Malaga Hoy

Vecinos salen al rescate del edificio del arquitecto Antonio Lamela de La Malagueta

● Una iniciativa vecinal, a la que se sumaron varios colectivos, concluye con la protección patrimonia­l del edificio del paseo Ciudad de Melilla, 23, en el que destaca el valor de su portal

- Sebastián Sánchez MÁLAGA

Se levanta desde principios de los años 70 entre el cemento masificado del barrio de La Malagueta, icono inconfundi­ble del urbanismo de la época. 16 plantas en vertical que pasan inadvertid­as a los ojos de la inmensa mayoría de los mortales que pasean por el Paseo Marítimo de Melilla. No son muchos los capaces de reconocer la valía de este bloque de viviendas, diseñado por el urbanista Antonio Lamela, que encierra en su interior una joya arquitectó­nica, su portal, que acaba de ser protegido por la Junta de Andalucía.

Pero la decisión final adoptada por la Administra­ción regional, con la inscripció­n del inmueble en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, tiene su origen en la lucha y pugna de unos pocos para revertir una situación que parecía imparable. Como si se tratase del efecto de una piedra cuando cae en un estanque, las primeras ondas provocadas por el movimiento de varios vecinos y arquitecto­s, acabó derivando en una reclamació­n más amplia y sólida para demandar a la Consejería de Cultura una salvaguard­a ya formalizad­a.

Marina Benavides es una de las protagonis­ta de esta historia. Pero no la única. En 2015 acudió al edificio para ver un piso en alquiler. El impacto que el causó fue tal que no dudó un momento. “Dije que no quería mirar más, que era el que quería”, recuerda haber expresado. Algunos años más tarde pasó de ser inquilina a propietari­a. Y justo en ese momento fue cuando tuvo conocimien­to de que la comunidad de propietari­os tenía la firme intención de acometer una profunda reforma del portal, una decisión que fue adoptada por unanimidad.

A contrarrel­oj, esta interioris­ta y amante de la arquitectu­ra y del arte, puso en marcha, junto a especialis­tas como Concha Estrada, un movimiento que acabó llegando al Colegio de Arquitecto­s, a la Academia de Bellas Artes de San Telmo, al Docomomo… “Intentamos que la gente conociese el valor de la arquitectu­ra de Lamela”, explica ahora, cuando el recorrido ha concluido.

Marina reconoce que para quienes llevaban 30 ó 40 años pisando el mismo gresite geométrico, viendo la estructura llena de curvas, tocando los buzones colgantes de madera, podía ser difícil entender la riqueza de todas estas piezas. “Es verdad que es una entrada vieja, pero tiene unas paredes curvadas maravillos­as, una luz preciosa, un suelo artesanal y cuando te dicen que van a quitar eso para poner papel pintado se te cae el alma a los pies”, lamenta.

El paso inicial tuvo continuida­d con escritos que desde el Co

Marina Benavides

vecina

Cuando te dicen que van a quitar el portal para poner papel pintado se te cae el alma a los pies”

legio de Arquitecto­s, desde la Universida­d, desde la Academia de San Telmo llegaron a la Junta y a los vecinos con el objetivo de frenar el proyecto de reforma. Incluso, esta vecina rememora con satisfacci­ón el primer contacto con tuvo con el estudio Lamela, fundado por Antonio y ahora en manos de su hijo, Carlos. Un apellido que décadas después vuelve a ser protagonis­ta de la realidad de Málaga. Las tres torres de 21 plantas proyectada­s en el litoral oeste, el diseño del que será el tercer hospital de la Costa del Sol llevan esta firma.

“Ese contacto fue crucial; hablé con una secretaria y como media hora después quien me llamó fue el hijo de Antonio Lamela; incluso me ofreció hacer un proyecto gratis de rehabilita­ción del portal”, valora. Las acciones, sin embargo, no lograron frenar el interés de una mayoría de residentes por transforma­r la entrada.

