen Fernández, presidenta de la Asociación de Vecinos Campanilla­s, una de l as afectadas de manera directa por Gloria. Cuenta que en su casa entró el agua hasta una altura de unos 30 centímetro­s, quedando dañada parcialmen­te.

El Consistori­o impulsa actuacione­s para rebajar el riesgo de inundación en la zona

“Cuando me acuerdo de lo que pasó se me ponen los pelos de punta”, dice una vecina

“He podido cambiar las puertas y arreglar el baño, pero lo que no he recuperado son las fotos de mi boda, que quedaron manchadas”, reconoce con pena.

Carmen reconoce que la pasada semana, cuando otra borrasca, en este caso Filomena, hizo acto de presencia en la provincia, llegando a activar el aviso naranja por fuertes precipitac­iones, el miedo volvió a la barriada. Cuando el cielo empezó a descargar sobre la capital, en Campanilla­s los vecinos no dormían. “Estábamos todos en vela, levantados; todo el mundo en la calle y los propios vecinos levantando las arquetas, con un miedo tremendo”. “¿Usted cree que se puede vivir con ese miedo? Los vecinos de Campanilla­s no nos merecemos eso”, apostilla.

Cuenta esta representa­nte vecinal, particular­mente combativa con el Ayuntamien­to, que desde febrero del año pasado están a la espera de una reunión solicitada al distrito para abordar el problema existente. El objetivo, comentó, no es otro que el de plantear las necesidade­s que tiene el barrio.

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Varios coches arrastrado­s por la crecida del agua.
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Vista aérea del desbordami­ento del río Campanilla­s y los arroyos de la zona.
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JAVIER ALBIÑANA
 ?? JAVIER ALBIÑANA ?? Varios vecinos limpian el barro en el patio de su casa.
JAVIER ALBIÑANA Varios vecinos limpian el barro en el patio de su casa.

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