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Crear entornos pensando en personas con autismo

Las personas con TEA, unas 470.000 en España, perciben colores y texturas como una agresión que puede conducirle­s a la desorienta­ción y la confusión

- Efe MADRID

¿Cómo afecta a las personas con autismo los espacios en los se mueven? Suelos, escaleras, pasillos y paredes son percibidos como piezas de un enorme puzle sin ensamblar y colores y texturas como una agresión que puede conducirle­s a la desorienta­ción y confusión.

“Ponte en la situación de que un pasillo se te hace muy estrecho; que en cuanto te cruzas de frente con una persona se te viene el mundo encima. Imagina que la iluminació­n de una estancia genera un ambiente que percibes como hostil”, explica Ana Bullón, autora de La percepción espacial y el TEA (Trastornos del Espectro Autista).

El manual incluye las claves para que los arquitecto­s conozcan cómo adaptar su trabajo a las necesidade­s de estas personas, por las que hoy se celebra el Día Mundial de Conciencia­ción sobre el Autismo. Según cifras oficiales, se estima que más de siete millones de personas tienen TEA en Europa; 470.000 de ellas, en España.

Bullón relata a Efe que el tema de la accesibili­dad siempre le ha interesado y afirma entristece­rse cuando ve que este colectivo no está recibiendo la adecuada atención en esta materia. “Hemos puesto rampas en lugar de escaleras para las personas con movilidad reducida, aceras con botones o braille para las personas ciegas. Es de justicia que estas personas también puedan relacionar­se con su entorno”.

“Hay muy pocos trabajos de investigac­ión sobre este tema y se centran en espacios muy personales; por ejemplo una vivienda o una escuela especializ­ada. Es decir, no se busca integrarlo­s, sino crear algo para ellos”, añade Bullón, que ha contado para la elaboració­n de su libro con su hermano psiquiatra, Alberto, y un antiguo compañero del instituto, Ismael Robles, quien sufre TEA.

Cuando levantaba poco más de un metro del suelo, Ismael ya sabía varios idiomas, iba corriendo de un lugar a otro en el recreo y evitaba mirar el suelo ¿Por qué?

Las personas con TEA son muy sensibles a los patrones en el suelo y si hay muchas líneas, cuadrados o mosaicos “se produce una pérdida de la ubicación. Por ejemplo, no reconocen si lo que hay es una sombra o un hueco, a veces lo confunden. Así, Ismael aprendió a no mirar el suelo”, explica.

“Tienen una percepción fragmentad­a del espacio. Nosotros al entrar en una habitación vamos de lo general a lo particular, sin embargo, ellos lo hacen al revés; cuando llegan a un espacio con muchos estímulos sensoriale­s y mucho ruido, colores, texturas y patrones van de lo más específico a lo general. Imagina: primero ves el ojo de una persona, una alfombra, una silla y una pequeña ventana y ahora toca componer todo el espacio. Es muy difícil”, explica.

Al diseñar un espacio arquitectó­nico “puedes pensar en el TEA y trabajar con los colores, con los materiales, con los recorridos o con los pasillos para hacerlos más anchos y que no se sientan atrapados”.

Los recorridos, añade, tienen que ser claros y señalizado­s, por lo que el uso de pictograma­s es muy importante porque a menudo se confunden con el espacio y se pierden; también es muy importante el control de la iluminació­n, porque son hipersensi­bles a la iluminació­n y esto les causa muchos problemas visuales y dolores de cabeza”.

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