He ahí la Esperanza
● La identidad de las cofradías malagueñas se despliegan en un suntuoso Jueves Santo ● El barrio del Perchel congregó a miles de fieles que veneraron a tallas de gran calado devocional en la ciudad
TAN necesaria y tan humana. Tan cercana y tan viva. Ahí estaba, perfumada de romero, portando en sus manos un pañuelo que era la misma ciudad de Málaga. Es más necesaria que nunca, y en un Jueves Santo de desconcierto por lo que vendrá, otorgó su bendición a todos los que la rodearon sin querer darle la espalda, pero contemplando, al mismo tiempo, al portentoso Nazareno del Paso. He ahí tu Esperanza.
Una basílica que sirvió como refugio a miles de corazones que se curaron a base de fe, amor y fragancia del más puro incienso. La Virgen perchelera apuntaba con su mirada directamente a lo más profundo de unas almas sedientas de Esperanza. Los sagrados titulares consiguieron lograr ese clímax tan difícil de conseguir en esta Semana Santa de la larga espera y de una intimidad, a veces, inexistente. Todo daba igual, al entrar por las puertas de la basílica ya apenas se recordaba la previa toma de temperatura y las miradas de los vigilantes de seguridad que controlaban el recorrido de los fieles por el interior del templo. No existía nada más que tú y Ella, nada más que tú y el Dulce Nazareno cargando con su cruz, que es tu cruz.
Tampoco faltaron esos gestos pícaros de aquellos que se atrevían a aproximarse a la bendita alfombra sobre la que se posaba María Santísima de la Esperanza, y en la que descansaba su delicado manto verde, para arrancar una ramita de romero. Ese romero que muchos apretaron con fuerza en sus puños mientras finalizaban su lento transitar por el templo. Antes de salir, era obligatoria una nueva parada delante de la Virgen de la Esperanza, un último rezo, una última súplica, y un último escalofrío. Todos fueron abandonando la basílica, pero la malagueña Virgen de la Esperanza nunca abandonará a esos corazones que al pronunciar su nombre palpitan con fuerza. He ahí tu Esperanza, por siempre.
No importaba la espera. Tras unas jornadas en las que los cofrades han pasado por una auténtica montaña rusa de emociones, han derramado lágrimas de sal, han convivido en hermandad y no han renunciado a sus tradiciones más arraigadas, tocaba dejarse llevar, llenar un vacío emocional y dejar de pensar en lo que Málaga perdió este año para disfrutar de lo que sí puede contemplar, que no es poco.
CONGREGACIÓN DE MENA
En el pasillo de Santo Domingo se repetía una pregunta con frecuencia durante toda la jornada: ¿Esta cola es para ver a la legión? Y qué contestar a eso. Cola que, por cierto, llegó hasta el final del puente de la Esperanza por la tarde. Al final Málaga es prisionera de esas mismas tradiciones a las que no renuncia, y pretende no hacerlo. Quizás fuese el momen
to de reflexionar y valorar qué es lo verdaderamente importante en todo esto, de verdaderamente comenzar esa reinvención de la que tantos meses llevan hablando las propias hermandades y sus juntas de gobierno. Y no, la cola no era para ver a la legión.
Se ref lejaban sobre el negro mármol, y los malagueños no esperaron ni a secarse las manos del gel hidroalcohólico para acercarse a esa capilla de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. La belleza del Cristo de la Buena Muerte y la Virgen de la Soledad juntos no puede apenas describirse. Algunos se lamentaron al ver las fotos publicadas en las redes sociales de la congregación, y es que el deseo general era poder haber visitado a los titulares en esa misma disposición durante toda la Semana Santa, y no solamente a partir del Jueves Santo. No hay mayor legión para el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad que aquella formada por los que atesoran a estas devociones y se aferran a ellas para llegar a un mismo fin, conservar la Esperanza. Málaga vivió un Jueves Santo sin la legión,
Nada se interponía entre las miradas de los fieles que se dirigían a la Esperanza
Ante tanta magnificencia se agradecieron las escenas sencillas
y no pasó nada.
Pero el templo tenía reservada otra sorpresa. Tras el impacto inicial con las imágenes titulares de la congregación de Mena, y justo al pasar la capilla de la hermandad de la Humillación, apareció la Paz ataviada de blanco pureza. La Virgen era el perfecto pórtico de entrada a la Sagrada Cena Sacramental. Envidiable siempre el trabajo y el buen hacer de los hermanos de esta corporación nazarena que lograron que todos los visitantes se recrearan en cada uno de los apóstoles, en sus expresiones y sus muecas.
No obstante, si algo destacaba en todo el conjunto era el brillo en la mirada del Señor de la Sagrada Cena, algunos dijeron que era fruto de la iluminación del templo, otros susurraban a sus acompañantes que se cumplía una vez más el dicho, el Jueves Santo relució más que el sol, y los ojos del Señor eran fiel ref lejo de ello.
