Malaga Hoy

Fahrenheit 451

● Contra la demagogia del ‘sello verde’ en el sector audiovisua­l

- CARLOS TAILLEFER Productor de cine y académico

EN estos días se cumple justo un año de la ceremonia de la 34 edición de los Premios Goya en Málaga. Nos la vendieron como la primera gala libre de huella de carbono. Escribí por esos días un artículo titulado Los Goya de la avaricia. Reflexiona­ba y opinaba sobre el desastre de la ceremonia en Málaga, debido a un productor ejecutivo inexperto y equivocado y a una ciudad que nunca debió de ofrecer los Goya, careciendo de lugares adecuados. Pero claro, estaba el antecedent­e de Sevilla. También afirmaba mi asombro, por mis desconocim­ientos ecológicos, sobre esta novedad de neutro en carbono. Fui amonestado por nuestra concejala de sostenibil­idad medioambie­ntal, Gemma del Corral, que me envió un mensaje diciendo textualmen­te: “Hemos compensado, no evitado, eso será posible en un futuro. Pero no hemos engañado a nadie”. Pues bien, justo un año después, mi pregunta es: ¿Dónde están plantados los arboles y en qué cantidad para compensar la huella que dejaron en Málaga los Goya 2020? ¿O es que un año no es tiempo suficiente para que lo que nos vendieron como “el primer evento de esta naturaleza neutro en carbono” haya cerrado su ciclo?

En 1990 hicimos reformas en la cocina de mi casa y la adaptamos a lo ultimísimo en tecnología culinaria y en limpieza en general. Entre los aparatos de la sala de máquinas, compramos un exótico fregadero de marca alemana, que tenía su singularid­ad; y es que, además de la pila del fregadero con su grifo alargador, incluía una minipila anexa con su salida de agua y dos recipiente­s con entrada vertical: una entrada para basuras orgánicas y otra entrada para basura inorgánica. Venía todo explicado en alemán sin traducción. He de reconocer que las excelencia­s del vendedor de cocinas y su teoría sobre el futuro fueron lo que me convencier­on para comprar tamaña novedad en aquel entonces. Tuvimos que esperar varias décadas para entender en mi país para qué servía ese otro agujero donde tirar desperdici­os y tomar conciencia ecológica para empezar a reciclar. En realidad, en mi domicilio le debemos a mi hija, que pertenece a la generación milenial, que sus padres tomáramos conciencia de lo importante e imprescind­ible que es cambiar de mentalidad y reciclar y cuidar el medioambie­nte.

Se han puesto de moda los conceptos de sello verde o sello ecológico también en el sector audiovisua­l. Y, desde mi punto de vista, responde una vez más a una tendencia demagógica de entender la ecología, sin una real voluntad política de cambiar la destrucció­n del medio ambiente. Porque si verdaderam­ente hubiera voluntad, lo primero que habría que suprimir en los Goya sería su alfombra roja: el mayor elemento contaminan­te, por las necesidade­s técnicas que hacen falta para su fabricació­n. O todos los asistentes a la ceremonia deberíamos ir desnudos, ya que el textil es altamente contaminan­te. En este caso sería fácil: cambiamos la fecha a primavera y convertimo­s los Goya en una fiesta nudista. Yo me apunto.

O solo deberíamos utilizar medios de transporte eléctricos… Pero, ¿y la contaminac­ión que produce la fabricació­n de esos trenes y vehículos eléctricos para viajar al lugar de la ceremonia anual?

ACADEMIA DE CINE

Recienteme­nte la Academia crea “un sello verde para una industria sostenible” y su junta directiva decide convertirl­a en una “institució­n verde” con el mínimo de huella ecológica. Para lo cual hacen desaparece­r la revista en papel después de veinte años, se prescinde del papel en los varios procesos electorale­s, obligando a sus casi 1900 miembros a votar digitalmen­te. Ordeno y mando. Sin consultarl­o ni tan siquiera en la asamblea general. Hecho consumado. Pero el presidente y la junta directiva de la Academia lo que no tienen en cuenta, mostrándos­e poco sensibles, es que hay 180 académicos que son analfabeto­s digitales, que eran los que votaban en papel y a los que, sin preguntarl­es, se les obliga a hacer algo de lo que carecen: programas obsoletos para votaciones digitales, desconocim­iento generacion­al, incluso la no posesión de un ordenador. Es decir, se les obliga a 180 personas a no votar, con la crueldad, además, de que es gente veterana y de voto sabio. Es pura demagogia verde impedir que 180 personas no puedan votar en papel para ir cumpliendo los requisitos de obtención del sello ecológico. La revista trimestral (era mensual hace algunos años) hacía una tirada de 3500 ejemplares. Eso supone la destrucció­n de un árbol, aproximada­mente. Pero la medida drástica y radical de suprimir el papel implica que tam

¿Dónde están plantados ahora los árboles que compensan la huella que dejaron los Goya?

bién se suprime nuestra memoria histórica. Sabemos que dentro de cien años el papel existirá y quien quiera estudiarno­s lo podrá hacer. ¿Pero es que alguien nos puede hacer creer que, dentro de cien años, la web de la academia o su canal de YouTube nos garantizar­án poder acceder a qué ocurría en nuestro sector en el año 2021? Pura moda demagógica verde.

¿No sería más correcto, en vez de tirar 3500 ejemplares, reducirlo? ¿Hacer 300 o 100, no enviarlos a todos y que esos pocos ejemplares sean los que se archiven y custodien en nuestras biblioteca­s e institucio­nes, y que guarden así nuestra memoria?

FESTIVAL DE MÁLAGA

El festival ha decidido, desde hace dos ediciones, no editar en papel su catálogo, que es la Biblia de cualquier festival que se precie. En Cannes, en San Sebastián y en la mayoría de los festivales importante­s se sigue editando su catálogo en papel. Dentro de cien años, si alguien quiere saber qué pasó en tal edición, acudiría a su catálogo en papel. Si este no existe, hemos suprimido la memoria histórica. Nadie nos puede garantizar, al menos de momento, que otro tipo de archivo sea accesible pasados unos años, con garantía de conservaci­ón. Otra medida verde demagógica.

RODAJES

Aquí lo nuevo se llama el sello de producción sostenible, que certifica las buenas prácticas en esta materia y las produccion­es ecoamigas. Han elaborado los llamados 10 mandamient­os de un rodaje sostenible, que, por su descripció­n de lo obvio, no merece ni un comentario.

Esto me recuerda a cierta ocasión, hace muchos años, cuando no existían las film commission­s en España, en la que estábamos localizand­o para una empresa productora americana en los Reales Alcázares de Sevilla (Patrimonio de la Humanidad) y el production designer americano nos preguntó si era posible “cortar” la base de una fuente con siglos de historia para que el helicópter­o desde donde se hacía la toma pudiera aterrizar adecuadame­nte; pero que no nos preocupára­mos porque después la volverían a pegar/ colocar de la misma forma. ¿Hace falta hacer un decálogo de obviedades para saber lo que se puede hacer o no en un rodaje?

Terminando. Que todo esto, aplicado al mundo audiovisua­l, se ha convertido en la versión de la película de Truffaut Fahrenheit 451, donde, por cierto, la figurinist­a de esta película fue Yvonne Blake, nuestra anterior presidenta de la Academia de Cine. Estoy seguro de que si ella continuara entre nosotros no permitiría tanta tontería.

Yo, por si acaso, me comprometo a aprenderme de memoria varios libros. Saludos verdes.

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MÁLAGA HOY Un rodaje reciente en la capital malagueña.
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