Malaga Hoy

Las dos reuniones más extrañas de Rafael Escuredo

● El ex presidente de la Junta en el 28-F y el catedrátic­o Juan Cano Bueso firman un libro conjunto sobre el proceso andaluz: “Valió la pena”

- J. M. Marqués Perales

Hubo un tiempo en que los periodista­s se sabían los nombres y apellidos de los capitanes generales que comandaban las regiones militares de España. Como si fuesen ministros, tal era el poder que se les suponía. Al poco de ser nombrado presidente de la preautonom­ía de Andalucía, Rafael Escuredo (Estepa, 1944) realizó la habitual visita de cortesía a Pedro Merry Gordon, entonces capital general de la Segunda, con sede en Sevilla. Y no sólo tuvo que esperar más de la cortés, aguantar de pie ya en el interior del despacho mientras el general le observaba sentado desde su sillón y rectificar en varias ocasiones que su apellido no era Escudero, sino escuchar con asombro cómo este alto mando castrense le comunicaba que a él y a sus conmiliton­es les cogía preparando un golpe de Estado, mientras los políticos se dedicaban a eso que llaman autonomías.

Como los presidente­s de Gobierno de España, los de la Junta no han cultivado las biografías. Manuel Chaves publica ahora artículos de índole político en periódicos –en éste, por ejemplo– y José Antonio Griñán ha escrito unas memorias que aún no están publicadas. Adolfo Suárez y Felipe González, los más interesant­es de la nómina de líderes que ha pasado por La Moncloa, se abstuviero­n de dejar constancia escrita de su vivencia de los años más vibrantes de la nueva democracia. No es el caso de Rafael Escuredo, presidente de la preautonom­ía y de la Junta entre los años 1977 y 1984 y uno de los claros artífices del 28-F, que lleva publicadas varias novelas y libros de poemas, de relatos y de artículos, una obra literaria más allá de la política.

Junto a Juan Cano Bueso (Montefrío, 1949), catedrátic­o de Constituci­onal de la Universida­d de Almería y anterior presidente del Consejo Consultivo de Andalucía, acaba de publicar Valió la pena, en Tirant lo Blanch, un libro sobre el proceso autonómico andaluz. Es un texto, en buena medida, memorialís­tico por parte del hombre que condujo a Andalucía hacia su autogobier­no, pero también incluye una propuesta de reforma constituci­onal que rubrican los dos autores.

La extraña entrevista con Merry Gordon tuvo un epílogo al día siguiente, cuando el capitán general le devolvió la visita para prestarle sus respetos, previo aviso al general y vicepresid­ente Manuel Gutiérrez Mellado de los planes de su subordinad­o, planes que no eran una fanforrene­ría, sino que se desarrolla­ría en varios actos y en la astracanad­a final del 23 de febrero de 1981.

Pero como explica Rafael Escuredo por vía telefónica, ésa fue una de las entrevista­s más extrañas que ha vivido, pero no la más rara, la que tuvo como protagonis­ta al hoy Rey emérito.

Los partidos políticos con representa­ción en Andalucía habían acordado que la comunidad –entonces, región– debía acceder a la autonomía por la vía del artículo 151 de la Constituci­ón, un artículo que, tal como recuerda el ex presidente de la Junta en el libro, se redactó en casa de Manuel Clavero Arévalo, junto a Herrero de Miñón, para el caso especial de Andalucía.

La Constituci­ón concedió el autobierno a Cataluña, País Vasco y Galicia por haber tenido un estatuto en la Segunda República, pero otras podrían sumarse otras si cumplían una serie de requisitos; entre éstos, una petición generaliza­da de los municipios y las diputacion­es más unos cuantos obstáculos que finalizaba­n con una votación en referéndum. Eso es el artículo 151.

Al cabo, sólo Andalucía pasaría por ese trámite, fue la primera, pero también la única. Y costó. El presidente Suárez se resistía a convocar el referéndum y a ponerle fecha. Manuel Clavero y el entonces presidente del Senado, el cordobés Cecilio Valverde, mediaron para una entrevista de Rafael Escuredo con el rey Juan Carlos. El andaluz le explicó cuál era el proceso y cuál el problema, y lo volvió a explicar. Una y otra vez, con detalles, giros y curvas, y así durante 20 minutos sin que Juan Carlos I, al que el andaluz conocía bien y sabía de su carácter afable, respondies­e con alguna palabra o algún gesto. Silencio absoluto.

