DE LIBROS
Ana Llurba se adentra con su narrativa en mundos apocalípticos donde los personajes no parecen estar vivos ni muertos del todo. En ‘Constelaciones familiares’ sigue facturando imágenes insólitas
CONSTELACIONES FAMILIARES
He aquí, dicho finamente, un f lorilegio personal de lo que fue Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 1901-1952). Todo un autorretrato del humor y la chispa a base de jardieladas. La editorial Renacimiento ha tenido a bien espigar entre las diversas interviús que le hicieron al autor de Amor se escribe sin H. Puede decirse que la respuesta a sus entrevistas crearon otro género literario para él, al igual que lo fueron el articulismo, la novela, la poesía o el teatro, donde hizo fama sobre todo pese al pataleo de los críticos teatrales.
Para Jardiel el humor venía a ser un desinfectante: era el Zotal de la existencia vulgar y era también el alcaloide de la poesía. Como teórico de la risa, que es cosa bien seria, distinguió entre humor y comicidad. En el ruedo ibérico había que distinguir una
Los ladrones somos gente honrada prefería escribir novelas a escribir piezas para el teatro. Y todo porque el tiempo de los actos le cortaba la espontaneidad y trastocaba la fluidez de las ideas. Por eso de El hada curiosidad el lector extraerá un aguafuerte del personaje ya conocido, pero a la vez distinto, profundo y refuta
A Raúl del Pozo le ocurre lo que a los grandes: son consustanciales a sus oficios. Casi no se puede hablar de tal o cual disciplina sin nombrarlos. No leer a Raúl del Pozo es perderse buena parte del periodismo de fin de siglo, ese que empezó en la clandestinidad del régimen franquista para contar –y en cierto modo hacer– la Transición en los periódicos y seguir así hasta el siglo XXI, entre humo de tabaco en el Congreso, el referéndum sobre la OTAN, el ocaso del felipismo, ETA, la guerra de Iraq, el 15-M. Raúl del Pozo es de esos nombres significativos de un tiempo, que llevan consigo una cronología de época y que sirven de medida para todos aquellos que quieran hacer retrato del último periodismo que se ha trabajado en este país. Al leer No le des más whisky a la perrita nos cuesta decidir dónde hay más periodismo: si en las columnas de El ruido de la calle o en la vida misma de su autor.
Raúl del Pozo conoció una historia de España antes de que ésta fuese conocida. Conoció lo que una generación ha estudiado, pero antes de que llegara a los manuales y a los libros de texto. Nacido en un pueblo de Cuenca de apenas 300 habitantes, el periodista pronto se muda a Barcelona, a vivir noches, fiestas, excentricidades. En la capital catalana, de casualidad, conoce al actor Paco Rabal, quien desde entonces será un amigo muy cercano. Con Rabal protagoniza anécdotas que despertarán asombro y carcajadas a los lectores. Como un improvisa