El envejecimiento de miles de embalses, un creciente problema mundial
Un informe de la ONU señala que para 2050, casi 60.000 grandes presas construidas en el siglo XX habrán superado su vida útil El cambio climático acelera la pérdida de su funcionalidad
Para 2050, casi 60.000 grandes embalses construidos en todo el mundo desde mediados del siglo XX habrán superado con creces su vida útil y se están convirtiendo en un creciente problema para la población, un riesgo que está aumentando por la crisis climática, según un informe del Instituto del Agua, Medio Ambiente y Salud de la ONU (Inweh).
El informe Envejecimiento de infraestructuras de agua: un incipiente riesgo global advierte de que dentro de 30 años, la mayoría de la población del planeta vivirá aguas abajo de decenas de miles de grandes embalses construidos en el siglo XX y que en muchos casos están operando más allá de su vida útil.
Y la cantidad de agua que contienen estos embalses es “alucinante”, declaró a Efe el director de Inweh y uno de los autores del informe, Vladimir Smakhtin: entre 7.000 y 8.300 kilómetros cúbicos de agua, lo suficiente para cubrir el 80% de la masa terrestre de Canadá, el segundo país más extenso del mundo, bajo un metro de agua.
Duminda Perera, el principal autor del informe, señaló que a mediados del siglo XX se produjo una explosión en la construcción de grandes presas que se prolongó durante las décadas de los 60 y 70 en Asia, Europa y Norteamérica, y continuó hasta los 80 en África.
La mayoría de estos grandes embalses construidos entre 1930 y 1970, unos 58.700, tienen una vida útil original de entre 50 y 100 años, aunque el informe señala que las presas bien diseñadas, construidas y mantenidas pueden llegar a los 100 años de servicio con relativa “facilidad”.
Pero tras 50 años de existencia, un gran embalse construido con cemento “empezará a mostrar con toda probabilidad señales de envejecimiento. Tenemos un problema masivo de envejecimiento de las infraestructuras de almacenaje de agua en todo el mundo”, declaró Smakhtin, quien añadió que el informe quiere “atraer la atención global al asunto del progresivo envejecimiento y estimular los esfuerzos internacionales para encarar este creciente riesgo”.
Smakthin y Perera dijeron que estas señales de envejecimiento van desde el aumento de la sedimentación hasta un incremento de los costes de reparación y mantenimiento pasando por su rotura.
Pero los dos autores del informe añadieron que el envejecimiento de los embalses también los hace más vulnerables al cambio climático debido al incremento de la frecuencia de eventos extremos, como inundaciones o el aumento de la evaporación del agua retenida, lo que puede acelerar la pérdida de su funcionalidad.
Ya sea porque los embalses están llegando, o superado, su vida útil o por el empeoramiento de las condiciones de la crisis climática, los datos recogidos por el informe constatan el rápido aumento de las roturas.
Entre 1950 y 2004, el número de roturas acumuladas nunca superó la veintena en un lustro. Pero a partir de 2005, los fallos de los embalses se han multiplicado. En el periodo 2005-2009 se contabilizaron casi 75 fallos, entre 2010 y 2014 casi 100 y entre 2015 y 2019 hubo casi 175 roturas.