Sin embargo, la suerte fue una aliada. La falta de un permiso para poder arrancar los trabajos demoraron los plazos el tiempo suficiente para que hubiese un primer pronunciam­iento de la Delegación de Cultura en Málaga fijando las bases de la protección. “Fue un milagro que el procedimie­nto haya sido más rápido de lo que es habitual”, confiesa.

Daniel Rincón es arquitecto.

Era vocal de la junta del Colegio de Arquitecto­s cuando comenzaron las primeras acciones para salvar el portal de Lamela. “Es muy satisfacto­rio lo ocurrido pero esto nos debe servir de lección a todos”, confiesa. Aunque pone el acento el colectivo de arquitecto­s. “Cuando se destruye una parte de nuestro patrimonio es en parte porque como colectivo no hemos hecho bien nuestra labor; tendríamos que tener la capacidad de comunicar el valor que tienen determinad­os edificios y quizás es algo que no hacemos lo suficiente”, señala como autocrític­a.

En una sentida explicació­n, Daniel pone en valor la arquitectu­ra de Antonio Lamela, destacando su apuesta por la arquitectu­ra suspendida, por la manera en que distribuía el interior de las viviendas. “Fue pionero en muchas cosas que van más allá de la arquitectu­ra; tuvo una capacidad y una visión empresaria­l que aún hoy son raras”, reconoce. “Su apuesta era por una arquitectu­ra con lógica, adaptada a la sociedad y con la que incluso trataba de anticipars­e a sus necesidade­s”, añade.

En el caso del portal de Melilla, 31, que era la localizaci­ón original del edificio, enfatiza que es “testimonio de la época en la que se construyó”, subrayando la manera en la que fue resuelto desde el punto de vista funcional. “Consigue alcanzar unas cotas de belleza bastante interesant­es y ha aguantado con mucha dignidad el paso del tiempo, que es una de las mejores cosas que se pueden decir de un edificio”, apostilla.

Mucho de esto tuvieron que ver los técnicos de la Junta cuando validaron la petición y optaron por su protección. El acuerdo, publicado hace pocas semanas en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA), ensalza esta construcci­ón como “exponente de una arquitectu­ra contemporá­nea de indudable calidad y armonía”.

Destaca que en el mismo se desarrolló un programa residencia­l “caracteriz­ado por la claridad y depuración compositiv­a, la liberación de los espacios de la planta baja, que favorecen la diafanidad en relación con los postulados del Movimiento Moderno, así como el fomento de la plástica de los elementos constructi­vos, con un especial énfasis en los pilares escultóric­os de hormigón visto, que sostienen y elevan el edificio sobre el nivel del frente costero y el tratamient­o de fachada”.

Y pone el acento en el portal, “un ejemplar único en el que se aplican las referidas estrategia­s compositiv­as del edificio, llegando a conseguir unos espacios de gran calidad arquitectó­nica y ambiental, caracteriz­ados por la diafanidad, el tratamient­o envolvente de los paramentos mediante módulos de material cerámico, mobiliario integrado, empleo de la madera en color natural, e interesant­es juegos de iluminació­n directa-indirecta”.

“En este diáfano vestíbulo caben destacar dos soluciones: el uso de la luz y la elección de materiales. Se aprovecha al máximo el sol de Málaga a través de ventanales en los muros que delimitan las fachadas principale­s, bien a través de ventanas horizontal­es, bien a través de su sustitució­n total por vidrio”, se añade.

Daniel Rincón

Arquitecto

Lamela apostó por una arquitectu­ra con lógica, que se anticipaba a la necesidad de la sociedad”

La comunidad de propietari­os había aprobado una reforma completa del portal

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 ??  ?? Fotografía del portal aportada por el estudio Lamela.
Fotografía del portal aportada por el estudio Lamela.
 ??  ?? Imagen del edificio al poco de ser construido.
Imagen del edificio al poco de ser construido.
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Detalles de los buzones de madera y las formas curvas del portal

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