EL GUSTO DE LA SENCILLEZ
Ante tanta magnificencia, se agradecieron esos momentos sencillos y austeros que ofrecieron distintas sedes del centro histórico. El Santísimo Cristo de la Vera Cruz, situado en el altar mayor de la iglesia de San Juan Bautista no necesitó más decoro que el retablo en el que se alza. En los primeros bancos del templo se arrodillaron varios fieles que, con la cabeza gacha y sus manos unidas, recitaban palabras inaudibles ante un histórico crucificado solemne.
En la misma línea, la Virgen de los Dolores en su Amparo y Misericordia, hizo gala de su belleza tras la magnífica intervención realizada por los talleres de Antonio Dubé Herdugo. Se echó de menos esa característica disposición del manto a modo de capucha con la que ha procesionado en los últimos años la Dolorosa.
Pero su elegancia todo lo puede. La Esperanza también está en las acciones más sencillas y que parecen pasar más inadvertidas en el día a día.
La Esperanza también tiene claros tintes de plata en el barrio del Perchel. Al final de la calle Ancha del Carmen, se abrieron unos grandes portones blancos tras los que relució esa plata que cobijaba al vecino más querido de las calles y plazuelas aledañas a la parroquia de la Virgen marinera, el Chiquito. Ahí también está tu Esperanza, justo en esa piedra sobre la que apoyaba su mano derecha el Señor de la Misericordia.
En la casa hermandad de la corporación se alojaron el Nazareno caído y Nuestra Señora del Gran Poder, en un altar conformado por distintos elementos que componen el trono de la Virgen y un original monte de corcho. Un equipo que trabaja avanzando a pasos agigantados engrandeciendo y acercando las devociones a sus hermanos. Es curioso cómo el barrio es capaz de transformar la pena en alegría. Y es que el simple hecho de estar cerca de sus sagrados titulares era ya motivo de júbilo para los percheleros. Una eterna paradoja, el Chiquito es magno y goza de un Gran Poder, que se volvió a demostrar este año, y es que gracias a Él, todos los que alguna vez residieron en este barrio señero se reúnen, al menos, una vez al año. Y esto ocurre incluso en tiempos de pandemia.
Y siguiendo la misma estela de la Esperanza, los hermanos co
La cofradía de la Misericordia congregó a los antiguos vecinos del barrio del Perchel
La agrupación musical San Lorenzo Mártir regaló los momentos musicales del día
rreonistas vivieron una jornada cargada de emociones y sentimientos. Porque cuando una hermandad trabaja unida se nota, no solamente en el resultado estético final, también en el ambiente que se respira y en las miradas cómplices. El extraordinario altar de la iglesia de la Aurora María y la Divina Providencia evidenció la hermosura del Nazareno de Viñeros y la Virgen del Traspaso y Soledad.
Viñeros se disfruta y cala hondo. Viñeros se escucha a través de las melodías magistrales de la agrupación musical San Lorenzo Mártir, que quiso regalar en forma de conciertos, su trabajo diario, su esfuerzo y sacrificio. A primera hora de la tarde retumbó ‘Señor de Carretería’ desde la azotea del oratorio de Santa María Reina, de la cofradía de las Penas, y a la tarde las partituras cantaron ese lema lleno de Esperanza: ‘Tú eres la vida’. Málaga se siente orgullosa de su agrupación musical, porque interpretar una marcha procesional no es solamente afinar todas las notas o entrar en el compás correcto, es sentir esa conexión especial con los titulares a los que acompañan, y los miembros de San Lorenzo llevan por bandera ser los cirineos de Carretería.
ZAMARRILLA DE LEYENDA
Y no podía ser de otra manera, la rosa volvió a ser roja para el Jueves Santo. En una ermita de leyenda, María Santísima de la Amargura, sobre una peana de plata, miraba a un cielo celeste. La Virgen era esa línea que separaba el Perchel, donde se alzó el Cristo de los Milagros, y la Trinidad, barrio en el que fue despojado de sus vestiduras el Señor del Santo Suplicio. Ambos titulares cristíferos se miraban frente a frente provocando la admiración de hermanos y fieles.
Donde encuentres la Paz y el Amparo a tus Dolores y Misericordia. Sea en una estampa en una ciudad lejana, bajo el varal o tras el capirote. Donde se ref leje ese rayo de luz entre tanta oscuridad. Donde cierres los ojos y vuelvas a imaginar a todas las cofradías del Jueves Santo saliendo a unas calles abarrotadas ansiosas de fe y arte popular. He ahí tu Esperanza, la que a buen seguro huele a incienso y romero. Guárdala y cuídala, que nunca se pierda. Y que cada Jueves Santo, si Ella no sale a tu encuentro, búscala y compártela con los que más la necesiten. Siempre la Esperanza.