El periodismo en la biografía
NO LE DES MÁS WHISKY A LA PERRITA. VIDA, OBRA Y MILAGROS DE RAÚL DEL POZO do viaje a Roma tras una noche de juerga madrileña. El desenlace es de película. Como de película son las tramas que se cuentan del Café Gijón, de la discoteca Bocaccio, de esa España del tardofranquismo que empezaba a verle los perfiles a la democracia, a la Movida, a las libertades.
La biografía nos da impronta de documental, contado desde varias voces: las de sus autores, claro, los periodistas Úbeda y Valdeón, pero también las de los amigos de Raúl del Pozo y los profesionales –escritores, periodistas, empresarios– que lo han ido acompañando en estas décadas de oficio. El lector no se encontrará ante una biografía convencional, en la que la narración de los hechos respeta el esquema ortodoxo, el esquema de una cronología: nacimiento, juventud, madurez... No. En este libro, y de manera solvente y lograda –aunque en ocasiones se repitan anécdotas–, los lectores sabrán de la vida del periodista Raúl del Pozo desde su salteado testimonio, y desde el de otros: Federico Jiménez Losantos, Arturo Pérez-Reverte, Carmen Rigalt o el jefe del CNI en la segunda etapa de Zapatero, Félix Sanz. Con el que Raúl del Pozo nos cuenta una anécdota curiosa, que mantenemos en secreto.
Úbeda y Valdéon demuestran gran capacidad a la hora de recrear escenas, de contar sucesos. Con una prosa llena de imágenes, símiles, aciertos, contextualizan las declaraciones de los entrevistados, saben cómo llevarnos por esta época de nuestra historia reciente. Tan llena, a su vez, de historias por contar, de matices, de memorias. De hechos que han sido relevantes para la cultura, la política y la sociedad. Dos epicentros donde empezó todo a tener distinto aspecto: el periódico Pueblo y el Café Gijón. El primero, con un director, Emilio Romero, hoy casi olvidado, pero que fue nombre influyente en la vida pública y cultural del franquismo. Pueblo fue un periódico del Movimiento que en la década de los 60 congregó a las que serían las mejores firmas del periodismo español. Una redacción, nos cuentan en el libro, de cubatas, cartas, anárquica casi. Donde se publicaba un espléndido reporterismo en el que Raúl del Pozo destacó. Hablamos de un medio de propaganda del régimen franquista que cobijaba a simpatizantes y militantes del PCE, un medio dirigido por un hombre fiel al franquismo, pero que toleraba las ideas ajenas. Salvo para hacer opinión en las páginas del medio. Donde nos indica Carmen Rigalt que aquello ya era otra cosa.
Al leer
la sensación de un tiempo crucial que se ha perdido, que ya poco tiene que ver con lo que vivimos hoy. Sin caer en nostalgias sensibleras que quizá idealizan las estampas de esta época, la impresión es unos años que determinaron el acervo cultural de un país. Acervo cultural del que Raúl del Pozo es representación y testigo, como si llevara en los bolsillos de su elegante indumentaria los últimos 30 años de historia de España. De Mundo Obrero a El Mundo, de los mohosos lavabos de las pensiones a los sofisticados restaurantes, de Lola Flores a Carlos Alsina. Y en todo guardando siempre esa veneración por la honestidad en el argumento, por la generosidad con los más débiles, por la exigencia en la palabra escrita. Una vida que es, en sí, periodismo, y que con periodismo y literatura –si acaso pueden disociarse– la cuentan Jesús F. Úbeda y Julio Valdeón.