El juego de equilibrios de Casado
Tras poner rumbo al centro el pasado otoño, el líder de los populares carga con una mano contra el Gobierno mientras con la otra apela al diálogo
El líder del PP, Pablo Casado, fijó en otoño su rumbo en el centro y, desde entonces, con una mano carga contra el Gobierno de coalición y con la otra apela al diálogo, un equilibrio que le ha llevado a firmar su primer pacto y, un día después, a romper la negociación sobre el poder judicial.
La semana política que se cierra da la medida de la compleja balanza que maneja Casado. El viernes PP y PSOE escenificaron su enésima fractura en la renovación del poder judicial; sólo un día antes habían rubricado su primer acuerdo de la legislatura, el de RTVE.
Los tiras y af lojas para ofrecer pactos y, al mismo tiempo, enmendar con dureza la acción del Ejecutivo se dan de continuo.
El lunes, el PP buscó apuntarse un tanto al asegurar que el PSOE estaba dispuesto a apartar a Podemos del poder judicial; los socialistas lo negaron. Mientras el número dos del PP, Teodoro García Egea, y Moncloa negociaban, el PP decidía en el Congreso centrar su labor en denunciar la “deriva autoritaria” de la coalición.
El martes, Casado recibió tratamiento de jefe de la oposición al ser el único portavoz invitado al almuerzo con el Rey por el 23-F; mientras, su portavoz en la Cámara Baja, Cuca Gamarra, cargó contra el Ejecutivo porque los grupos que le apoyan dieron plantón a Felipe VI y tacharon de “operación de Estado” la intentona golpista.
El miércoles, el líder del PP hizo una demostración de funambulismo cuando acusó a Sánchez de romper España con el Gobierno “más radical en 40 años”, pidió el cese de quienes apoyen la violencia, en referencia a Podemos y, a continuación, apeló a un “nuevo comienzo” para el país.
Defendió Casado la necesidad de una “agenda para una nueva mayoría” y le dijo a Sánchez que la tarea de ambos era “ensanchar el espacio de la moderación y hacerlo tan grande” como para que los dos puedan “ganar dentro de él”.
Al día siguiente, fumata blanca: pacto para renovar el Consejo de Administración y la Presidencia de Radiotelevisión Española. El primer acuerdo de la legislatura entre PP y PSOE incluye, además, a Unidas Podemos y el PNV.
Entre tanto, la renovación del poder judicial parecía inminente tras dos años de bloqueo hasta que, a medianoche, la negociación saltó por los aires. Las dos partes reconocieron “escollos” que les llevaron a romper.
Los populares esgrimen “dificultades” que hacen “imposible cualquier acuerdo” y ponen sobre la mesa dos nombres: Ricardo de Prada, el magistrado que juzgó la primera etapa de la Gürtel, y Victoria Rosell, delegada de Gobierno de violencia de género y la evidencia de que Sánchez no aparta a Podemos. Un nuevo tropiezo que puede complicar la renovación de otras instituciones como el Tribunal Constitucional o el Defensor del Pueblo.
Y es que el pacto entre los dos antagonistas clásicos de la política española tensiona la posición de ambos en sus propios campos políticos, pues la competición entre bloques convive con la lucha en el seno de la izquierda y la derecha.
Son varios los elementos que Casado debe cuadrar.
En la moderación, el PP se ha reivindicado como un partido de Estado, como el gestor que sacará a España de la siguiente crisis y como la única alternativa posible a Sánchez.
En el campo de la derecha aparecen obstáculos. Ciudadanos ha agitado la bandera contra el bipartidismo y censurado los acercamientos, tachándolos de pactos de despacho donde los dos principales partidos se reparten los jueces y la televisión pública.
Para equilibrar la balanza Casado cuenta con dos años por delante sin elecciones, siempre que Sánchez no le dé nuevas sorpresas.
La renovación del poder judicial saltó por los aires justo cuando parecía inminente