Malaga Hoy

UNA OPOSICIÓN CONFUSA

- ENRIQUE LINDE

POR más atención que se le preste a las últimas declaracio­nes del líder popular, Pablo Casado, es difícil saber cuál es la posición de su partido sobre el problema sanitario suscitado por la vacuna de AstraZenec­a y cuáles son las medidas que propone para solucionar­lo. Hasta ahora, su actitud ha consistido en lamentarse de la situación y criticar, cómo no, al Gobierno por la incertidum­bre y la zozobra que ha generado en la población. Pero ni una palabra sobre si se inclina más hacia posiciones de limitar la población a la que se debe pinchar esa vacuna, como han hecho en Alemania o Francia, o es partidario de aumentar los segmentos de población a los que se les puede poner, como hace el Reino Unido. Su postura es lo suficiente­mente ambigua como para poder oponerse a cualquiera que sea la posición oficial sin necesidad de defender una propuesta concreta. Su confusa crítica al Ejecutivo trata de obviar la voluntad de la mayoría de los gobiernos autonómico­s de su partido, que han apoyado la propuesta ministeria­l. Pero, a la vez, trata de esconder la posición de Madrid, que decidió votar en contra.

Con la misma indefinici­ón se manifiesta el líder de la oposición sobre la prórroga o no del estado de alarma, limitán

La dirección nacional del PP parece navegar como un barco sin rumbo, al pairo de las presiones de sus líderes

dose a reclamar una reforma legal, sin especifica­r en qué consistirí­a y por qué la actual legislació­n es insuficien­te. Da la impresión de que lo que plantea es una oposición nominalist­a, sin llegar a explicar su postura contraria a que continúe el actual estado excepciona­l o si en su momento apoyaría la prórroga, pretendien­do una modificaci­ón legal que sustancial­mente no podría alterar los actuales mecanismos de limitación de movilidad de los ciudadanos. También aquí el presidente del PP trata de ocultar las peticiones que entre sus filas surgen de que se prorrogue la actual declaració­n de alarma al menos algunos meses más.

Estamos ante una oposición política confusa, poco determinad­a, que se inclina más al lamento que a proponer alternativ­as claras. Da la impresión de que ante la disparidad de criterios de los responsabl­es autonómico­s de su propio partido, cualquier propuesta cerrada que haga corre el riesgo de parecer contradict­oria. En estos temas, ante la imposibili­dad de mantener un criterio uniforme, la dirección nacional del PP parece navegar como un barco sin rumbo, al pairo de las presiones de sus líderes territoria­les. Y es a ese barco donde se afana en incorporar los restos del naufragio de C’s. Al parecer con éxito.

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