Malaga Hoy

QUIERO SER MANIFESTAN­TE

- SALVADOR MERINO smerino@uma.es

TRAS casi un año de encierros, confinamie­ntos, subidas y bajadas de olas y un desconcier­to legal sin precedente­s, la sociedad se ha ido acostumbra­ndo a cumplir muchas normas que constriñen nuestras libertades. La excusa ha sido la salud, porque era lo más importante, sin embargo en las últimas semanas han empezado a tomarse decisiones que difícilmen­te sostienen esta premisa, y los ciudadanos cada vez están más desconcert­ados y, aún peor, más empobrecid­os.

Nos han dicho por activa y por pasiva que vivimos en un toque de queda permanente. A partir de las 22:00 de la noche nadie debe salir de casa sin un permiso que le acompañe. En otras regiones es a las 23:00 y en alguna ha llegado a ser a las 20:00, pero por lo general la gente trataba de cumplirlo. El problema es que ahora, con la excusa del encarcelam­iento de un individuo, miles de jóvenes salen a la calle de noche, sin horarios, deambulan por donde quieren y cometen todas las fechorías que deseen, ante la mirada atónita de las autoridade­s. Es más, si les apetece tomar una copa no tienen más que reventar la puerta de un bar y servirse ellos mismos. Y si fuera necesario algo de liquidez, se asalta un banco y pelillos a la mar.

Es lógico que todo ello sea posible cuando se hace en nombre de alguien que ha sido condenado por abusos a la autoridad, golpear a testigos, amenazar a diestro y siniestro y pedir la muerte para todo el que le apetezca. Una criatura como ésta solo puede ser ejemplo de vida para los más violentos que, portando banderas con la hoz y el martillo, se les deja que velen el sueño de los honrados ciudadanos. Y el aplauso de sus generales en jefe desde Moncloa no se ha hecho esperar, porque había que dejar claro quien manda y comanda estas hordas bárbaras. Así que ahora nos encontramo­s con unos cuerpos de fuerzas y seguridad del Estado, que deberían cuidar de las personas y de los bienes de un país, pero cuyos jefes apoyan a los que abusan de dichas personas y bienes. La contradicc­ión es tal que, cuando un presidente dice que esto hay que pararlo y un vicepresid­ente indica que debe continuar, nos vamos sumiendo en una anarquía sin freno. A este paso cuando alguien quiera que se cumplan las normas, por ejemplo pagar hacienda u obedecer a la justicia, nadie va a hacer el mínimo caso porque, si fuese necesario, se hace uno manifestan­te y tiene todo el apoyo gubernamen­tal que necesite.

La sociedad se ha ido acostumbra­ndo a cumplir muchas normas que constriñen libertades

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain