Una campaña con las elecciones en el aire
● Efecto Illa ‘versus’ victimismo ‘indepe’, que inflamarán los presos del ‘procés’ gracias a un desafiante tercer grado
La fecha del 14-F sigue en el aire a la espera de la definitiva luz verde judicial, pero anoche se puso en marcha en Cataluña una campaña electoral tan atípica como incierta, en la que hasta nueve candidaturas tienen opciones de obtener escaños en el Parlament, aunque sólo tres compiten por la victoria: ERC JxCat el PSC.
Está en juego no sólo el futuro Govern sino la cohesión territorial de toda España. Las anteriores elecciones autonómicas (diciembre de 2017) fueron convocadas por el Gobierno de Mariano Rajoy mediante la aplicación del artículo 155 y tres años después el conflicto territorial no ha hecho sino agravarse. Estos comicios vienen de la mano de la inhabilitación de Quim Torra como president por desobediencia, su antecesor se ha sustraído de la acción de la Justicia en Bruselas y buena parte del anterior Govern está entre rejas condenado por sedición por el Supremo, aunque podrán hacer campaña extramuros de la cárcel para que no falte de nada...
Las juntas de tratamiento de las cárceles en las que se encuentran los presos del procés han vuelto a proponer el tercer grado después de que la anterior propuesta al efecto fuera revocada a principios de diciembre por el Tribunal Supremo. La nueva propuesta tenía un plazo de dos meses para ser ratificada por el departamento de Justicia, pero apenas ha tardado 14 días en dar el visto bueno a ese tercer grado y los reos podrán salir hoy mismo de prisión para inflamar un poco más el victimismo independentista.
La campaña será más que atípica porque los cálidos mítines van a ser reducidos a la fría telemática. La pandemia lo anega todo. Y los palos de ciego son moneda corriente. El último ha causado perplejidad e indignación: el Govern ha tenido que entornar a toda mecha la puerta que abrió a la ruptura del confinamiento municipal para asistir a actos electorales. El pulso entre el derecho a la salud y el de la participación política también hace incierta la convocatoria electoral el 14 de febrero, una fecha más presunta que definitiva.
LA ÚLTIMA PALABRA
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña tiene la última palabra. De momento ha dejado sin efecto el decreto del Govern por el que aplazaba las elecciones al 30 de mayo por razones sanitarias. Los magistrados han estimado las medidas cautelarísimas solicitadas por un particular y por el partido
Izquierda En Positivo, y entre el 5 y el 8 de febrero darán su sentencia definitiva. La decisión judicial ha reabierto por enésima vez las heridas entre JxCat y ERC, los dos socios del Govern, que se disputan la hegemonía en Cataluña aunque se han topado con un elemento inesperado que llega de rebote desde el Ministerio de Sanidad...
Por aquí se abre el repaso de las claves de esta campaña.
EL EFECTO ILLA
La irrupción de la candidatura del ex ministro de Sanidad Salvador Illa por el PSC ha puesto patas arriba las encuestas. La retirada de Miquel Iceta –que se marcha a Madrid para ser ministro de Política Territorial, la cuota catalana del Gobierno central sigue intacta– y su relevo por el hombre de gafas de pasta más famoso de España (tan sobrado de talante como adalid de la moderación y los buenos modales, como escaso de talento, como da fe su desastrosa gestión de la pandemia, situando a España entre los países con los peores registros del planeta en la lucha contra el coronavirus) ha supuesto todo un revulsivo para los socialistas catalanes. Ha dejado sin apenas opciones a JxCat y amenaza el liderazgo que hasta ahora conservaba ERC en las encuestas.
GALLITOS A LA GREÑA
ERC se presenta a estos comicios con las expectativas de romper el maleficio, volver a ganar unas elecciones y recuperar la Presidencia de la Generalitat, que no ostenta desde que Josep Tarradellas regresara del exilio. Los republicanos catalanes tienen a su líder, Oriol Junqueras, condenado en firme a 13 años de cárcel por los delitos de malversación y sedición. Su candidato, el vicepresident Pere Aragonès, era claro caballo ganador en estos comicios hasta que ha aparecido Illa, al que relativiza: “Más allá del cambio de caras, el objetivo del PSC sigue siendo el mismo: ir a buscar votos de la derecha”. El candidato republicano ha dejado explícitamente claro que el socialista se ha convertido en su gran oponente, sacando de la ecuación a a la de JxCat, Laura Borràs.
