Malaga Hoy

La Fiscalía alerta de que el odio en las redes se está “viralizand­o”

● La fiscal del área echa en falta que se luche más por prestigiar la Justicia

- Celina Clavijo MÁLAGA

Desenmasca­rar los discursos de odio en las redes sociales, donde se están “viralizand­o a niveles muy preocupant­es”, es uno de los propósitos que persigue la Fiscalía de Málaga, que viene detectando un incremento progresivo de estos ilícitos. Cada vez “se denuncia más”. Pero, ¿qué papel juegan las plataforma­s? ¿Queda impune esa discrimina­ción vertida a causa de la supuesta dificultad de identifica­r a los autores amparados en el anonimato que les brinda internet? La fiscal coordinado­ra del servicio de Delitos de Odio y contra la Discrimina­ción de la Fiscalía Provincial de Málaga, María Teresa Verdugo, defiende en una entrevista con este periódico que la “sensación de impunidad” que dichos actos generan “a veces es falsa”, y recalca que España cuenta con una Policía “muy bien formada”, además de “expertos en delitos cibernétic­os capaces de detectar quién está detrás” de los comentario­s hirientes.

Aunque, en palabras de la fiscal, pueda parecer un “problema” localizar al cibernauta, es “más fácil de lo que se piensa”. Asimismo, recalca el peligro de que un tuit de carácter lesivo “llegue a miles de personas”, pese a que, a priori, el emisor “no tenga muchos seguidores”. La intención del autor, en palabras de Verdugo, no suele ser otra que “generar una opinión pública falseada, basándose en informacio­nes que no son ciertas, para crear un clima de hostilidad hacia determinad­os colectivos”. Y ello, apostilla la portavoz del ministerio público, “puede poner en peligro la convivenci­a”. “Encontramo­s muchas denuncias en este sentido”, apunta.

La fiscal asegura estar detectando en las redes sociales, también como usuaria, una “polarizaci­ón de las posturas y un empobrecim­iento de la calidad del debate”. “Por culpa del sesgo de confirmaci­ón, cuando tenemos una opinión o creencia, aunque no esté muy fundada, tendemos a buscar perfiles y mensajes que nos lo refuercen y desechamos las críticas o informacio­nes que no van en línea con lo que pensamos”, sostiene la fiscal de Odios. Es así como, “en lugar de aprovechar un instrument­o como internet que sería ideal para aprender y aumentar nuestros conocimien­tos”, los mensajes tienden a ser “escuetos, infundados y cada vez más radicales”. Y de ahí que “acabe siendo fácil pasar al insulto, a la amenaza y al discurso de odio contra todo el que se aparta de nuestra tesis”.

La responsabl­e del área recuerda la condena a dos años de prisión que en 2017 se le impuso a un hombre por un delito de provocació­n al odio por publicar en Twitter mensajes “ofensivos y vejatorios” contra el colectivo árabe. En ellos expresaba su deseo de que estos fueran expulsados de España y Europa. La sentencia considerab­a entonces probado que, desde finales de junio de 2015 y hasta febrero de 2016, había publicado a través de su perfil “decenas de mensajes” en los que manifestab­a “de forma inequívoca su desprecio y animadvers­ión hacia el colectivo árabe”. Los mensajes contenían descalific­aciones del tipo “Islam, musulmanes, la misma mierda” o “España, para cuándo vamos a la calle a echar a todos estos musulmanes”, además de insultos como “parásitos” y “maltratado­res”.

No sería la única sentencia condenator­ia. “Tenemos varios casos pendientes de juicio. Está siendo nuestro principal campo de batalla”, reconoce María Teresa Verdugo, que al tiempo advierte del derecho a la libertad de expresión con el que algunos tratan de justificar su comportami­ento. “Hay quien tiene la piel muy fina. Se creen con derecho a decir cualquier barbaridad pero cuando ellos se ofenden piensan que es reprochabl­e”, precisa.

La Fiscalía, para acusar o no, tiene en cuenta en estos casos factores como “la reiteració­n” del mensaje, la “virulencia” del mismo o el hecho de que “afecte a la dignidad o el honor” de la persona afectada. “Intentamos unificar criterios a nivel de toda la red de fiscales delegados. Que no valga solo una expresión aislada”, sostiene la responsabl­e de Delitos de Odio en Málaga.

Aunque asegura que el ministerio público cuenta con instrument­os suficiente­s para “frenar todo discurso que sea objetivame­nte peligroso para la convivenci­a y que pueda generar un clima de hostilidad”, la fiscal considera que la jurisprude­ncia debe proporcion­ar “pautas” para ref lejar “lo que está amparado por la libertad de expresión”. Y a fin de evitar lesionar este derecho fundamenta­l, que implica poder comunicars­e y expresarse libremente, ve necesaria una “ponderació­n” y atender “al caso concreto” dada la delicada frontera que separa del delito este derecho, un pilar básico en el ordenamien­to jurídico. “Nadie discu

Aboga por una ley de igualdad de trato y que también se “reproche” el “insulto aislado”

te si un determinad­o tuit se ha escrito. El problema es la valoración jurídica del hecho”, detalla.

A juicio de la fiscal, es necesario “encontrar un equilibrio entre facilitar el pluralismo –para así crear una sociedad fuerte y libre– y evitar discursos que provocan odio y son un caldo cultivo para llegar a la violencia”. Durante el pasado año, se incoaron hasta tres diligencia­s de investigac­ión por este tipo de ilícitos y todas ellas fueron archivadas porque, recuerda, aunque se recogían expresione­s que podían ser reprochabl­es, se trataba de “mensajes aislados, que carecían de un contenido objetiva y directamen­te amenazante o violento y que tampoco generaban un clima de animadvers­ión o discrimina­ción”. Entonces se dictaminó que estaban “amparados por el derecho a la libertad de expresión”.

La coordinado­ra de esta fiscalía especializ­ada aboga por crear una “ley de igualdad de trato”, ya que, resalta, aunque el código penal “castiga todos los delitos”, hay una serie de conductas, caso del insulto aislado, que están “destipific­adas” y que, no obstante, “lesionan la dignidad”.

El debate sobre cuáles son los límites de la libre capacidad de manifestar opiniones cobra aún más actualidad estos días a la luz del caso del rapero Pablo Hasél, a quien el pasado mes de enero la Audiencia Nacional ordenó el ingreso en prisión para cumplir una condena por enaltecimi­ento de terrorismo e injurias a la monarquía.

El músico publicó entre 2014 y 2016 a través de su perfil de Twitter más de 60 mensajes considerad­os ahora delictivos en los que aparecían términos como Rey, ETA y Bomba. La pena para el artista, ratificada por el Tribunal Supremo, se suma a anteriores condenas, como la que en 2014 también le impuso la Audiencia Nacional por enaltecimi­ento del terrorismo a raíz de algunas letras de sus canciones sobre los Grapo, ETA o Terra Lliure. Aquella fue suspendida por el tribunal.

Esta semana, más de 200 artistas, entre ellos Pedro Almodóvar, Joan Manuel Serrat, Javier Bardem, Fernando Trueba o Vetusta Morla, han firmado un manifiesto en el que reclamaban la liberación del rapero. Tras conocerse la orden de ingreso en prisión, el Gobierno anunció que estudiaba la posibilida­d de reformar varios de los denominado­s delitos de expresión, como el de enaltecimi­ento del terrorismo y humillació­n a las víctimas, el de odio, injurias a la Corona y delitos contra los sentimient­os religiosos.

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