Salvador Illa:
“El Gobierno va a seguir trabajando... con el abanico de medidas que hay se ha conseguido derrota una ola, y les reitero mi convencimiento de que esta tercera ola la derrotamos otra vez”.
¿Por qué negarse al toque de queda? Esa es la cuestión: ¿por qué? En principio, parece incomprensible que el Gobierno delegue la gestión de la pandemia en las comunidades y a la vez no permita a las comunidades gestionar la pandemia... y sin embargo hay alguna hipótesis verosímil más allá de ahorrarse el engorroso trámite parlamentario. Se diría que Moncloa ha hecho un cálculo: si ahora se adelanta el toque de queda, no habría elecciones en Cataluña, como acaba de confirmar el TSJC, de modo que se frustraría el Efecto Illa. Todo apunta a que el Gobierno antepone el interés partidista para salvar las elecciones catalanas. Y por eso el candidato Illa hace que el ministro Illa sostenga sin inmutarse, como también Simón en su rol de portavoz gubernamental, que las actuales medidas han derrotado una segunda ola que nunca se ha llegado a derrotar.
¿Y las comunidades que insisten en que se les permita adelantar el toque de queda? Cabe pensar que los indepes se sumen para impedir las elecciones del 14-F ahora que en las encuestas pintan bastos, pero no Puig o Barbón, como tampoco Feijóo o Moreno... Es algo que reclaman comunidades del PP, del PSOE o nacionalistas. Y, por tanto, la cogobernanza resulta un fraude. Por supuesto también se ha dado una escasa lealtad de las comunidades en la primera ola, pero ciertamente el Gobierno no puede actuar como el perro del hortelano: o dirige o deja dirigir a los demás. Si además actúa así por intereses electorales partidistas, se cruzan demasiadas líneas rojas. Igea (Ciudadanos) lo resumía en tres palabras: “Voy a intentar ser comedido: es una decisión desleal, autoritaria e irresponsable”.
La tesis de Susana Díaz –como la de Toni Valero defendiendo que Juanma Moreno “nos pone a mirar el dedo para que no veamos la luna”– tiene una debilidad sustancial: ¿Ximo Puig también pretende confrontar con el Gobierno de su partido? ¿Y Barbón? ¿Y Page? Es más, cuando Díaz Pacheco señala que la curva andaluza es atribuible directamente a la gestión de Moreno, ¿también en Extremadura, con el doble de incidencia y los peores datos del país, como antes le sucedió a Navarra, La Rioja o Aragón, tres comunidades bajo presidencia socialista? ¿O allí era otra cosa? Hay mucho que cuestionar de la gestión de la pandemia en Andalucía –y esta semana lo hizo con elegante ironía Inmaculada Nieto, ahora mismo la voz más consistente en la crítica de la izquierda– pero el argumento de la confrontación, mientras muchas comu
Cuando una medida política es demasiado difícil de explicar, ya puedes empezar a dudar que sea una buena medida. Y a propósito de Sierra Nevada, parece poco probable que razones como el “forfait on line” apacigüen la perplejidad de muchos, y el cabreo de quienes creen que se beneficia a una empresa por intereses particulares mientras se van a pique miles de negocios. El Gobierno, en todo caso, sólo tenía una opción, y era decir la verdad, una verdad adulta, cosa que no hizo: “sí, es una contradicción incómoda, y entendemos que resulte difícil de aceptar, pero Sierra Nevada es demasiado importante para la economía de Granada y Andalucía”. En definitiva, es posible que la medida pueda ser necesaria, pero desde luego no es coherente; y cuando algo no es coherente, más vale asumir la incoherencia en lugar de intentar inventar una coherencia irreal, porque así acabas tan enredado, y tan en evidencia, como Juan Marín en la Ser.
Nota bene.- ¿De verdad en Podemos creen que se abre Sierra Nevada por clasismo para dar una alegría a los ricos? De momento el mensaje transmite su incapacidad para salir de los clichés paleomarxistas.