Mujeres e Iglesia
Hace unos días el Papa Francisco aprobó el acceso de las mujeres a los ministerios del lectorado y acolitado, que las autoriza a ayudar a Misa, hacer las lecturas y distribuir la sagrada comunión. Ante esto, muchos se preguntan dónde radica la novedad de algo que ya habían visto hacer a sus abuelas. Y así es, porque todo eso ya lo realizaban muchas mujeres desde hace décadas en casi todas las iglesias católicas, donde no son las mujeres las que padecen problemas de invisibilidad; sino que son los hombres quienes andan desaparecidos, con la única excepción de los sacerdotes, aunque tampoco es que abunden. No sólo son mujeres las que están presentes en las variadas celebraciones religiosas y actos de vida parroquial, sino que gracias a sus auxilios, trabajos y generosa entrega en general, subsisten material y espiritualmente muchas parroquias. Pero si esto es así ¿dónde radica la novedad de lo aprobado ahora por el Papa? Pues en que lo hacían mediante una costumbre que se ha ido imponiendo, pero sin que lo autorizase el Derecho Canónico, que sólo lo preveía en casos excepcionales. Y entonces, ¿por qué se había convertido en una práctica habitual? Pues esto sí que es un misterio que denota un pasotismo muy poco serio con ciertas normas canónicas. Y un mal ejemplo y precedente respecto a la obligación de cumplir otras. Miguel Ángel Loma Pérez (correo electrónico)