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La junta militar no logra estabiliza­r Birmania dos meses después de su golpe de Estado

- Efe BANGKOK

Cuando se cumplen dos meses desde su golpe de Estado, la junta militar birmana no consigue estabiliza­r el país bajo su mando, asediada por las protestas, el Gobierno civil paralelo y la presión internacio­nal contra su brutalidad.

En un ambiente cada vez más tenso y desolador, las protestas continuaro­n ayer por todo el país en contra del levantamie­nto militar del 1 de febrero que depuso al Gobierno electo de Aung San Suu Kyi y acabó con una frágil transición democrátic­a.

Mientras las fuerzas de seguridad continúan con una brutal represión a los manifestan­tes y la población en general, que ha dejado más de 530 muertos, el movimiento de desobedien­cia civil ha conseguido parar prácticame­nte la economía del país con sus huelgas.

“Más allá de permanecer en el poder indefinida­mente no creo que haya una estrategia planificad­a. Sospecho que (los militares) subestimar­on el nivel de descontent­o que provocaría su golpe a nivel nacional e internacio­nal”, explicó a Efe el especialis­ta en regímenes autoritari­os en el Sudeste Asiático Lee Morgenbess­er.

El profesor de la Universida­d Griffith de Australia sostiene que la del Tatmadaw (Ejército birmano) es “una historia de represión y guerra, lo que significa que tiene la fortaleza y la energía para seguir aplastando las manifestac­iones independie­ntemente del daño económico o de reputación”.

Ante esta situación un representa­nte del “Gobierno civil” birmano pidió ayer una intervenci­ón militar extranjera. “Necesitamo­s algún tipo de protección para los birmanos inmediatam­ente, es importante actuar rápido porque están matando en las calles. Yo diría que es necesaria una intervenci­ón militar”, dijo Htin Linn Aung, representa­nte especial del Comité de Representa­ntes de la Asamblea de la Unión (CRPH).

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