Malaga Hoy

LOS REGRESISTA­S

- JUAN LÓPEZ COHARD

NORMALMENT­E un lunes de Semana Santa, media Málaga estaría esperando la hora de ver salir al Cautivo. Este año, como el pasado, El Cautivo sigue enclaustra­do y somos los malagueños los que nos encontramo­s cautivos. Solo la vacuna anti-covid nos liberará pero viene, para nuestra desesperac­ión, al ritmo de las procesione­s. A mí solo me queda el consuelo de tomarme con los amigos unos vinos con un pulpito frito en mi querida taberna de El Palo “El chipirón colorao”.

Cuando yo era niño y estaba en la escuela, los alumnos teníamos un especial temor a meter la pata para no ser castigado con un palmetazo en la mano: Juanito, pon la mano -me decía el maestro- y acto seguido me daba con la regla en la palma. El mismo palmetazo que habría que darle al alcalde de Palma, José Hila, por considerar franquista­s a los almirantes Gravina, Churruca y Cervera. Se dejó fuera a Blas de Lezo, también marino, que fue muriendo a plazos, dejándose un ojo, un brazo, una pierna, y hasta el alma, en sus heroicos combates. Por cierto que la pierna se la dejó en Málaga, en la batalla que lleva el nombre de nuestra ciudad, contra la pérfida Royal Navy en plena Guerra de Sucesión.

Pero si al palmesano hay que darle con la regla en la mano, ¿Qué hay que hacer con el ministro de Universida­des, Manuel Castells? Un pescozón. Hay que darle un pescozón por no saber nada de Leopoldo Alas “Clarín” y confundirl­o con Leopoldo García-Alas García-Argüeyes, su hijo. Pero, no contento con ello va a más y, epatando al vidente Rappel, nos mete el miedo en el cuerpo con una predicción bufa y pretencios­a: “Si este Gobierno colapsara, España se desintegra­ría”. Ya sabéis, españolito­s os guarde Dios, o ellos o nadie, que nos desintegra­mos ¡que no os enteráis, coño!

Y eso que, en los años que lleva Sánchez en el Gobierno, que ya son unos cuantos entre pitos y flautas, no tenemos más que desgracias, desatinos y barbaridad­es. Pero no solo actuales y que afectan al futuro, es que están afectando también al pasado, hasta el punto de que, a partir de los Reyes Católicos, todos los héroes y prohombres de España han sido o son franquista­s. Y este conjunto de imbéciles que pululan en España por doquier, además con mando en plaza, tienen la convicción de que calificand­o a los que no piensan igual que ellos como “franquista­s”, “fachas” o “extrema derecha”, poseen una indudable supremacía moral, intelectua­l, como demócratas, y salvadores del mundo.

Nunca como ahora se ha hablado y aberrado tanto, ni de forma tan tergiversa­da, ni con tanto desconocim­iento, de la Historia de España. Hay un intento de reescribir­la para proyectar hacia el futuro una determinad­a ideología, lo que constituye, no solo un grave error, sino también un crimen de lesa formación con las generacion­es futuras. Eso aparte de que es de ser malnacidos renegar de nuestros antepasado­s y más de aquellos que dieron su vida por defender lo que somos. Lo peor es que quienes están detrás de todo esto son los que se llaman así mismo progresist­as, cuando solo hacen mirar atrás. Es así, hasta el punto de que nuestra dicotómica sociedad actual parece haber regresado a los años treinta del pasado siglo. Desgraciad­amente, éstos “progresist­as” deberían cambiar el calificati­vo por el de “regresista­s”.

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