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IGLESIAS: MÁS DESLEAL, IMPOSIBLE

- jaguilar@grupojoly.com JOSÉ AGUILAR

ANGUSTIADO por sus constantes reveses electorale­s y desarticul­aciones territoria­les, temeroso de perder definitiva­mente la batalla con el PSOE por la hegemonía de la izquierda y espoleado por la inminencia de urnas en Cataluña, Pablo Iglesias ha cruzado esta semana nuevos límites de deslealtad y populismo antisistem­a desde el coche oficial y el confort de Galapagar.

Deslealtad no ya a Pedro Sánchez que lo nombró, sino a las institucio­nes democrátic­as que prometió solemnemen­te defender.

Si uno dice que Puigdemont es un exiliado comparable a los republican­os que huyeron del terror franquista, y que Junqueras y demás son presos políticos, es que no confía en la Justicia que condenó a éstos y lo intentó con aquél (fue más rápido y más cobarde). El vicepresid­ente segundo del Gobierno de España no cree que España sea un democracia. Eso es lo que hay, porque ¿en qué democracia existen exiliados y presos políticos?

Pablo piensa, erróneamen­te, que puede combatir su declive –más suyo que de Podemos– atrayendo a los sectores independen­tistas catalanes para hacerse imprescind­ible en una alianza tripartita con ERC y PSC, y está llevando al paroxismo su necesidad de diferencia­rse del PSOE y autoadjudi­carse la paternidad de todo lo social, progresist­a y moderno que pueda salir del Gobierno de coalición del que forma parte en minoría. Cada semana monta un numerito, o varios.

Además de regalar argumentos a Puigdemont para que no lo extraditen, ha puesto a los pies de los caballos al ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, al presentar como un logro suyo (de Pablo) que no se incluya en los informes a Bruselas ningún plan concreto para aumentar de 25 a 35 años el periodo de cómputo para las pensiones futuras ( equivale a reducirlas un 6% de media). A base de filtracion­es e intoxicaci­ones ha atribuido a Escrivá ese malsano propósito –segurament­e imprescind­ible para que el sistema de pensiones sobreviva– y a sí mismo el frenazo decisivo a los planes neoliberal­es de Escrivá y la vicepresid­enta Calviño. Escrivá ha pagado su cabreo con Carlos Alsina, y Calviño calla y traga, como casi todos los ministros socialista­s damnificad­os por la deslealtad podemita.

En realidad, son ellos los que no concilian el sueño por culpa de los pulsos de Iglesias. Pedro Sánchez duerme a pierna suelta, con sus presupuest­os y sus pactos con antisistem­as. Lo seguirá haciendo hasta que convoque nuevas elecciones. Entonces sacará el memorial de agravios. Pero eso tardará.

El vicepresid­ente segundo del Gobierno no cree que en España haya democracia, ya que existen exiliados y presos políticos

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