La también portavoz en el Congreso de los Diputados afea a ERC su connivencia con el Gobierno de Pedro Sánchez. La independencia es la estación final común del trayecto, pero JxCat se diferencia de ERC en que apuesta por la vía unilateral, por la ruptura y la confrontación a pecho descubierto con el Estado siguiendo la estela de Puigdemont.
EL GANCHO DE PUIGDEMONT
El ex president a la fuga es el cabeza de lista de JxCat aunque no será candidato a la investidura. Puigdemont no promete que regresará a Cataluña si gana las elecciones, como hizo en la campaña electoral de hace tres años. Ahora asegura que su gesto pretende “contribuir” a la victoria de Borràs y convertirla así en la primera presidenta de la Generalitat de la historia. Con todo, su candidatura sigue teniendo un enorme gancho entre una parte del electorado independentista y Junts no ha querido renunciar a esa baza. El candidato testimonial esgrime todo el argumentario independentista más recalcitrante y asegura que la “deconstrucción democrática del Estado afecta a nuestras vidas” y que Cataluña sufre una persecución por aspirar a la independencia que se traduce en una “deriva autoritaria y represora”.
CIUDADANOS SE DILUYE
La formación naranja fue la fuerza más votada en las elecciones de 2017, aunque su triunfo resultó baladí y su entonces candidata, Inés Arrrimadas, ni siquiera intentó ser investida. Luego se marchó a Madrid con Albert Rivera. Los sondeos le anuncian batacazo y se espera que pierda la mitad de sus 36 escaños en el Parlament.
El PSC ha desdeñado la propuesta de la líder de Cs de que los dos partidos unieran sus fuerzas para formar un eventual Gobierno de coalición liderado por Ciudadanos. Los socialistas le recriminan haber “despilfarrado” su victoria electoral al no haberse presentado a la investidura aunque fuera fallida.
Hace tres meses Ciudadanos también intentó una alianza “constitucionalista” con el PSC y el PP, una propuesta que también naufragó desde el principio con el rechazo de los socialistas, a los que el partido naranja acusa de intentar reeditar un tripartito como el que se formó en 2003 entre PSC, ERC e Iniciativa, ya desaparecida.
LA DERECHA BUSCA SU SITIO
El PP perdió siete escaños en 2017 aunque espera recuperar algo de resuello. Una de sus bazas es la de la senadora y ex candidata de Cs Lorena Roldán, que es la número 2 del PPC en la lista por Barcelona que encabeza Alejandro Fernández.
Los populares aspiran a duplicar sus cuatro escaños. No es de extrañar que el presidente nacional del partido vaya a participar hasta en siete actos electorales, el primero este viernes en Barcelona tras mantener un almuerzo con empresarios de la hostelería. Pablo Casado lleva viajando semanalmente a Cataluña desde primeros de noviembre para celebrar, sobre todo, actos con sectores afectados por la crisis que ha provocado la pandemia.
El gran problema para la recuperación del PP tiene tres letras. Vox entraría con fuerza en el Parlament, según el último barómetro del CIS, con hasta 10 escaños, un aterrizaje fulgurante puesto que no tiene representación en la Cámara autonómica.
Su candidato es Ignacio Garriga, que se presentó en sociedad defendiendo en el Congreso la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez. Dice que quiere “acabar con la mafia separatista” y lamenta que “el Estado de las autonomías le ha servido de palanca” al secesionismo. Denuncia el “golpe de Estado” (obviando que el Supremo descarta el delito de sedición) de los líderes del procés, aunque no esconde su admiración por el incontestable de 1936.
INQUIETANTE ABSTENCIÓN
La participación electoral tocó techo (79%) en 2017 en plena ebullición del procés, pero el 14-F puede batir récords negativos.
El independentismo ya se están poniendo la venda antes de la herida ante la negativa de los jueces a aplazar los comicios por la pandemia como pretendía el Govern y ya está lanzado advertencias de que si se registra una alta abstención el resultado tendrá un problema de “legitimidad”.
Pero más allá del temor de una parte del electorado a acudir a los colegios electorales en un contexto de pandemia, lo que revelan las encuestas es un elevadísimo porcentaje de indecisos, hasta un 50,7% según el CIS, lo que equivale a que todo es posible, hasta que sea imposible el 14-F.