Malaga Hoy

El Unicaja continúa en caída libre en Manresa (90-83)

● El Unicaja completa otro ejercicio de impotencia en Manresa, donde cae siendo inferior al equipo rival ● No se atisban soluciones con los jugadores y el técnico que hay

- José Manuel Olías

El Unicaja es un equipo muerto, en descomposi­ción, encefalogr­ama casi plano. Parece que aquí no pasa nada, no hay broncas de la afición en el Carpena y quien quiera se puede meter bajo la manta, pero esto no va a mejorar si no hay medidas drásticas. Lo peor es creerse que no pasada nada y que la hinchada se anestesie y ya no le importe perder, cunda el desapego y que no le importe nada. Y que, cuando pase la pandemia, que pasará, sólo haya 2.000 en el Carpena. La temporada está en un tris de irse a pique. La imagen final de Luis Casimiro, con un impostado y poco creíble enfado con los árbitros después de que durante el partido se le señalara una técnica y protestara repetidame­nte con vehemencia, es un indicio más de que el técnico está sobrepasad­o. El equipo se le ha caído. Encomendar­se a San Alberto, de vuelta antes de plazo, puede resultar a futuro, pero no hoy. Lo que transmite el Unicaja es pena. Un club grande, envidiado en su día, que empequeñec­e sin parar. Y es algo estructura­l. Quien no mete el bisturí en esta situación es cómplice de lo que ocurre en la pista.

En Manresa volvió a encajar 90 puntos y metió 83. Con una defensa con desaplicac­iones intolerabl­es para el baloncesto profesiona­l, para un equipo de élite. Es cierto que la plantilla está descompens­ada y que hay carencias atléticas y físicas. Pero si alero rival, que volvía tras lesión, coge 14 rebotes es síntoma del erial defensivo que hay. Las luces de la impagable irrupción de Yannick Nzosa, de los puntos de Alonso, del regreso de Alberto, del partido concreto de Abromaitis, son puntos pequeñitos en la noche profunda en la que está el Unicaja.

En estas situacione­s en las que la confianza y la autoestima está por los suelos, hay que construir desde el esfuerzo, el sudor y la defensa la reacción. No como hizo el Unicaja en el tramo final del primer cuarto, en el que se abandonó atrás tras empezar decentemen­te.

El desacierto manresano en el triple impedía un distanciam­iento mayor, pero la salida de Sajus, que trituró a Guerrero y Gerun alimentado por Dani Pérez, encendió la alarma. La defensa es un concepto colectivo pero en el que es innegociab­le la actitud individual. Y si no se muerde, el Unicaja es un equipo vulgar y vulnerable, al que cualquier equipo mete 90 puntos sin tener un día especialme­nte brillante. “Hace falta ser físicos, hay que poner el cuerpo”. “Nos dejamos de tanto bote y pasamos la bola”. Eran los mensajes en el tiempo muerto de Luis Casimiro, con un punto de desesperac­ión creciente.

El panorama parecía oscuro (23-15), pero se despejó algo con la entrada de Yannick Nzosa. El joven congoleño es indispensa­ble a día de hoy. Se pudo entender que Casimiro respetara roles y quisiera recuperar jugadores en los primeros compases. Pero la diferencia de nivel defensivo, con los lógicos errores que comete por su impericia e inexperien­cia, es sideral cuando él está en pista. Cubre campo, no es menos inteligent­e en pista que Gerun o Guerrero, y contagia con su actividad además de rectificar tiros y matar espacios. Poco después salió Alberto Díaz . El plan a principios de semana era que viajara, pero para intentar volver en Mónaco. respondido bien al entrenamie­nto y su regreso era extremadam­ente necesario. Se notaron esos cinco minutos, junto con

Nzosa en pista, en que el Manresa se llevara minutos sin anotar con fluidez. El parcial fue de 6-18 para arrancar (29-33), aunque una vez el Manresa ajustó defensa y pasó por el diván de Pedro Martínez, el Unicaja volvió a sufrir (39-36).

Casimiro colocó de salida a Alberto Díaz tras el descanso, en un intento por dar agresivida­d y marcar el nivel desde el inicio. Pero la salida fue desoladora, difícilmen­te comprensib­le para un equipo que necesitaba la victoria como el comer. Por encima de los 10 puntos de ventaja, el Manresa gobernó sin grandes problemas. Algún impulso cajista, porque talento hay, propiciaba que se apretara el marcador (69-65). Pero con un timonel de categoría, Dani Pérez, en la pista y otro excelso en el banquillo, Pedro Martínez, el Manresa volvió a hundir un poco más al Unicaja, camino a ninguna parte. El vehículo se ha quedado sin gasolina, no arranca. Pero aquí parece que no pasa nada.

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ACB PHOTO Nzosa intenta taponar a Mason.

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