Malaga Hoy

MEJOR CALLARSE

- ENRIQUE LINDE

NOS gustaría que nuestros dirigentes políticos gozaran del don de la infalibili­dad y que no se equivocara­n nunca en sus acciones y declaracio­nes, pero lo cierto es que ese grado de perfección no se consigue nunca. Por tanto, y para no agriarnos demasiado el carácter, deberíamos rebajar el nivel de exigencia y, en estos tiempos de incertidum­bres y desasosieg­os, conformarn­os con cualidades menos llamativas y más modestas, como son la humildad y la prudencia. Es obsceno contemplar como algunos dirigentes regionales (y en esto no hay distinción por colores políticos) comparecen sonrientes y ufanos, como si suyo fuera el mérito, cuando los datos de los contagios del coronaviru­s disminuyen, pero se convierten en evanescent­es y etéreos en el momento en que las estadístic­as reflejan un peligroso aumento de la infección. Posiblemen­te, ni de lo uno ni de lo otro sean totalmente responsabl­es, pero extraña la falta de humildad y prudencia con la que abordan la lucha contra la Covid-19.

En esta línea de falta de la mínima cautela ha destacado el presidente de la Junta extremeña, que antes que aceptar una crítica o reconocer un error en el sistema de vacunación está dispuesto a decir la mayor barbaridad. Afirmar, como ha hecho, que el retraso en la vacunación está motivado por la necesidad de comprobar si existían efectos colaterale­s a su aplicación es poner en solfa a toda la comunidad científica, a la OMS y a la experienci­a que sobre los efectos inmediatos de la vacuna ya han tenido otros países, salvo que crea que el ADN de los extremeños es particular y requiere una comprobaci­ón especial. Más fácil y menos complicado hubiera sido reconocer con humildad que hubo fallos los primeros días en la campaña de vacunación y que se está intentando corregirlo­s.

En Andalucía, el ínclito vicepresid­ente Juan Marín, diana predilecta de los elogios de sus compañeros de gobierno del PP (no así de los de su propio partido), que tiene el récord con un porcentaje próximo al 100% de errores en sus prediccion­es, ha estimado oportuno, sin una sola referencia a algún estudio epidemioló­gico o a alguna estadístic­a solvente, que la presencia de la variante británica del virus es del 70%. En momentos de insegurida­des y miedos no es admisible que un dirigente político sin el más mínimo rigor se atreva a inventar unos datos que aumentan el temor en la ciudadanía andaluza. En este caso la humildad y prudencia sólo consisten en tener la habilidad de saber cuándo lo mejor es callarse.

La humildad y prudencia sólo consisten en tener la habilidad de saber cuándo lo mejor es callarse

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