Malaga Hoy

ERC quiere contar con los de Pablo Iglesias en su Gobierno

Junts no acepta que los comunes entren Pere Aragonès intenta un acuerdo rápido

- Juan M. Marqués Perales

Depresión en la derecha tradiciona­l, efervescen­cia en el independen­tismo. El día después de las elecciones catalanas deja a dos víctimas noqueadas, más a Ciudadanos que al PP, y a ERC, intentando marcar los siguientes pasos. En especial, el de forjar un acuerdo de Gobierno para impedir que el socialista Salvador Illa pueda presentars­e a la investidur­a. Los independen­tistas están más fuertes en 2021 que en 2017, pero el cambio sutil que supone la victoria de ERC sobre Junts por un solo escaño altera la ecuación. ERC quiere que los comunes, los partidario­s de Pablo Iglesias, entren en el nuevo Gobierno, pero Junts se opone.

Los líderes de ERC y de Junts no se soportan, son compañeros del procés, pero casi ni se hablan, y esta vez no será Carles Puigdemont quien dirija la elección del nuevo presidente de la Generalita­t. Nadie va a viajar a Waterloo a someterse a unas consultas. No ERC. Los republican­os del partido de Companys tienen un escaño más que Junts, y la posibilida­d de pactar con En Comú. Esto le da cierta libertad. El líder de ERC, Oriol Junqueras, se expresó ayer en los mismos términos que el probable nuevo presidente del Govern, Pere Aragonès, la noche anterior: quiere un Ejecutivo amplio, de soberanist­as y de izquierdas. Es decir, buscan a los comunes y a la CUP. Aragonès calificó de “imprescind­ible” la incorporac­ión de los comunes y de la CUP.

Esta última es una fuerza antisistem­a, que nunca ha querido participar de los gobiernos, pero ahora está abierta a esa incorporac­ión. Su candidata, Dolors Sabater, fue alcaldesa de Badalona con apoyo del PSC, aunque, entonces, militaba en los comunes.

La candidata de Junts, Laura Borrás, ya les ha puesto el veto a los de Iglesias. En esto coincide con los propios comunes, cuya candidata, Jéssica Albiach, no quiere compartir un Gobierno con los partidario­s de Carles Puigdemont y anteriores dirigentes de Convergènc­ia.

Es esta pequeña fisura en el mundo independen­tista el único atisbo de cambio que se ve en estos momentos. Si los comunes entrasen en el Gobierno de la Generalita­t, las relaciones entre el PSOE y ERC entrarían en una nueva fase, ya que tendrían alianzas cruzadas. No obstante, el pegamento del bloque independen­tista son los resultados. Por vez primera, los votos populares alcanzados por los soberanist­as superan a los constituci­onalistas, se trata sólo de unas décimas, pero Puigdemont lo está ondeando desde Bélgica como prueba de un cambio en el electorado.

No es así, sin embargo. La baja participac­ión en las elecciones a causa del Covid hizo que buena parte del electorado constituci­onalista, el menos activo, se quedase en casa. Y esta vez, con sus razones. Sólo votó el 53% del censo, así no se pueden sacar conclusion­es contundent­es sobre el destino de una Cataluña independie­nte.

El socialista Salvador Illa, ven

cedor por votos de estas elecciones, desea presentar su candidatur­a en el Parlamento, pero esto no depende de él, sino del próximo presidente de la Cámara y de los apoyos que pudiese prever. Y no son muchos. ERC se sigue negando a un tripartito con el PSC.

Los tiempos son los siguientes: el Parlamento se debe constituir el 12 de marzo como muy tarde, y el primer intento de investidur­a llegaría el 26 de marzo. Es el presidente de la Cámara quien propone al candidato en base a los apoyos con los que cuente a priori. Si Pere Aragonès se retrasase en articular una mayoría con Junts, En Comú y CUP, Salvador Illa podría reclamar su tiempo. Es una posibilida­d, aunque lejana.

Illa ha anunciado que se reunirá con todos los partidos del Parlamento, excepto con Vox, otro de los triunfador­es del domingo.

Los de Abascal han dejado en una posición muy difícil a Ciudadanos. Inés Arrimadas reunió ayer a su dirección, pero se resiste a que haya dimisiones. Los críticos lo están pidiendo, y señalan al vi

El único atisbo de cambio es que Junts pudiese quedarse fuera del Gobierno catalán

cesecretar­io general, Carlos Cuadrado, como posible chivo expiatorio. Un partido que viene de dos derrotas tan enormes como Ciudadanos –la de las generales y éstas del domingo– no tiene un problema de liderazgo, sino de superviven­cia. No obstante, tendría aún dos años de margen hasta que lleguen las siguientes elecciones, que son las andaluzas.

El PP, con sólo tres escaños en el nuevo Parlamento, analizará su situación hoy con una reunión de la dirección nacional en Génova. No parece que su líder, Pablo Casado, vaya a soportar una andanada de críticas de sus barones como ya ocurrió en ocasiones anteriores. Sobre todo, porque Casado siguió el consejo de sus críticos y se apartó de Vox. En el caso catalán, eso no le ha dado ningún resultado.

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EFE Oriol Junqueras habla ante la mirada de Pere Aragonés, en la noche del domingo.

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