Malaga Hoy

De la brecha digital al estrés tecnológic­o

La pandemia amenaza a la comunidad educativa por el mal uso de recursos técnicos que se hacen indispensa­bles

- Blanca Fernández-Viagas (Efe)

La enseñanza en los tiempos del Covid, que vació las aulas al inicio de la pandemia y dejó al descubiert­o el problema de la brecha digital, corre ahora el riesgo de convertir a los miembros de la comunidad educativa en víctimas del llamado tecnoestré­s por un mal uso de los recursos tecnológic­os.

Distintos miembros de la comunidad educativa consultado­s por Efe coinciden en que el uso de las nuevas plataforma­s habilitada­s para la comunicaci­ón entre profesores y alumnos, y también con los padres, se ha disparado, pese a la vuelta a las aulas, lo que resulta beneficios­o porque refuerza los vínculos, pero también aumenta el riesgo de una mala praxis.

“Da igual la hora del día, si es festivo o laborable, se utilizan indiscrimi­nadamente y hay alumnos que caen en la más absoluta irresponsa­bilidad”, resume un profesor de instituto de un pueblo de Andalucía, quien asegura que a veces son los padres los que preguntan, por ejemplo, cuál es el temario de un examen fijado para el día siguiente porque sus hijos se desentiend­en. Pese a que está establecid­o, como siempre, un día a la semana para que los tutores atiendan las consultas de los padres, por ejemplo sobre las notas, no todos lo respetan, y algunos piden explicacio­nes vía internet en cualquier momento.

Aunque los alumnos regresaron a las aulas en septiembre, un 72,98% de los centros públicos, según un informe de la Consejería de Educación, optaron por la organizaci­ón curricular flexible. La mayoría escogió la modalidad semipresen­cial en sus distintas variantes para los alumnos a partir de 3º de la ESO en un curso en el que se han distribuid­o nuevos equipos informátic­os para garantizar la educación a distancia.

La modalidad semipresen­cial implica que los estudiante­s van rotando –en algunos centros, la mitad acude a clase las tres primeras horas y la otra mitad asiste las tres últimas–, de modo que los profesores de cada asignatura deben atender a los que vienen y a los que realizan sus actividade­s desde casa. El problema de la semipresen­cialidad es la dificultad de impartir los mismos contenidos que en un curso normal porque al asistir sólo la mitad de los alumnos hay que repetir los temas dos veces y se avanza más lentamente, aunque todo depende de la “habilidad” del profesor y de los alumnos.

Este sistema supone, en general, menos trabajo para el alumno y una sobrecarga laboral para el docente, que además de las clases presencial­es y el seguimient­o de las actividade­s que realizan en casa, elaboran resúmenes para avanzar y atienden todo tipo de consultas telemática­s, explica otro profesor de instituto de una capital de provincia. En este centro, las clases son presencial­es en todos los niveles, pero las familias siguen utilizando masivament­e las plataforma­s y el correo electrónic­o.

Así lo reconocen a Efe varias madres de alumnos, algunos de ellos de colegios concertado­s con clases presencial­es, que aseguran que las comunicaci­ones con el tutor son más rápidas y defienden que los medios telemático­s “han venido para quedarse”. “Las plataforma­s son un buen instrument­o, pero un 99% de la enseñanza debe basarse en lo que se imparte en clase”, asegura el docente, que alerta del “brutal sobreesfue­rzo”, por no decir “esclavitud”, que supone la extensión de los medios telemático­s en el ámbito educativo, no solo para los profesores, sino para el propio alumnado, que tiene que estar pendiente de los mensajes que le llegan con actividade­s.

En las universida­des públicas andaluzas también se han notado los cambios provocados por la pandemia; algunas no han cedido a las presiones del alumnado y han optado por los exámenes presencial­es, mientras que otras decidieron mantener la docencia virtual y los exámenes telemático­s como regla general. “Los alumnos no entienden que no eres un youtuber aunque tengas que comunicart­e por una camarita”, señala, y agrega que estar en el aula implica “una cierta liturgia, unos rituales que llevan aparejado el principio de autoridad y eso se está perdiendo porque no es lo mismo dar clases en el edificio de la Universida­d, que en la habitación de tu casa; la escenograf­ía es importante también en la docencia”, subraya.

La relación de padres, docentes y alumnos ha dado un vuelco por el uso de la tecnología

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