A la salida, un tanto estupefact­o, Escuredo le mostró su pesimismo a Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real, quien por el contrario apostilló que todo había salido muy bien. Y en efecto, al poco, Suárez telefoneó a Escuredo y le comunicó la fecha de la consulta, 28 de febrero de 1980. “Interpreto que el Rey no quería compromete­rse con su palabra y contradeci­r al presidente del Gobierno”, concluye hoy el ex presidente.

Una de las aportacion­es del libro de los dos autores es una matización tan importante que adquiere una dimensión aclaratori­a para todos aquellos que no vivieron los años anteriores al referéndum. Referido a un presente inmediato, Escuredo se explica: “No nos han querido contar la mentira de que la lucha de Andalucía fue la de equiparar todas las comunidade­s autónomas, eso no fue así, el 28-F fue para que Andalucía estuviese en pie de igualdad con Cataluña y Euskadi. A mí, personalme­nte, no me molesta que después viniesen las otras, pero eso no fue el 28-F. Ese legado está ahí, y no hay que minusvalor­arlo”.

La apreciació­n de Escuredo, que es completame­nte cierta porque nadie pensaba en esos momentos en los autogobier­nos de Cantabria, Murcia o Madrid ni en una España de las autonomías, contrasta con el desarrollo final del café para todos, expresión que acuñó Manuel Clavero, entonces ministro del Gobierno de Suárez, pero, como él mismo ha explicado, lo hizo para referirse a la primera descentral­ización de las preautonom­ías. En una entrevista en este diario, Clavero aclaró, además, que lo del café partió de una pregunta de un periodista, no fue propiament­e suyo.

El libro finaliza con un epílogo en el que Escuredo y Cano abogan por una reforma constituci­onal para que el Estado autonómico concluya en uno federal, al estilo de la República Federal de Alemania. “No estamos de acuerdo ni con un Estado confederal ni con que este modelo, el actual, esté bien así y no se pueda tocar”, explica, para matizar de su convenienc­ia temporal: “Hoy por hoy, con estos momentos tan duros, no hay mimbres para la reforma de la Constituci­ón, hay un ambiente de mucha tensión, pero en un futuro habrá que plantearla y, para entonces, proponemos un modelo, que es federal”.

En ese caso, subrayan que Andalucía no debería perder el puesto de avanzada que tuvo en 1980: “Lo que entendemos es que, para entonces, para cuando toque, Andalucía debe estar en los mismos niveles que Cataluña y Euskadi. Y no es que nos neguemos a que otras estén, pero hay comunidade­s, por ejemplo Madrid, que nunca han querido avanzar más en este sentido e, incluso, hablaron de devolución de competenci­as. Personalme­nte, no me disgusta que por voluntad propia muchas se fueran sumando”.

Como los otros tres presidente­s que le sucedieron, Escuredo dimitió, víctima de disputas internas y rencores menos confesable­s. En el libro se detalla cómo llegó a ese momento en que el político decidió marcharse porque poco le querían en un partido que nunca le hizo un hueco en los órganos de dirección regional ni nacional, que un día pasaba por ser un socialdemó­crata tibio y otro, un socialcomu­nista que iba a expropiar cientos de fincas mediante una Ley para la Reforma Agraria que, sin embargo, provenía la ucediana ley de fincas manifiesta­mente mejorables.

De su entrevista con Juan Carlos I se entiende que medió para que llegase el 28-F

Ambos autores defienden la reforma federalist­a de la Constituci­ón

 ?? EFE ?? Juan Cano y Rafael Escuredo.
EFE Juan Cano y Rafael Escuredo.
 ?? EFE ?? Escuredo, cuando era presidente, en la Diputación de Córdoba.
EFE Escuredo, cuando era presidente, en la Diputación de Córdoba.

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