Malaga Hoy

LA FRÁGIL DEMOCRACIA

- JOSÉ FABIO RIVAS josefabior­ivas@hotmail.com

EL asalto al Capitolio de EEUU, como otros sucesos similares, algunos de ellos en España, nos muestran que la democracia es frágil e imperfecta (lo cual es una perogrulla­da esgrimida por nuestro vicepresid­ente del Gobierno, no se sabe bien con qué intencione­s). Sin embargo, ese barro frágil del que está hecho la democracia es, a la par (y si se le cuida), el humus que alimenta al junco de su adaptabili­dad, su mejora y su progreso, con lo que ha llegado a ser, según Churchill, la menos mala forma de gobierno. O sea, que la democracia nunca ha sido una roca, sino un río que cambia –a veces, para peor-, facilitand­o (o entorpecie­ndo) la participac­ión ciudadana, garantizan­do sus derechos, deberes y libertades, limitando el poder abusivo de las institucio­nes y de las oligarquía­s… Así que es frágil y no perfecta, porque es el ref lejo de la sociedad abierta y dinámica de cada momento, y con ello de las posiciones ideológica­s, deseos e intereses de los hombres que cambian y se adaptan a las circunstan­cias históricas. Sería calamitoso una democracia perfecta e inmutable, pues eso presupondr­ía un tejido social muerto, un ejército de hombres y mujeres zombis y robotizado­s. Pero esta evolución adaptativa de las estructura­s y de los procedimie­ntos democrátic­os (con sus sonados batacazos), no es algo que se dé de por sí, sino que es el fruto del esfuerzo de la ciudadanía (o más exactament­e –no hay que engañarse- de los demócratas). Porque el gobierno del pueblo (de la mayoría ciudadanía), por el pueblo (por una minoría que lo representa), tiene sus enemigos, una caterva que se puede pertrechar en todas las ideologías políticas. Me refiero a los populistas.

Lo cierto es que nuestras institucio­nes democrátic­as, siempre reformable­s, tal vez sean ahora más frágiles que nunca, por lo cual es perentorio que ese proceso de mejora, lo lideren los demócratas y no aquellos que de su fragilidad quieren extraer réditos políticos (y económicos), contrarios al progreso y a las libertades democrátic­as. La crisis sanitaria, económica, política y social que coyuntural­mente estamos viviendo, agravada por la situación de un mundo que cambia a un ritmo acelerado, la vivencia de estar en el fin de una época y en la antesala de un nuevo tiempo histórico, lleno de incertidum­bres y, tal vez, de peligros, casi sin mapa para orientarno­s, pero en el que entre otros muchos factores va a incidir el ecologismo, el feminismo, el desarrollo biotecnoló­gico y la globalizac­ión en la que todos (el capital y las personas) nos movemos, la pérdida de soberanía al inclinarse el poder cada vez más del lado de los mercados y las grandes empresas, ajenas al control de las institucio­nes democrátic­as… Todo esto acentúa la fragilidad de la democracia y la subsiguien­te necesidad de realizar cambios, no solo para adecuarla y fortalecer­la frente a los nuevos envites, sino también frente a sus enemigos.

Es importante ref lexionar sobre la calidad de nuestras institucio­nes democrátic­as. Y la mejor medida de esto (la más objetiva), es el grado de implantaci­ón de los populismos. En fin, frente a semejantes molinos, resulta hercúlea la tarea que tenemos que realizar los demócratas, pero no queda otra.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain